En octubre de 2012, George Lucas vendió su empresa Lucasfilm a Disney por 4.000 millones de dólares. Más allá de la película de culto Willow, que tuvo su continuación televisiva, y de la serie de películas de Indiana Jones, la joya de la adquisición (y del cerebro de George) era la franquicia multimedia e ícono pop Star Wars, alguna vez conocida por estos lares como La guerra de las galaxias.

Desde entonces, la Casa del Ratón ha revitalizado la presencia de las aventuras de la galaxia muy, muy lejana con un ritmo de producción claramente superior al previo a su compra. Entre 2015 y 2019 estrenaron una película de Star Wars por año con resultados diversos de crítica y de público. Si bien siempre tuvo seguidores acérrimos, Disney no sabía lo que era lidiar con personas que la consideran su religión (en algunos casos, oficialmente) y quieren historias frescas al tiempo que se aterrorizan ante cualquier posible cambio, como el de acompasar la conformación de los elencos al mundo real.

En la televisión el resultado también fue dispar, con series que apuntaban directamente a la nostalgia, incluso la nostalgia de las precuelas, que ya tienen entre 20 y 25 años, y otras como Andor, que volvía a la idea original confirmada por el viejo George de que los rebeldes eran el Vietcong y el imperio invasor era la nación que lo vio nacer.

Hay quienes hubieran preferido que cada nueva aventura de Star Wars fuera especial, aunque estarían olvidando la época en que coparon otros medios, con numerosas novelas o historietas que hoy son consideradas fuera de continuidad. Pero la omnipresencia de la franquicia es tal que incluso ha hecho resucitar a uno de sus homenajes más recordados y graciosos: Spaceballs.

En 1987, diez años después del estreno de la primera película y apenas cuatro después del cierre de la primera trilogía, se estrenó su parodia. Mel Brooks, que ya había dirigido películas como El joven Frankenstein (1974) y La loca historia del mundo: parte I (1981), ya había homenajeado a los monstruos de los Estudios Universal y a numerosos hechos históricos, respectivamente, además de burlarse de los westerns y del cine mudo. Luego llegarían sus homenajes a Drácula y Robin Hood.

Por entonces se estrenaba Spaceballs, que por aquí se conoció como S.O.S. Hay un loco suelto en el espacio, porque Brooks es uno de los directores cuya obra ha sufrido los mayores crímenes en la traducción de sus títulos. En México se la llamó La guerra de los esféricos y en España, La loca historia de las galaxias.

La premisa era sencilla: burlarse con cariño de la creación de George Lucas, aunque también había referencias a Alien y Star Trek. Eso incluía un héroe torpe que mezclaba elementos de Luke Skywalker y Han Solo, interpretado por Bill Pullman, a John Candy como un compinche perruno que homenajeaba a Chewbacca, a Daphne Zuniga como la princesa Vespa (porque no hay chiste tonto al que Brooks le reniegue) y a la comediante Joan Rivers prestando su voz a la parodia de C-3PO.

Rick Moranis, presencia constante en el cine de las décadas de 1980 y 1990, fue Dark Helmet o Gran Yelmo, dependiendo del doblaje, una versión de Darth Vader con un casco enorme y dificultades para respirar dentro de él. El propio Brooks, siempre listo para participar en sus producciones, fue el ridículo presidente Skoorb (su nombre al revés) y Yogurt, la parodia de Yoda que en inglés era el protector de “the Schwartz” (“el morocho” en yiddish) y en español de “la Suavidad”, su versión de la Fuerza, además de encargarse de todo su merchandising.

Si el Episodio VII fue El despertar de la Fuerza, claramente estamos ante el despertar de la Suavidad, porque Variety confirmó que Mel Brooks está produciendo una nueva versión de Spaceballs junto a Josh Gad, quien además sería uno de los protagonistas. La película tendrá guion de Gad junto a Benji Samit y Dan Hernandez. Estos dos últimos fueron parte de los guiones de películas como Detective Pikachú o Tortugas Ninja: caos mutante. La dirección estará a cargo de Josh Greenbaum, el mismo de Barb y Star van a Vista del Mar.

La noticia había estado gestándose desde que Josh Gad compartió fragmentos de un guion en su cuenta de Instagram, donde claramente podía leerse “Basado en personajes creados por Mel...” y que la primera escena comenzaba en “Exterior. Campo de estrellas”. En el espacio para el texto escribió: “Acabo de entregar un guion que creo que es la cosa más graciosa en la que jamás he trabajado y estoy terriblemente entusiasmado. Trabajar con mis amigos Dan Hernandez y Benji Samit ha sido el Cielo en la Tierra y muchos otros planetas también. ¡Los quiero!”.