“El hit”, de Dum Chica. El power trio que el año pasado agitó la escena emergente porteña con Dum, su disco debut, lanzó un simple más rockero y directo que todo lo que habían hecho hasta ahora: “El hit” machaca sin parar un riff de tres notas sobre el que la voz de Lucy Storino despliega una métrica tan intachable como carrasposa. El estribillo liquida todo cuando repite “Eso no es bueno y te gusta”. Como los Royal Blood, los Dum Chica no tienen guitarra, pero, a diferencia de los británicos, no usan los efectos de bajo para simular ese instrumento que falta, sino para crear otras atmósferas que sí, eventualmente, como en este caso, sugieren una guitarra grunge noventera. Pegadizo y buena promesa de su inminente segundo disco, que saldrá por la multinacional Virgin. GR
Tá, de Perotá Chingó. Del folclore jipi a la electro world music, Perotá Chingó, el dúo formado por Lola Aguirre y Julia Ortiz, lo ha experimentado todo. Tá, su quinto disco de estudio, es la decantación de esa nube de polvo de estrellas que se agitó hace más de una década con el video viral de “Ríe chinito”, aquel hit mochilero grabado en un atardecer de Cabo Polonio. Hay de todo como en botica. “Montecito sediento” es una especie de Ícaro bagual en el que presentan sus inconfundibles voces. “Sencillo”, una balada de syntes cadenciosa con alma de FM y con la colaboración de la colombiana Lido Pimienta. “Ana María”, la quintaesencia coctelera del grupo: rumba y canto español y portugués. También hay lugar para volver a los orígenes con la nana “Nace una madre” –alto momento del álbum– y para el sabor anglosajón con el sabroso dub “In the name of love” y una atinada versión de “It ain’t over ‘til it’s over”, de Lenny Kravitz. Pero ta, como no podía ser de otra manera, tampoco falta el toque yorugua que aporta Jorge Drexler en “Alabanza” y el cover de “Te abracé en la noche” del maestro Fernando Cabrera, un final para lucir su armonizado sello de distinción. DM
Brat, de Charli XCX. El sexto álbum de la británica es una celebración del hyper pop que llega justo a tiempo para el verano europeo. Quince canciones comandadas por un bajo robusto y chirriantes sintetizadores que exploran el dream-dance-pop con esencia dosmilera. Desde el título, Brat se apropia del término “mocosa” con irreverente defensiva, abordando el sufrimiento de una estrella pop –de nicho, sí, pero consagrada– en clave de parodia. Las cuerdas de “Everything is romantic” y los teclados en “Mean girls” dan un breve contraste analógico al torbellino electrónico del álbum, mientras que “I might say something…” y “So I” se diferencian como baladas más introspectivas. Sin embargo, la verdadera estrella llegó después del disco con el remix complementario “The Girl, so confusing version with Lorde”, un track pop futurista en el que la neozelandesa entra en el terreno de Charli XCX para derrumbar una supuesta enemistad fabricada por los medios. Hechas las paces, no queda otra que bailar. RC
“Favourite”, de Fontaines DC. Para la gente con sensibilidad indie, ya es el tema del verano boreal. Después de vueltas más poperas, los irlandeses sorprenden con cada adelanto de su cuarto disco, que se titulará Romance. El primer simple, “Starbuster”, nos dejaba al borde del hiphop experimental, pero con “Favourite” estamos en terrenos de pop guitarrero. Melancólico y melódico, tiene algo del primer simple de la banda, aquel “Boys in the better land” que los colocó en el centro del nuevo pospunk y los consagró como la banda más literaria del momento, con sus referencias a James Joyce y sus rimas excéntricas. Acá no recuperan ese filo, pero sí la habilidad para construir una canción memorable con base en sutiles variaciones de una célula compacta. Para algunos, las guitarras se parecen a las de The Cure circa Kiss me, kiss me, kiss me, pero la voz (y la facha) de Grian Chatten ya son marca propia. El video, en el que se pasean por la calurosa Madrid, les da un toque pro Europa que, en tiempos jorobados para el viejo continente, refuerza el aura tristona y a la vez adherente. GR
Little rope, de Sleater-Kinney. Las dosis de electrónica y krautrock de Path of wellness (2019) no se escapaban del intervalo de confianza de su habitual vanguardismo. Little rope, en cambio, es un objeto raro de la discografía de Sleater-Kinney. Es su segundo LP sin Janet Weiss, la icónica baterista del grupo liderado por las cantantes y guitarristas Corin Tucker y Carrie Brownstein (coprotagonista de la serie cómica Portlandia), que ahora pisan el pasto de los más diversos subgéneros del rock sin vergüenza y se arrojan a un desborde emocional que jamás les habíamos escuchado. El camino de “Needlessly wild” es de pesadísimos riffs, y en el de “Say it like you mean it” le pisan la sábana a Arcade Fire, en la canción más gigante de toda su carrera. “Hunt you down” es la más salvaje y pegadiza. Las chicas cantan sobre arrepentimientos, inestabilidad y perdones, sobre un groove de bajo oscurísimo. Que no teman los fundamentalistas: el fuego se sigue prendiendo con un punteo mágico y el dúo fundador tiene “Don’t feel right” para no olvidar los viejos tiempos. FM