En mayo de este año Leo Maslíah celebró, casi como excusa para titular su último concierto en el teatro Solís, 50 años desde la primera vez que tocó en público y 40 de la grabación de “Biromes y servilletas”, la que es, por varios cuerpos, su obra más popular. En simultáneo, pero sin ninguna conexión aparente, se editó en Argentina el disco Only fans. Homenaje a Leo Maslíah, un trabajo que, según consigna la divertida tapa diseñada por el dibujante Liniers, está hecho por y para fanáticos del bigotudo músico montevideano.
La iniciativa fue del productor e ingeniero de sonido porteño Andrés Mayo, quien lleva 30 años detrás de las perillas de gran parte de la música argentina, con participación en cientos de álbumes –varios con firmas uruguayas– y múltiples premios, entre ellos dos Grammy latinos. El desafío en este caso fue pasar al otro lado del mostrador, calzarse la pilcha de guitarrista e interpretar las guitarras originales. “Tuve que trabajar durísimo durante un año y practicar muy detenidamente cada una de las canciones de Leo, que son muy difíciles de tocar, por lo menos para mí”, confesó Mayo.
También contó con la “invalorable colaboración” de los maestros Alejandro Sicorsky –su viejo profesor de las seis cuerdas– y Esteban Morgado, con quien sacó cada una de las canciones partiendo grabaciones de viejos conciertos de Maslíah en “bares míticos de San Telmo”, cuyos registros aún sobreviven en Youtube. “Yo lo iba a ver y lo admiraba profundamente, no sólo por lo hermosas que eran las canciones sino por lo bien que tocaba, así que también es un homenaje a la guitarra”, cuenta Mayo desde un video promocional en su canal de Instagram.
Para llevar adelante la faena de interpretar a uno de los artistas más inclasificables del Río de la Plata, Mayo contó con la pequeña ayuda de sus amigos músicos, habituales usuarios de su estudio y productora Cool Du Monde, además de la coproducción y los arreglos de Mariano Fernández. En total participaron más de 40 artistas en las ocho canciones que componen el tributo, una bocanada de poco más de 26 minutos del universo Maslíah.
Divertido y virtuoso
Luego de una breve intro que pareciera tener la intención de ubicarnos de manera imaginaria en la rambla de Montevideo con vista al mar, comienza a sonar “Biromes y servilletas”, el hit de cuatro décadas que se desacopló de la senda del artista de culto para tomar la autopista de los grandes éxitos latinoamericanos, con versiones como las de Milton Nascimento –la que provocó el despegue–, Andrés Calamaro o Jaime Roos, entre miles. En este caso, las vocales están a cargo de Delfina Cheb, Kevin Johansen y Mocchi, quien hace suyos los versos “No pretenden gloria ni laureles/ laureles/ laureles/ Sólo pasan a papeles/ papeles/ papeles/ De experiencias totalmente personales/ zonales/ zonales/ Elementos muy parciales/ que juntados no son tales”. El maridaje de los tres timbres vocales aporta frescura a una melodía inoxidable y una canción que escuchamos cientos de veces.
En “Biromes y servilletas”, como en el resto de los surcos, las versiones respetan los arreglos originales con el centro en las composiciones de la guitarra, como explicaba Mayo, tal vez una rareza para quienes están acostumbrados a ver a Maslíah tras las teclas. Sobre esta base, los productores construyen los atuendos de vientos, cuerdas y percusiones que visten con elegancia cada una de las pistas; en algunos casos, dejando en evidencia la vocación orquestal del autor, que siempre mantiene una mano en la música de cámara, como si esas flautas y clarinetes siempre hubieran estado ahí; en otros, exacerban sus intenciones minimalistas originales. En “La moto”, por ejemplo, la banda enfatiza el pulso candombeado sobre el cual frasean las voces de Miau Trío y que en la versión ochentera es apenas sugerido por la guitarra.
La pluralidad de voces aporta dinamismo en estos tiempos de impaciente escroleo y constante aburrimiento, pero también les otorga a los productores la posibilidad de subrayar los personajes de cada historia, lo que en las obras primigenias está acotado –aunque siempre divertido– al tono monocorde de antihéroe. De esta manera, el tremolar de Cucuza Castiello en “El concierto”, el fraseo estable de Pablo Grinjot –a lo Jorge Lazaroff o el propio Maslíah– en “El desubicado” o el tono calmo de Ana Prada en el vals “La chusma” acentúan los perfiles de cada protagonista.
A su vez, y sin perder la esencia, Only fans suaviza los vértices más experimentales, en algunos casos quizás sacrificando recursos que ayudan a clausurar las historias, desacomodos conscientes y marca registrada del autor que aportan en el plano de la dramaturgia, como la paulatina aceleración del tempo en la siempre hermosa “Corriente alterna” o el canto al límite de la entonación en los versos más agudos de “Las clases de guitarra de la señorita Cunegunda”. Sin embargo, el despliegue de Melina Moguilevsky y Darío Jalfin para llegar al rascacielos de las escalas en esta última es exuberante.
Para cerrar semejante delirio colectivo, nada como una versión de “La recuperación del Unicornio” cantada y actuada en simultáneo por 19 artistas, entre otros, Nahuel Briones –coproductor en esta canción–, Carolina Peleritti y Hernán Cabra de Vega. Esta parodia inspirada en el éxito ochentero de Silvio Rodríguez ya contaba con diferentes versiones del propio autor y es tal vez la que más se despega de las intenciones primarias. El coro le otorga estatus de mantra al estribillo “Mi unicornio azul, por fin te encontré/ Mi unicornio azul, por fin te encontré”, mientras que los cantores intercalan las estrofas sobre una especie de cumbia psicodélica. El experimento quedó registrado en el videoclip disponible en plataformas, por lo que, además de un gran final, sirve de carta de presentación del proyecto.
Only fans es tan divertido y virtuoso como el homenajeado. Da cuenta del respeto y cariño que colegas y público en general argentino tienen por el músico uruguayo –quien suele cruzar el charco con asiduidad– y de las infinitas posibilidades de sus creaciones. Es una gran puerta de entrada para quienes aún no ingresaron al mundo Maslíah y sus más de 50 trabajos discográficos, y también un interesante muestreo de la escena porteña contemporánea. Y, por qué no, una mojada de oreja a productores y músicos de nuestro país que todavía no le dedicaron un disco a semejante referente. Nunca es tarde y repertorio sobra, zanguangos.
Only fans. Homenaje a Leo Maslíah. 2024. Disponible en plataformas.