La extravagancia del guitarrista y cantante Jonas Silva no se termina en la piel de su tapado de leopardo ni en la franja de pintura negra, naranja o roja que pinta sobre sus ojos cada vez que se sube a un escenario. Se extiende al sonido ruidoso de sus canciones, una mezcla de punk, garage rock y música electrónica, y al nombre de su banda, D.S.M., idéntico a las iniciales del célebre Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, elaborado por la estadounidense Asociación Americana de Psiquiatría y de uso indiscriminado en muchas partes del mundo.

“Seguro que, cuando nos ven, algunos deben pensar: ‘Mirá estos boludos disfrazados de glam’, pero en realidad nuestra prioridad es hablar de salud mental”, aclara Silva, a cara lavada, en diálogo con la diaria.

“El mensaje es muy claro. Nos interesa expresar que hay una cultura que no es la del reviente, que el punk no tiene que ser andar roto y rompiendo todo y que el rock and roll no implica estar encajado o empastillado sino todo lo contrario; es ir contra el rebaño”, dice el artista, criado con discos de Charly García, los Dead Boys, Cuarteto de Nos y Los Tontos.

“Lo que buscamos con nuestra música es despertar la sensibilidad de la gente, que por ahí la perdió por cómo funciona el mundo o porque nunca la tuvo”, señala.

Libertino Seoane en batería, JP Núñez en bajo, Evo Roswell en sintetizadores, Nacho Durán (ex Guerrilla Urbana y La Hermana Menor) y Jonas Silva en guitarras integran actualmente el grupo. Llevan dos discos editados –D.S.M. (2019) y #2 (2020), disponibles en plataformas– y preparan un tercero cuyo estreno está previsto para este año.

En las letras de sus canciones las referencias a la psiquiatría son constantes: imágenes de adormecimientos no deseados, escapes de hospitales, alusiones explícitas a los tratamientos médicos con micronarcosis y psicofármacos como la olanzapina. “¿Y si las pastillas que me dan son las que me hacen mal?”, canta el grupo en “¿Por qué?”.

Sobre el origen de la obsesión inspiradora el artista cuenta de dos vertientes: “Mi primera banda, The Pintangous, la armé con Renzo Teflón (1962-2018). Él fue una de mis grandes influencias, y coincidió que a los dos años de que estaba tocando con nosotros se empezó a sentir un poco mal, como angustiado. Fue a un psicólogo, lo derivaron a un psiquiatra. A los tres días lo internaron y medicaron muy fuerte, y eso hizo que estuviera mucho tiempo no siendo él. Luego se recuperó, pero cuando falleció yo sentí que tenía que hacer algo con todo lo que Renzo me había dado, y ahí surgió D.S.M.”, recuerda.

También se anima a contar su experiencia personal: “Durante 15 años sufrí de una adicción de la concha de la lora, y por suerte me pude liberar de eso. Ahora a cada persona que me cruzo intento pasarle el mensaje de que está bueno llevar una vida tranqui. En mi caso, la adicción hizo que tuviera un intento de autoeliminación, pero hoy me doy cuenta de que los problemas se solucionan hablando, no corriendo o queriendo zafar del mundo”, dice.

“Muchas de las canciones del grupo hablan de cosas que me pasaron. Uno no es completamente feliz las 24 horas, y seguro vas a tener problemas, pero si estás lúcido las vas a solucionar de mejor manera y todo es más llevable”, asegura.

Música para ayudar

“Cada vez que terminamos una actuación, nos escribe alguien contándonos tal o cual problema. La intención del festival tiene ese mismo sentido”, explica el cantante. “No queremos encerrarnos en un pub con tres bandas amigas y que no se entere nadie. La idea de esto es que sea lo más abierto posible para llegarle a mucha gente, en particular, a aquella que tal vez nunca escuchó nuestra música o a un grupo de rock, pero además porque sentimos que hoy todo el mundo se llena la boca con la salud mental, pero ¿quién hace algo?”, apunta.

La tercera edición del Avril Festival tendrá las actuaciones de los grupos uruguayos Bag Dad, Los Incendios, Gualicho, Capitán Tormenta, Stopelli Banda, No Nos Nieguen, D.S.M. y del argentino Facundo Grandio, entre las que se sucederán charlas sobre salud mental.

“Nosotros, además de hacer música, estamos dispuestos a ayudar, y hay escuchar a quien se arrime”, dice Silva. “La gente le tiene que perder el miedo a hablar de salud mental. Antes estaba ese prejuicio de que si te mandaban al psicólogo era porque estabas ‘loco’. Ahora se sabe que en una psicoterapia podés adquirir herramientas para superar la muerte de un ser querido, una separación, o para entender por qué tu hijo no te da pelota”, agrega.

“Hoy, por así decirlo, la sociedad ha perdido el magnetismo”, advierte. “Existe todo lo contrario. La gente prefiere la distancia y cada día estamos más separados. Nos enseñan que la gente es mala, que te puede cagar, que no les pares a los que están haciendo dedo en una ruta porque te pueden robar. ¿Y si no te roban y te dan un consejo que te cambia la vida para siempre?”, concluye.

Avril Festival. Sábado desde las 16.00 en la plaza Liber Seregni (Haedo esq. Requena). Entrada libre.