Hace exactamente dos años se estrenaba en los cines Super Mario Bros: La película, una aventura animada basada en el legendario plomero que llegaba hasta un castillo y le avisaban que la princesa que debía rescatar no estaba allí. Ahora llegó a los cines uruguayos _Una película de Minecraft (A Minecraft Movie), que también convierte a un videojuego en una aventura multidimensional. Hay una diferencia, al menos para mí: nunca jugué ni un solo segundo del Minecraft. La situación era parecida, pero mi punto de partida era completamente distinto. Preparado entonces para perderme la más obvia de las referencias en pantalla, me dispuse a tratar de disfrutar lo más posible durante sus 100 minutos de duración, con escena poscréditos y todo. Y más allá de que está lejos de cualquier expresión elevada de la cinematografía, tiene elementos para que los adultos de la sala dejen escapar unas cuantas risas (la gente menuda estaba flipando en colores y comentando las referencias perdidas). A quienes (como yo) apenas conocen al juego de haber visto algún video, o a quienes no tienen la menor idea de lo que se trata, el guion los contempla. El comienzo de la película es un resumen entretenido, pero bastante extenso, de la historia de Steve (Jack Black). Steve, nombre que se le da al personaje por defecto con el que jugamos a construir cosas con bloques, tiene aquí una historia estrambótica, complicada, que sirve para mostrarnos el mundo de Minecraft y presentar al McGuffin, que para peor está compuesto por dos elementos.

Ese mundo hecho de bloques de diferentes elementos es colorido, pero el mundo real no se queda atrás. Porque la historia (la aventura) realmente comienza cuando conocemos a Henry (Sebastian Hansen), el jovencito con ínfulas de ingeniero que llega a su nuevo colegio, es víctima inmediata del bullying y termina cruzando su camino con el mejor personaje de la película: Garret el Basurero Garrison, interpretado por Jason Momoa.

Momoa construye otro personaje salido de una galería de arte moderno después de su villano de la saga de Rápidos y Furiosos (que, a propósito, necesitamos saber cómo continúa). Aquí es una gloria de los videojuegos caída en desgracia, con atuendo digno de la Noche de la Nostalgia y masa corporal digna de, bueno, de aquellos que no somos actores de Hollywood. Sí, es otro granuja con corazón de oro, pero mezclado con un personaje de los Looney Tunes, o del mismísimo Tom (de Tom y Jerry) ya que se pasa toda la película gritando.

Cuando Steve y el Basurero se cruzan, que es en casi toda la película, se produce un duelo de divos con cuerpos reales, y tratándose de un comediante con tanta experiencia y escenarios como Black, lo de Momoa, estando a la altura, es encomiable. El equipo se completa con la hermana de Henry, Natalie (Emma Myers), y la multiempleada Dawn (Danielle Brooks), que tienen su propia subtrama en este Jumanji geométrico, con una forzadísima separación y todo, pero que aportan muchísimo menos a la narrativa total.

La historia (la aventura) va de un inframundo debajo del mundo principal de Minecraft, y de un grupo de porcinos malvados del inframundo que quieren controlar la fuente de poder que les permitiría conquistar el mundo principal. Todo esto con un porcentaje altísimo de escenas filmadas frente a un fondo verde, por obvias razones, pero que se disimula bastante bien. El eye candy, que le dicen, convencerá a las pequeñeces, así como la “lección” acerca de cómo las personas minimizan a aquellas con inquietudes creativas. Lo importante, para nosotros, es que el nivel de humor es alto, incluso cuando coquetea con el absurdo... e incluso si tienen que ver la versión doblada al español.

Tal vez por eso hayan elegido para dirigir esta película a Jared Hess, director de aquella dizque joya de culto (que a mí no me movió un pelo) Napoleon Dynamite y Nacho Libre, también con Black a la cabeza. Eso explica escenas como las de la pelea dentro de un ring, los apretones de nalgas, o la subtrama en la que Jennifer Coolidge vuelve a interpretar a una mujer madura con altibajos afectivos, poniendo la misma cara de pato de siempre, que se cruza en el camino de alguien muy especial. No pude evitar alguna carcajada.

De nuevo, comparándola con la película de Super Mario (en ambas Jack Black canta y todo), es un entretenimiento menor en su conjunto. Pero tomando en cuenta que el público menudo seguramente la disfrute, hay un timing de humor y disparate que por momentos está pensando fundamentalmente para quienes pagaron las entradas.

Una película de Minecraft (A Minecraft Movie). 101 minutos. En salas de cine.