En la actualidad, las sagas cinematográficas que apuntan al gran público no se limitan a las películas de Marvel, que llegan en gran número porque son supervisadas por equipos creativos diferentes (aunque no tan diferentes como uno quisiera). Cada tanto se estrena alguna entrega de Misión imposible, con Tom Cruise a la cabeza como última gran estrella de acción, mientras que los robots de Transformers también arriban periódicamente a las salas.

Hay otra que acaba de alcanzar las dos cifras (si no contamos su spin-off) con una fórmula muy sencilla, que supo transformarse con los años y que cumple con las expectativas de quienes se arriman a la sala armados de pop y bebida. Esta semana llegó Rápidos y furiosos X, la décima entrega de la saga de autos veloces que comenzó con un foco en las carreras clandestinas y sus groupies curvilíneas, y que se fue transformando en aquello que tenía James Bond antes de la era de Daniel Craig: aventuras de espionaje y ciencia ficción.

Cómo llegamos hasta el presente es lo de menos. Desde hace seis o siete películas, los villanos que robaban autos se han convertido en antihéroes (o antivillanos) que ejecutan misiones en los lugares con mejor fotografía del mundo, a veces dándole una mano a una organización misteriosa conocida como La Agencia y a veces para despuntar el vicio. Las misiones incluyen vehículos de alta gama y persecuciones a alta velocidad. Y esto es precisamente lo que tiene la décima película, en cantidades industriales.

El otro condimento fundamental para entender al mundo de Rápidos y furiosos es la familia. La familia en su concepto más amplio, que comienza por esa familia tradicional italiana, al mejor estilo de Los Benvenutto, que se sienta a almorzar alrededor de una gran mesa. Dominic Toretto (Vin Diesel al máximo de sus limitadas capacidades) es el líder de una familia ampliada, de esas en las que no solamente aparecen cada dos por tres parientes secretos, a la que se van sumando aliados y hasta enemigos reformados de entregas anteriores.

Los protagonistas de esta edición se cuentan con los dedos de varias manos, ya que con el correr de los años se han sumado Michelle Rodríguez, Tyrese Gibson, Ludacris, Jordana Brewster, John Cena, Sung Kang y otros que no mencionaré porque no aparecen en el póster. Si Harvey Dent decía que el héroe muere o termina convirtiéndose en villano, acá sucede lo contrario: los antagonistas terminan coqueteando con la pandilla, o convirtiéndose directamente en parte de ella.

Esta vez la familia vuelve a estar en peligro, porque (¡irónicamente!) los villanos también tienen familias. Y el malo de la quinta película, estrenada en 2011, tenía un hijo que no apareció en ninguna escena, pero que también sufrió y ahora busca venganza. Tranquilos, que si no la vieron habrá suficiente información como para ponerse al día. La aparición de este nuevo malo malísimo es tan disparatada como el resto de la saga, que ya incluyó submarinos nucleares y viajes al espacio. Pero el éxito está porque la familia parece divertirse tanto en la ficción como en la filmación, y Jason Momoa debe de ser el actor que más se divirtió en todas estas entregas.

Su Dante Reyes es casi un villano de historietas que mezcla la locura asesina del Joker con la inteligencia calculadora de Bane... y con una pizca de Ricardo Fort, millonario y extravagante, femenino y comediante. La venganza que está por servir se venderá helada y no le alcanzará una película para hacer sufrir a Toretto y los suyos, ya que la X es la primera de III. Esperemos que haya mucho Dante en todas ellas.

En pantalla (grande) desfilarán los elementos clásicos ya mencionados, incluyendo una bomba que amenaza con destruir el Vaticano, parientes de malos y buenos de películas anteriores, y la nostalgia de una saga que empieza a despedirse y que tendrá tiempo para repasar fotos de sus protagonistas y recordar videos en monitores de aquí y allá. Como siempre, andará el fallecido Paul Walker, estrella de las primeras, con la salvedad de que dentro de la historia permanece con vida y cada tanto aparece a lo lejos, como el cruzado que saludaba a Indiana Jones al final de la tercera película.

Con un elenco tan grande, habrá que contar subtramas (misiones) simultáneas que incluyen escapes, rescates, reagrupamientos o la simple supervivencia. Estas obligarán al uso de aviones, coches de carrera, otros equipados con lanzamisiles y toda clase de objetos móviles que se puedan encontrar en un garaje. Por suerte, el director francés Louis Leterrier sabe cómo hacer para que todo eso se luzca.

Por supuesto que aquellos que no comulguen (los Toretto son muy católicos) con esta saga no encontrarán una partícula redimible en este nuevo fragmento de ella. Pero si han logrado divertirse con lo que ofrecen, en especial a partir de la mencionada quinta película, tienen buenas noticias: los motores ya están calentando de nuevo.

Rápidos y furiosos X, dirigida por Louis Leterrier. 141 minutos. En cines.