Si el circuito de la música funcionara como hace 20 o 30 años, Wilco sería una banda del estatus de R.E.M. Hoy simplemente es algo así como el nombre más importante del rock independiente, o el del mejor aspirante a reformular la idea de “rock clásico”.

Formados en 1994 tras el desbande del grupo de alt country Uncle Tupelo, los Wilco poseen una discografía generosa y cautivante, que sin dejar de abrazar las raíces folk y la creación de melodías sencillas y atrapantes, ha dejado espacio a la innovación sonora y conceptual.

A principios de este siglo, Wilco entró en crisis. El documental I Am Trying To Break Your Heart capturó las tensiones que atravesaban a la banda, que desembocaron en una “purga” de la que sólo sobrevivieron el cantante, compositor y guitarrista Jeff Tweedy y su compinche John Stirratt, bajista y corista desde los tiempos de Uncle Tupelo.

Una de las sorpresas que trajo el “Wilco 2.0” que emergió en 2004 fue la incorporación del guitarrista Nels Cline, vinculado más a la frontera del rock con la música de vanguardia que con la fusión de géneros tradicionales estadounidenses conocida como americana que tan bien encarnaba Wilco. Con sus más de dos metros de estatura y su apariencia de un David Lynch informal, Cline se convirtió en un protagonista de la escena y del sonido de la banda, con sus irrupciones instrumentales por momentos sutiles y por momentos arrolladoras.

Cline se tomó un momento, un poco antes de que la actual gira de la banda enfile hacia nuestra región, para conversar con la diaria en los aprontes de la presentación de Wilco en Montevideo el próximo miércoles en el Auditorio del Sodre, un escenario de acústica óptima para escuchar a una pequeña orquesta rockera.

Hace más de 20 años que te uniste a Wilco. ¿Parecen más o menos? Hasta ese momento se te relacionaba más con formaciones de jazz y experimentales.

Parece mucho menos. En realidad no tocaba sólo jazz, o no toco jazz de verdad. Empecé como rockero a los 12 años, cuando comencé a interesarme por la guitarra. Fue alrededor de 1967, y el rock & roll se volvió increíblemente importante para mí. Después me metí en el jazz y también en la música improvisacional, y luego volví a interesarme en el rock, pero no sólo en la música que escuchaba antes (rock psicodélico, blues, blues rock y, más tarde, algo de rock progresivo), sino también en el punk rock. Fue lo que me devolvió al rock & roll y me llevó a tocar con Mike Watt, de Minutemen y Firehose, y eso me acercó a la banda Geraldine Fibbers, de Los Ángeles. Empecé a tocar con ellos después de un tiempo y así conocí a Jeff.

Dijiste que no tocás exactamente jazz cuando estás con tus otros proyectos. ¿Cómo definirías tu música?

Bueno, es música que compongo, es música instrumental que se inspira en elementos del jazz. A veces tocamos swing, a veces jugamos a cambios de acordes. Puede ser acústica o eléctrica, como con los Singers…

... que no tienen cantante.

Sí, es instrumental. Hay un elemento de free jazz siempre abierto a lo no planeado. A veces el material que componemos se inspira en música sudamericana o en el jazz rock, lo que se conoce como fusión, que no significa nada específicamente, pero en mi caso se inspira en lo que al principio se llamó jazz rock, o sea, jazz eléctrico, como los primeros discos de Weather Report, Herbie Hancock y obviamente Miles Davis, sobre todo en los discos Bitches Brew y Live-evil. Lo que ahora se conoce como rock progresivo, bandas como King Crimson, Massacre y Fred Frith Trio, son ingredientes muy importantes en mi música. También el jazz de cámara, la música de Jimmy Giuffre Three y lo que hizo Ralph Towner con Oregon. Y luego me obsesioné mucho con Sonic Youth. Sé que son palabras complicadas y a veces sin sentido, pero se podría decir que hay un hilo conductor que recorre mi música.

Mencionaste a Sonic Youth. Cuando escucho tu música a veces pienso en Glenn Branca, que formó a los guitarristas de Sonic Youth.

Bueno, Glenn Branca es muy importante. Llevó al extremo el trabajo con afinaciones abiertas y microtonalidad. Es casi como algo que alguien tenía que hacer, pero lo hizo con una potencia y un volumen inmensos. Y lo más importante de su música para mí es que Sonic Youth surgió de ahí. Ese tipo de sonidos ha influido en mi forma de pensar sobre la música de guitarra.

La guitarra está en el centro de tu trabajo y de tu forma de concebir la música. Hay algo muy estadounidense en la guitarra eléctrica, no sólo porque nació ahí, sino porque existe una gran tradición de grandes guitarristas eléctricos en Estados Unidos, de la que obviamente sos parte.

Nunca lo pienso así, pero tienes razón. Es cierto que viene de aquí, pero en realidad no es tan importante para mí de dónde viene el instrumento. Lo que sé es que su sonido me cautivó cuando era muy joven, era un sonido muy poderoso en la cultura que estaba recién emergiendo. Es muy mágico, muy inmediato, y, afortunadamente para mí, a la gente parece gustarle y entender la guitarra en general; mi vida sería mucho más difícil si tocara el corno francés. Me encanta el instrumento, me encanta escucharlo, no sólo tocarlo, y hasta el día de hoy amo el sonido de la guitarra tanto acústica como eléctricamente. Además, la flexibilidad de una guitarra eléctrica es inmensa debido a las diferentes maneras que se puede abordar, no sólo con pedales de efectos, sino también por la guitarra, el tipo de cuerdas, el ataque, si usas púa o los dedos. Hay muchísimas maneras de tocar el instrumento. Y para mí eso es perfecto, porque me gusta tocar de muchas maneras diferentes.

Mencionaste que, con tu cuarteto y tu banda, a veces usás música sudamericana.

La música en la que estoy pensando probablemente sea mayoritariamente de Brasil. También de Perú y Chile, y Argentina, porque amo a Astor Piazzolla. El tango tradicional probablemente no me habría fascinado tanto sin Piazzolla. Atahualpa Yupanqui fue importante para mí, lo escuché cuando tenía 20 años, más o menos. Pero, por supuesto, en la música brasileña hay tantas cosas diferentes, estilos, fases, y una de las cosas, además del increíble ritmo, es algo que no llamaría complejidad, pero sí matices y aspectos rítmicos increíblemente contagiosos que se combinan con un lenguaje armónico generalmente muy rico y encantador.

Me gusta escuchar bossa nova y tropicalia, que no es una sola cosa, pero está influenciada por la música pop de los años 60 y tiene algo de psicodelia, porque hay muchos sonidos diferentes, ya sea el saxo, la percusión, los silbatos y cosas así. Y tienen una creatividad increíble en cuanto a utilizar todo tipo de sonidos que no son necesariamente de instrumentos: el canto de los pájaros, los sonidos de la naturaleza a veces casados con una sensibilidad muy psicodélica. En el caso de la música chilena, en los años 80 quedé fascinado por Quilapayún, Inti Illimani, Víctor Jara. Lo primero que escuché fue un concierto de Inti Illimani en homenaje a Pablo Neruda en 1980, y fue a través de las memorias de Neruda que conocí estos nombres de artistas chilenos. De hecho, dediqué una pieza de mi primer disco a Víctor Jara.

Vivís cerca de Nueva York, pero Wilco tiene su cuartel general en Chicago. ¿Cómo se compagina eso?

Ensayar, no ensayamos mucho. Normalmente terminamos ensayando donde sea cuando estemos por empezar una gira. Nos juntamos, repasamos cosas y luego terminamos de ensayarlas en la prueba de sonido. Pero si hay material nuevo, vamos a Chicago y pasamos muchos días en The Loft.

¿Cómo es trabajar en The Loft?

Bueno, ahora mismo está abarrotado de instrumentos. Al principio no era tan así. Cuando entrás y ves todo el material es un poco abrumador, pero también puede estimular la creatividad y las posibilidades son inmensas. Además, todo es muy silencioso, ya que no tocamos muy alto ni tenemos amplificadores grandes. Es un espacio alquilado y usamos muchos alargues de corriente para enchufar los equipos. No son equipos superprofesionales, pero al mismo tiempo el nivel es muy alto. Está hecho con gran gusto y visión sobre dónde se coloca cada cosa, pero el espacio sigue siendo bastante rústico.

Dijiste que no hay amplificadores grandes. Wilco no se centra en el volumen, y tu música tampoco. El tema más bien es la dinámica.

Definitivamente es la dinámica. Con escucharme bien para mí es suficiente. No tenemos amplificadores de más de 30 watts. Nada de stacks de Marshalls. Nunca toqué con una doble caja de Marshalls en mi vida. Una vez, en los 90, creo que estaba con Mike Watt en un festival y tuve que subir al escenario rapidísimo y conectar un Marshall JCM 800 y ni siquiera sabía cómo usarlo. Era muy confuso y, para mí, suena espantoso. Pero, bueno, a otras bandas les funciona.

En realidad, me gusta la dinámica en general. Creo que fue uno de los aspectos más atractivos de Wilco cuando me pidieron tocar por primera vez. Y eso va de la mano con los múltiples estilos del material de la banda; no hay género predominante, y no hay ningún hit. Sí hay dos o tres canciones que suenan casi todas las noches, pero dentro de un conjunto muy grande. Ni sé cuántas son.

En Wilco generalmente escuchamos tres guitarras: Jeff, Pat Sansone y vos. Muchas veces es realmente impresionante la mezcla en vivo; tiene un sonido único. En el tema “Impossible Germany”, por ejemplo, se doblan, se triplican, se alternan, toman caminos diferentes y después se unen.

Es algo único. Estoy orgulloso de eso, de cómo suena. Y últimamente ocurre cada vez más, porque Patrick toca más la guitarra y a veces tocamos juntos, haciendo solos el uno con el otro, y Jeff nos da ese espacio. Nos gusta el sonido de todas estas guitarras, pero no creo que suene como si fuéramos un amontonamiento, sino más bien como un tejido, una textura, como hilos que forman una tela hermosa.

Hablando de grandes combinaciones de guitarras, se nota que sos un gran fan de Television, porque a veces citás un tramo del solo de “Marquee Moon” en medio del tema de Wilco “Handshake Drugs”.

Lo hago todas las noches. La primera vez lo hice para sorprender a Jeff, a ver qué hacía. Pero luego se volvió parte del arreglo. De hecho, anoche tocábamos en Birmingham, Alabama, y mi amigo Jimmy Ripp [guitarrista de Television] vino porque se estaba quedando allí con su hermana. Lo conocí cuando vivía en Los Ángeles. Tocamos con Television en Solid Sound, y, de hecho, escuché a Television justo antes de que Richard [Lloyd] se fuera, en Brasil, en el Tim Fest; Glenn Kotche [baterista de Wilco] y yo nos quedamos en el escenario para escucharlos tocar.

En todo caso, Jimmy no hizo ningún comentario sobre “Handshake Drugs”, pero sé que ha escuchado lo que hago. Es un buen amigo y alguien de quien he aprendido muchísimas historias e información sobre Tom [Verlaine, el líder de Television]. Jimmy tocó con Television durante 17 años, mucho más que lo que la mayoría cree. Estaba intentando producir su último disco, y fue entonces cuando Richard dejó la banda. Creo que terminó entrando a la banda con cierta reticencia. Soy un gran fan de Tom Verlaine. Y de Richard también. Richard y Tom juntos eran geniales, pero Tom fue el arquitecto. Marquee Moon es un álbum clásico.

¿Qué podemos esperar de vos y de Wilco en Montevideo?

Bueno, depende de lo que Jeff quiera hacer. Él arma la lista de canciones y en general trata de incluir algo de todos los discos, pero generalmente eso significa una canción de cada uno, porque ahora hay muchos discos. Tratamos de hacer feliz a la gente, así que casi nunca faltan “Impossible Germany” o “Jesus, etc” o canciones de Yankee Foxtrot Hotel. Ahora se acerca el 20° aniversario de A Ghost is Born, así que quizás hagamos énfasis en temas de ese disco, así como en algunas cosas de los últimos tres lanzamientos, pero nunca se sabe. Jeff hace la lista y después nos pregunta qué nos parece, y siempre le contestamos: “Pinta bien”.

Wilco. Miércoles 28 de mayo a las 21.00. Sala Eduardo Fabini del Auditorio Nacional del Sodre. Entradas desde $ 2.800 a $ 4.400 en Tickantel.