Dos rockeros de pelo y barba kilométricos entran a un bar. “Estamos totalmente fuera de contexto”, bromea Walo Crespo al ver que no sirven cerveza. Podría ser el principio de un mal chiste, pero la escena precede una conversación sobre el litoral uruguayo, universos distópicos y los efectos sensoriales de tocar a un volumen descomunal. Todo eso es Oriundo, el dúo que integran Crespo en batería e Iván Krisman en bajo y voz.
Ambos cargan una extensa trayectori –con nombres de la talla de Eté y los Problems, La Hermana Menor, *latejapride, Cross y Hotel Paradise en sus currículums–, pero hacía décadas que no coincidían en un proyecto. La sinergia fue perfecta: la separación de Motosierra dejaba al baterista con un hueco en su agenda, al tiempo que Krisman ansiaba componer.
“Antes de ponernos a tocar, empezamos a intercambiar la música que estábamos escuchando”, recuerda Krisman. Crespo compartió OM, un dúo de stoner estadounidense, también de bajo y batería, con una identidad inspirada en el imaginario hindú. El bajista compró: “Pensé que teníamos que tener también algo que fuera nuestro universo”. Ese fue el disparador de la construcción de un mundo ficticio, sede de un cuento hilvanado por canciones. “Le fuimos dando forma a un momento histórico inventado, como si Uruguay fuera un país asiático con tradición milenaria, guerras que no existieron y peregrinaciones a través de un monte serrano”, explica Krisman.
El resultado es Oriente serrano (2024), mixtura entre un álbum de carretera y una pieza literaria de realismo mágico, que invita a un recorrido por paisajes locales en medio de un conflicto bélico indefinido, con referencias al océano, las sierras y la flora y fauna autóctonas. Krisman lo define: “Son elementos de la realidad puestos en lugares que no van. Algo familiar, pero extraño”. Las instrumentales –nacidas como extensas piezas de zapada– guían el viaje sobre riffs mántricos y distorsión grave.
Foto: Gianni Schiaffarino
“Como el silencio después de gritar”
El primer impacto en el público que se acerca a sus presentaciones es el volumen, “que es la base de todo esto”, afirma Crespo. Alguien ajeno al proyecto podría suponer que un dúo, por más pesado que sea, tendería a un sonido minimalista; pero lejos de esto, Oriundo logra que dos instrumentos hagan palidecer a una orquesta.
Para Oriente serrano recurrieron a una pequeña ayuda de sus amigos, como es el caso de Flor Sakeo, que pone su voz y la única guitarra del álbum en “Malísimo”, reversión del clásico de Ruben Rada. “En un festival de rock hace tiempo, Rada me dijo que sentía que era injusto que no lo hubieran invitado a tocar, porque él era rockero y tenía que tener su lugar”, recuerda Krisman. “Me contó las dificultades que tuvo cuando empezó, que no lo dejaban entrar a los lugares donde lo contrataban. Ese encuentro con él me conmovió y sentí que tenía que invitarlo a cantar una canción lo más rockera posible”. Y eso intentó hacer, pero Rada no apareció. Al rescate llegó Juan Manuel Puñales, encargado de la mezcla del material, quien propuso invitar a Sakeo. “Que esté cantada por una mujer, en su estilo, con su arreglo, resignifica mucho la canción”, sostiene el bajista.
Conscientes de su recorrido, la dupla encaró Oriundo como un proyecto nuevo. “Tenemos bagaje y vicios, en ese orden”, bromea Crespo. Celebran una escena emergente más abierta que la de sus comienzos: “Todas esas pavadas de heavis versus punkis lentamente desaparecieron”, afirma. Krisman añade: “El under tiene que ser un refugio para los inadaptados”.
La nueva generación los recibió con los brazos abiertos, buena convocatoria de público y compañerismo entre colegas. Sin embargo, no creen que la armonía sea eterna: “En algún momento va a colapsar”, anticipa Krisman. “Vimos muchos nacimientos y muertes de escenas. Hay que aprovechar mientras dura”. Crespo concuerda y extiende un consejo a los nuevos músicos: “Generalmente las bandas llegan con expectativa de pegarla y por ahí pasa el tiempo y se les van las ganas ¡Que no se les vayan las ganas! Tocar está bueno por tocar”.
Así lo vive la dupla, que presentará este jueves su álbum, en su primera fecha en solitario. “Nuestro diferencial es la experiencia sensorial. Tenemos una forma de sonar fuerte que no es dañina, no manejamos frecuencias que lastiman el oído”, explica Krisman. “Para nosotros el valor es que hacemos una música que no se parece a nada”, defiende. “Es algo relativamente nuevo, un género que podríamos llamar música serrana pesada”, se aventura Crespo.
Oriundo presenta Oriente serrano. Jueves a las 21.00 en La Cretina (Soriano 1236). Entradas a $ 350 en Redtickets.