Fue un puntazo de Uruguay. La selección celeste se impuso 64-62 a Puerto Rico y logró pasarlo en la tabla, nada más ni nada menos que en el trascendente tercer puesto del grupo. Si bien la victoria tuvo como factor preponderante la tarea defensiva de los uruguayos, en los últimos minutos el destaque debe ser para Mathías Calfani. Enorme cierre del artiguense, tanto por lo hecho en la defensa como por las vitales conversiones que le dieron el punto a Uruguay.
El cuento del cuento
1) Así fue el primer quinteto de Rubén Magnano: Gustavo Barrera, Luciano Parodi, Bruno Fitipaldo, Mathías Calfani y Esteban Batista. Equipo ágil para la marca, donde metió mucha intensidad defensiva (con especial destaque en las ayudas) para bajarle el ritmo a Puerto Rico. Arriba la idea clara comenzó siendo el pick and roll entre Panchi Barrera y Batista. Cuando no hubo, descargaron hacia los costados. Terminó 15-11 para Uruguay.
2) Intenso: Uruguay y su marca rabiosa. Se carga de faltas. Ellos aprovechan los libres para llenar casilleros y ponerse tanto a tanto. Partido sucio, poco juego fluido, rabia, estrés. Los puntos de Izaguirre, no perder intensidad en los primeros minutos de los suplentes. Batista que empuja. Siempre empuja Batista. Y ellos en lo sucio. El caos y la flor: presión boricua en toda la cancha, salida rápida, dos pases de manual: Vidal, Izaguirre, Parodi de tres, con ellos volviendo. Final: 32-31.
3) David Huertas, qué jugador. Ya venía buscando su partido, y en el tercer cuarto se transformó en el hombre de ellos. Uruguay rotó las marcas, pero nadie pudo controlarlo del todo. Atrás, Puerto Rico les agarró los puntos a las marcas y cada conversión fue un suplicio. En el final de ese período fueron Barrera y Kirill Wachsmann los que la embocaron. Terminó 49-42.
4) El cuarto final fue infartante. La celeste arrancó bien. Logro sacar 7 puntos de distancia en los minutos iniciales y, por como estaba el juego, parecía una diferencia como para administrar y jugar tranquilos. Pero claro, eso era sin tener en cuenta el factor Huertas. El alero, por momentos inmarcable y con la mano caliente, puso tres triples seguidos más un punto desde el personal y Puerto Rico pasó 51-54.
Cuando parecía que era la noche, surgió el talento de Calfani. El artiguense fue la referencia en el ataque cuando Parodi, Fitipaldo e incluso Batista eran bien marcados. Si hubiera acertado alguno de los pocos libres que falló, no se sufría tanto. Pero esto es Uruguay. Es así. El triple del final hizo explotar el estadio. 12.000 almas creyendo que sí se puede.