Los violetas tuvieron una gran tarde en el Prado, aunque pecaron de solidarios en ofensiva. No cometer un tercer gol pudo ser crucial en el afán de llevarse el triunfo. El equipo de Eduardo Acevedo estuvo muy ordenado y resolvió el juego con dos goles que vinieron con la misma fórmula: centro, cabezazo, rebote y gol. A pesar de haber ido siempre en ventaja, no se quedaron atrás, excepto cuando el bohemio descontó, y sufrieron innecesariamente hasta el cierre por no haber marcado algún gol que cerrara el pleito.
El primero cayó en una linda combineta. Matías Cabrera recibió la pelota en la mitad de cancha, en una sucesión de toques, y abrió el juego para Facundo Castro, que tiró el centro. Martín Rabuñal mandó flor de cabezazo que Martín Rodríguez desvió con notable gesto técnico. La fortuna estuvo para los violetas, porque en el rebote la bola dio en el palo y la agarró el argentino Germán Rivero. Unos minutos después, esta vez de pelota quieta, otra vez Castro mandó el centro, esta vez cabeceó Ernesto Goñi y dio en el palo. En la vuelta apareció sólo Gonzalo Maulella y puso el 2-0.
Wanderers no tuvo un mal partido. Ligó mal. Llegó varias veces, intentó triangular y abrir la cancha, pero no fue fino en la definición. La pasó mal cuando los violetas siguieron atacándolos y casi le ponen el tercero. El descuento cayó con una corrida de Alejandro Villoldo y un pase a Rodrigo Pastorini. El delantero la picó por encima de Guillermo Reyes, en una divina definición, para el 1-2. Con el resto que quedaba, los bohemios fueron por el resultado, pero Defensor se plantó firme y aguantó.