Finalemente, con más espíritu que juego, los argentinos se llevaron el partido 2-1 gracias a un gol cerca del final de Marcos Rojo. El devenido defensa central aprovechó un centro desde la derecha y metió el tanto que definió el segundo puesto del grupo. Antes, Lionel Messi había puesto en ventaja a Argentina, mientras que Victor Moses empataba transitoriamente desde el punto penal, VAR mediante.
En el medio estuvo lo bueno. La parte inicial fue dominio de Argentina. Jorge Sampaoli paró el equipo con dos líneas de cuatro, dejó libre a Messi y arriba metió a Gonzalo Higuaín. La albiceleste tuvo buen control de pelota, la movió bien, fue paciente para encontrar los huecos y terminó ganando 1-0. En el complemento el tempranero penal condicionó las cosas. A ver, las condicionó porque Moses hizo el gol y porque Nigeria, autoestima mediante, se fue arriba en busca del triunfo. Más claro: el empate le alcanzaba, pero cuando pudo intentó atacar para ganar. Nada de ese riesgo nigeriano tuvo que ver en la definición, porque si de algo se cuidaron las águilas africanas fue de cerrar todos los caminos por donde Argentina quiso ofender. Y pareció partido cerrado, con los de Messi desesperados y los nigerianos bien parados. Hasta que vino un centro desde la derecha y Rojo le pegó como si fuera la última cosa que le tocara hacer en el Mundial. Lo era, hasta que la red le infló las expectativas.