Los franjeados se fueron masticando la bronca por un partido que tenían absolutamente dominado y se les fue de las manos. Fueron amplios dominadores en el primer tiempo; su jugador maravilla, Carlos Grossmüller (premiado por la Asociación Uruguaya de Fútbol como el mejor de julio), los puso en ventaja y tenían todo a favor. No obstante, en el complemento cedieron espacio, Racing movió piezas, fue más punzante, y se encontró con un penal que Líber Quiñones, en el rebote, cambió por gol. Los dos siguen sin perder en el torneo, aunque los cerveceros aún no encuentran la victoria y están seriamente comprometidos con el descenso.
En el primer tiempo Danubio cargó varias veces sobre el área cervecera y tuvo su premio cerca del final. El zaguero Francisco Ibáñez, de Racing, quiso despejar y se llevó por delante a un hombre danubiano. El árbitro cobró el penal y Grosmüller lo cambió por gol. La tónica no varió mucho en el inicio del complemento. Si bien Racing tuvo más la pelota y comenzó a llegar al área rival, no estuvo fino y, en consecuencia, dejó espacios en el fondo. Los franjeados se conformaron con el resultado, cedieron espacio y aguantaron bien, pero no pudieron concretar la victoria.
El movimiento en los locales vino desde el banco para cerrar la mitad del campo y cortar varios circuitos por los que el cervecero intentaba llegar al empate. Eso salió bien y dejó muy incómodo a los de Sayago en la definición. Hubo alguna chance de Quiñones y Sebastián Fernández, que mejoró su rendimiento en el complemento, pero en todas las jugadas llegaban exigidos.
Sobre el final, ya de manera desesperada, una bola dio en la mano de un futbolista de Danubio y el árbitro Gustavo Tejera pitó penal. Cuándo no, Líber Quiñones se hizo cargo de la pena máxima y ejecutó. Su remate fue fuerte, contra el palo, pero Facundo Silva se lució. La suerte fue para el gordo, porque el rebote le cayó encima y puso el 1-1 definitivo.