A fines de los años 80 Central Palestino ganó torneos locales de Chuy, departamentales rochenses y también llegó a ser campeón del este, trampolín que lo llevó a jugar el Campeonato de Clubes Campeones del Interior, el torneo más prestigioso de la Organización del Fútbol del Interior (OFI) –actualmente denominado Copa Nacional de Clubes del Interior–, algo que ningún otro club chuiense pudo lograr, ni antes ni después. El club además participó en 1993 y 1994 en las dos ediciones del Torneo Integración, un certamen de corta vida en el que equipos de la OFI y de la Asociación Uruguaya de Fútbol peleaban por cupos para la Liguilla Pre Libertadores de América. Pero así como surgió, en 1994 la fuerte crisis que generó en la frontera el Plan Real impulsado por el entonces presidente brasileño Itamar Franco fue un puñal al corazón de la economía de la zona y por ende del club, desde sus inicios patrocinado por algunos integrantes de la próspera comunidad palestina de la zona. Luego de estar desafiliado y de un resurgimiento fallido en los años 90, los últimos registros de la liga regional de Chuy indican que en 1998 el club dejó oficialmente de competir.
Pero la marca había quedado.
La pelota y su contexto
Hoy lo que fue la vieja sede y concentración del Central Palestino se encuentra en un estado de total abandono.
Situada sobre la avenida Artigas, en la entrada de la ciudad de Chuy, en el derruido local apenas puede leerse, con esfuerzo, el nombre del club en la parte alta del edificio, que en su momento además supo ser sede de múltiples eventos sociales en la localidad fronteriza.
Si bien el club ya había competido en 1986 bajo el nombre de Central, con una camiseta a rayas rojas y blancas, fue el 21 de setiembre de 1987 que la institución se fundó oficialmente como Central Palestino, tomando como colores para su camiseta los de la bandera de la tierra madre: rojo, verde, blanco y negro. Desde el inicio el incipiente club encontró resistencias dentro del ambiente futbolero local, dominado históricamente por los clubes Nacional, Peñarol, San Vicente y Las Piedras, de la vecina localidad de 18 de Julio.
A partir de los comienzos de los años 60 comenzó a establecerse en Chuy una importante comunidad de población árabe, integrada básicamente por palestinos, libaneses, egipcios, sirios y jordanos.
Pero fueron los palestinos los que más crecieron en número e influencia en el lugar, gracias a su enorme expansión comercial, particularmente del lado brasileño de la frontera. El nacimiento de Central Palestino también debe ser explicado desde el contexto internacional en el que surgió.
En 1988, en un congreso llevado a cabo en la ciudad de Argel, la capital argelina, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) liderada por Yasser Arafat, hizo la declaración de independencia de Palestina. Esta declaración, si bien no explicitaba el reconocimiento del Estado de Israel, de hecho lo hizo, dejando de lado la histórica postura de la OLP, lo que abrió una larga y muy trabajosa etapa de negociaciones que culminaron con los Acuerdos de Oslo en 1993 y con la entrega del Premio Nobel de la Paz en 1994 a Arafat y a los dirigentes israelíes Isaac Rabin y Shimon Peres. Aquel fue un mínimo momento de una fragilísima armonía en medio del duro y problemático conflicto palestino-israelí.
Según se recuerda, en más de una ocasión el líder de la OLP hizo llegar sus felicitaciones al club luego de algún éxito deportivo. Además, según le aseguraron varias fuentes a la diaria, la esposa de uno de los colaboradores más estrechos de Arafat llegó a venir a Chuy a presenciar un partido del club. Al parecer, la mujer se encontraba visitando familiares en la zona de la triple frontera de Argentina, Brasil y Paraguay y, enterada de la existencia de esa pujante comunidad palestina en Chuy, decidió venir, al igual que hicieron en otras ocasiones integrantes de la comunidad palestina chilena, donde vive la diáspora palestina más grande fuera del mundo árabe e Israel y donde desde 1920 se desempeña futbolísticamente Palestino, club que llegó a ser campeón chileno en 1955 y 1978.
De todas maneras, y pese a todas las puntas políticas que había en torno a Central Palestino, Mustafá Salim, quien fue presidente de la institución entre 1989 y 1992, aseguró a la diaria que el club tenía otra finalidad. “Uno vive envuelto en una causa, no se puede separar a lo político de todo lo demás, pero dentro del club no se manejaban esos temas como primordiales; la importancia era, más que nada, social. Si vos me preguntás algo sobre la causa palestina, podemos conversar de eso sin ningún problema, pero poner al club como punta de lanza de la causa política no es correcto”, aseguró a la diaria este hombre oriundo de la ciudad palestina de Jenin, que llegó a Chuy en 1982 y que luego de tener un próspero negocio actualmente se dedica a vender lentes en la acera brasileña de la avenida fronteriza. Salim, quien tiene una actitud abierta aunque es parco y de pocas palabras, habla con una enorme nostalgia de los tiempos gloriosos de Central Palestino. “Perdimos plata con el club, pero yo no me arrepiento de nada y haría todo de nuevo. Porque socialmente ganamos mucho”, cuenta. “Logramos mostrar la parte humana y civilizada de nuestra comunidad, que no éramos monstruos de siete cabezas, y eso fue algo muy positivo”, concluye.
Si bien en su momento el mito hablaba de grandes capitales que llegaban desde Palestina para financiar al club, nada de cierto hay en eso. Ni siquiera había un apoyo monolítico de toda la comunidad palestina, sino que fueron apenas una decena de comerciantes quienes corrieron con las cuentas de Palestino durante sus años de existencia. Inequívocamente, todas las fuentes consultadas por la diaria coinciden en que el factótum de la institución siempre fue Ismail Shawan, un palestino nativo de la localidad de Sinjin, en Cisjordania, que fue el primer presidente del club.
A causa de la profunda crisis económica que afectó a la frontera en 1994, Shawan decidió retornar durante un tiempo a Palestina y actualmente reside en Porto Alegre. Hábil comerciante, Shawan era conocido además por sus decisiones intempestivas, que sorprendían a sus propios compañeros de directiva y que provocaron no pocas discusiones internas.
En los años iniciales del club, además de Shawan fueron clave en el crecimiento del club Fares Abderrahman, quien jugaba como delantero y posteriormente fue presidente de la institución en 1993 y 1994 –en ese último año dejó el país y se radicó en la ciudad brasileña de Pelotas, donde vive actualmente–, además de Nihad Fauad y Pedro Araújo, un preparador físico oriundo de la ciudad de Vergara, en el departamento de Treinta y Tres, que fue el primer director técnico del club.
Todos ellos ayudaron a germinar la semilla del Palestino.
Muchos ticholos y un Bizcocho
Luego de ascender a la Primera División de Chuy en 1988, Palestino dio un paso importante en su camino hacia la profesionalización y contrató como entrenador a Jesús Bizcocho Ramos, un ex jugador nacido en Castillos de larga trayectoria en el fútbol del este del país, quien desde hace más de tres décadas tiene una inmobiliaria en Chuy y que fue además el presidente del Rocha Fútbol Club que ganó el Torneo Apertura en 2005. Ramos, que desborda picardía futbolera en cada uno de sus comentarios, dirigió a Palestino en 1989, 1990 y 1991, período en el que el club despegó y ganó el torneo local, el departamental y el del este, llegando a jugar su primera final del Campeonato de Clubes Campeones del Interior con Fritsa, de Tacuarembó, en 1991.
Cuenta Ramos: “Cuando me llamaron nos reunimos acá en el Club Árabe y lo primero que le pregunté a Shawan es si ellos querían armar un club de fútbol o una institución. ‘Queremos una institución’, me contestó. ‘Bueno’, les dije, ‘entonces debemos tener una sede, una concentración, canchas para entrenar, ocuparnos de la alimentación, además de armar un equipo competitivo’”. Así se fueron sumando al plantel el arquero floridense Mario Viera –el padre de Sebastián–, el hermano del Bizcocho, Walter Cuta Ramos, el Cuchillo Nelson Quevedo, Carlos Dante Cardozo y el talentoso volante rochense Gerardo Machado, además de algunos valores de la colectividad palestina que ya estaban en el club. Ramos cuenta que fue necesario hacer un cambio de mentalidad general en el club para poder ser campeones y romper con la hegemonía de los tradicionales equipos de la zona. “Ganar por primera vez en el fútbol es dificilísimo, porque a los tipos no les da la cabeza. Vienen jugando bien, todo fenomenal, pero cuando llegan al límite, cuando faltan dos o tres partidos para ser campeones, entran a la cancha con un peso enorme. Entonces el técnico tiene que ocuparse de lo táctico y de lo psicológico. Hacerles la cabeza es la base, y también traer a los jugadores que se adapten a lo que vos querés hacer adentro de la cancha”, afirma Ramos. El ex entrenador estaba en todos los detalles y a veces hasta tenía que meterse en la vida privada de algunos de sus jugadores. “Había alguno que andaba mal, se había peleado con la novia, entrenaba sin ganas. Entonces yo iba hasta el negocio donde trabajaba la novia y le decía: ‘Chica, chica, arreglen sus cosas, porque mira que a tu novio lo preciso entero para el domingo’”, cuenta sonriente el Bizcocho con su marcado acento rochense.
En 1989 Palestino ganó por primera vez el título de la Primera División de Chuy, en 1990 logró el torneo departamental y en 1991 ganó el torneo del este, derrotando en la final a Palermo de Rocha, que por esos años era el neto dominador del fútbol de la zona. Ramos recuerda que en aquellas campañas el estadio Samuel Priliac se llenaba con frecuencia cuando jugaba Palestino, pero la mayoría de la gente no quería que ganara el equipo de “los turcos”. Parte de la sociedad chuiense nunca dejó de ver con recelo a Palestino. La expresión “turcos de mierda” siempre estuvo a la orden del día en el Priliac, aunque a medida que el equipo comenzó a avanzar en el Campeonato del Interior de 1991, la mayoría de los chuienses empezó a querer que el equipo de su pueblo ganara, pese a los recelos que siempre hubo respecto de la cerrada y próspera comunidad árabe. El colorido y el estruendo empezó a ser un elemento distintivo de las presentaciones de Palestino en cada lugar del país en el que jugaba, acompañado por las enormes y emblemáticas fogueteiras que armaban sus hinchas, con bombas brasileñas y humos con los colores del club, algo absolutamente desacostumbrado por esos años en el fútbol del interior.
Esplendor y derrota
En 1991, luego de derrotar a Palermo de Rocha, Central Palestino venció en las finales del torneo del este a Las Delicias de Minas, en las semifinales del Campeonato de Clubes Campeones del Interior los chuienses superaron a Porongos de Trinidad –un grande de verdad en el fútbol de la OFI–, y así se llegó a las finales con el Fritsa de Tacuarembó, equipo patrocinado por el poderoso frigorífico local. En el primer partido final, jugado en el Priliac con cerca de 4.000 personas en las tribunas, Palestino ganó 1-0 con un gol de tiro libre de Gerardo Machado. Para el partido de vuelta en Tacuarembó salieron desde Chuy más de 40 ómnibus llenos con cerca de 1.500 hinchas. Estaba todo dado para ser campeón. Pero, según comentó a la diaria una persona muy allegada al club en ese momento, “Ismail Shawan no quiso poner los 3.000 dólares que nos hubieran asegurado el campeonato, y los jueces nos mataron”. Fritsa ganó 3-1 y así se llegó a un tercer partido final que se jugó en la ciudad de Treinta y Tres y en el que nuevamente un éxodo de chuienses fue a alentar a su equipo, que fue ganando hasta los últimos diez minutos, pero terminó cayendo 2-1.
Pero la derrota no amilanó a Palestino, que en 1992 fue campeón de Chuy y departamental, aunque fue rápidamente eliminado en la Copa de Campeones del Interior.
1993 fue el año en el que Central Palestino entró definitivamente y para siempre en el imaginario del fútbol uruguayo, trascendiendo ampliamente el espectro de la OFI. El club llegó a las semifinales de la Copa de Campeones del Interior, donde fue derrotado por Quilmes de Florida, pero al estar entre los cuatro mejores del torneo accedió al Torneo Integración, certamen en el que equipos del interior y Montevideo peleaban por cupos para la Liguilla Pre Libertadores. Palestino, que en ese torneo fue dirigido por el rochense Jorge Méndez, tenía un gran equipo, en el que se destacaban el recordado Arturo Altez, el zaguero José Martillo Aguiar, Jorge Giordano, el delantero Álvaro Lois, Sergio Recoba y también Daniel Carreño, quien apenas cinco años antes había sido campeón de América y del mundo con Nacional. En el doble duelo con Cerro, ambos partidos terminaron 1-1. El juego de ida disputado en el Samuel Priliac fue arbitrado por un jovencísimo Jorge Larrionda, y en la revancha jugada en el estadio Luis Tróccoli Palestino cayó derrotado por penales y quedó fuera del torneo. La habitual fogueteira de Palestino en la cancha de Cerro llegó al paroxismo, y crónicas de la época aseguran que los hinchas chuienses tiraron más de 25.000 petardos cuando el equipo entró a la cancha. Incluso La Repúbica Sport, en su edición del 13 de diciembre de 1993, informó que durante el despliegue de pirotecnia resultaron heridos el arquero suplente de Palestino, Hugo Quevedo, así como el técnico Jorge Méndez y el preparador físico Ariel Sena.
El año siguiente, 1994, sería el último de esplendor de Central Palestino. Además de ganar por cuarta y última vez el torneo de Chuy, en la Copa de Campeones –ya dirigido por el experiente técnico floridense Mario Patrón– eliminó sucesivamente a Samán de Treinta y Tres, Nacional de Chuy, Lavalleja de Treinta y Tres y Tabaré de Rocha, hasta llegar a la final con Porongos de Trinidad. Esta vez, al revés de lo que había sucedido en 1991, la serie no fue pareja y los trinitarios ganaron 1-0 cuando fueron locales y dieron la vuelta en el Priliac, donde se impusieron 2-0. En su segunda y última participación en el Integración la mala racha de Palestino continuó: perdió 2-1 los dos partidos con River Plate.
Con la crisis económica ya dominando la frontera, estaba claro que los mejores años de Palestino habían pasado. Mucho más poderoso que los apretones de manos entre Arafat, Rabin y Shimon Peres, el brazo que ahorcó al club fue el del Plan Real que impulsó el ministro de Economía de Itamar Franco, Fernando Henrique Cardoso. La frontera brasileña dejó de ser tentadora para las mareas de compradores uruguayos y así numerosos y emblemáticos comercios cerraron sus puertas.
El final estaba escrito.
Una máquina de presente
En el Chuy o Chuí, como quieran llamarle –la ciudad está entre dos países pero tiene una sola alma–, todo el mundo tiene algo que decir sobre Palestino.
Pero es llamativo que en este emporio de lo material –porque eso también es Chuy– no hayamos podido encontrar durante nuestra visita ningún trofeo de los tantos que ganó la institución. Fuimos con Mustafá Salim hasta el Club Árabe, situado del lado brasileño de la frontera, al lado de la mezquita en construcción, pero no encontramos nada. Preguntando por los comercios y entre gente allegada al club todos tenían alguna vaga idea, pero luego de largas horas no pudimos ver, más allá de algunas viejas camisetas y muchas fotos de las épocas de bonanza, al menos un trofeo que atestiguara materialmente ese pasado glorioso. No es que alguien se los haya robado –esas copas estaban hechas básicamente de plástico y algún metal no muy noble, por lo que su valor comercial es ínfimo–, sino que simplemente fueron olvidados y permanecen, quizá, en alguno de los centenares de depósitos que existen en Chuy, como vestigios mudos de un momento único en la vida de muchas personas, de una comunidad y de una ciudad.
Fares Abderrahman, presidente del club en 1993 y 1994, contó a la diaria desde Pelotas que cuando habla de Central Palestino no puede evitar la nostalgia, y aseguró que luego de irse de Chuy estuvo más de diez años sin mirar fútbol. Abderrahman también aseguró que el retorno del club, anunciado en varias ocasiones durante estos últimos años, no es viable.
Actualmente la liga local de Chuy prácticamente no existe. Se juegan solamente unos pocos partidos al año y el dominador suele ser el Internacional, un equipo carente de tradición, oriundo de la Barra del Chuy y con escaso arraigo popular. Muy lejos quedaron los días en los que el Samuel Priliac explotaba de gente; hoy es una cancha en estado de semiabandono.
Como me contó un lúcido amigo que vivió allí y conoce mucho la idiosincrasia de la frontera, la ciudad de Chuy es una máquina de presente. No hay mucho margen ni lugar para estar recordando ni registrando. Es tan inestable el futuro inmediato que cualquier pasado puede ser extraño y ajeno. Además en Chuy, quizá como en pocos lugares del país, hay una enorme movilidad de la población. La gente llega y se va con mucha frecuencia.
Central Palestino fue una fiebre de un momento particular, de la gente que habitaba el lugar en esos años y también de un momento especial del tipo de cambio, de un ciclo específico que terminó y ya no tiene nada que ver con el presente. Chuy no tiene continuidad en su memoria, pero, pese a ello, no fueron pocos los lugareños que nos dijeron durante nuestra visita: “Miren que el Palestino está para volver, ¿eh?”.
El recorrido de Central Palestino
2 presencias en el Torneo Integración OFI-AUF: 1993 y 1994
4 presencias en el Campeonato de Clubes Campeones del Interior (CCCI): 1991, 1992, 1993, 1994
2 veces vicecampeón del CCCI: 1991 y 1994 (la primera final perdió con Fritsa de Tacuarembó y la segunda con Porongos de Trinidad)
1 vez campeón del Este 1991
1 vez campeón departamental (Rocha) 1990
3 veces campeón del Sector Interior de Rocha (ex Sector 2): 1991, 1992, 1993
Campeón de Chuy en 1989, 1990 (Liguilla), 1992 y 1994