Práctico, efectivo, superior. Así ganó Nacional, que no afloja y sigue mirando a todos desde arriba. Noveno triunfo al hilo del bolso, séptimo en siete en el Torneo Clausura. Álvaro Gutiérrez, gran responsable del momento tricolor, la tiene clara: “A veces se dan los partidos. Por momentos hemos jugado muy bien y por momentos no tanto, pero nos llevamos la victoria. Soportar estar en el fondo de la bolsa e ir subiendo hace que todo el mundo esté enchufado. Aún no hemos ganado nada”.
Cuando la cosa recién se armaba y del partido se veían apenas esbozos de lo que podía ser, los albos lo torcieron rápidamente. La jugada fue de laboratorio, de esas que salen de un córner pero no se tiran al área. Fue todo lo contrario: Gonzalo Castro se la jugó a Brian Ocampo, el volante cargó el botín mientras se fue perfilando, también peleó con un defensor para sacárselo de encima con un manotazo, y pateó. Fulminó al arquero Carlos Techera, que nada pudo hacer.
Con el gol a favor, Nacional puso el piloto automático. Defendió bien, como acostumbra, y manejó la pelota con criterio. Hubo chispazos de Chory Castro, algo del argentino Gonzalo Bergessio y poco más. En su arco, salvo por un disparo de José Luis Tancredi, no hubo peligro.
Nacional no es vistoso, pero le sobra efectividad. En la segunda parte el bolso siguió controlando el juego, a tal punto que Luis Mejía casi no la tocó. Lo de Cerro fueron chispazos, pero nunca llegó a inquietar. En esos ratos en que el albiceleste intentó, siempre apareció Guzmán Corujo para cerrar, tanto por arriba como por abajo. En definitiva, una conclusión por insistencia: Nacional defiende muy bien.
En la ofensiva, si bien el juego estuvo lejos de su mejor versión, el bolso tuvo paciencia, esperó y recién sobre el cierre, cuando se juntaron dos de la cantera, Thiago Vecino y Santiago Rodríguez, se aseguró el triunfo con un gol de este último.