Ella quería ser futbolista. Cuando niña, en el reparto de su tiempo, la pelota y el juego estuvieron presentes allá por Val-d'Oise, en la vuelta de París. En esa etapa de formación a través del fútbol compartió tiempo, pelota y juego con niños, tal y como lo hacen los países que tienen fútbol infantil de avanzada: mixto, como en Uruguay. Tal vez tratándose de algo vocacional -como cuenta la leyenda y porque dos de sus hermanos estaban ligados al referato-, pero también con mucho de la curiosidad adolescente, cuando tenía 13 años fue a algunas clases de arbitraje. No fue hasta los 19 que se decidió por estudiar para ser árbitra profesional. Hace unos días leí esta frase del atleta Kilian Jornet: “Llega un día en la vida en que debes decidir qué tren quieres tomar y, una vez en él, no puedes pensar lo que ocurriría si tomaras otro”. Entre el pasado y el futuro, así se forjó Stéphanie Frappart.
Antes de los 30 años debutó como profesional en la Segunda División Francesa, la Ligue 2. Fue la primera mujer en hacerlo. Tiempo después, en 2015, arbitró dos partidos en el Mundial Femenino de Canadá. Ese mismo año, pero en el fútbol galo, un entrenador la señaló por no cobrar un penal. “Es complicado para una mujer arbitrar en un deporte de hombres”, esgrimió el señor. Frappart crecía, soñaba con los pies en la tierra: “He subido los peldaños de mi carrera uno por uno. Hace 20 años que soy árbitra y no me he encontrado en la elite de la noche a la mañana”, concluyó tiempo después.
Su despegue fue en 2019. Primero fue designada para integrar la nómina de jueces de la Ligue 1 -Le Championnat, para los añorantes-. Ya impartió justicia en esos campos: cuando se enfrentaron el Amiens y el Estrasburgo, fue la primera mujer en hacerlo. Además, antes, Frappart hizo muy bien su trabajo en el Mundial Femenino de Francia, campeonato donde, el 7 de julio, como premio pero gracias a sus méritos, arbitró la final entre Estados Unidos y Holanda.
En un hecho sin precedentes en la FIFA, Stéphanie Frappart fue designada para dirigir la final de la Supercopa de Europa. Ella, acompañada por su compatriota Manuela Nicosi y la irlandesa Michelle O’Neal, fueron quienes comandaron el partido entre el campeón de la Champions League, Liverpool, y el campeón de la Europa League, Chelsea. El 14 de agosto como fecha para siempre. Frank Lampart, crack inglés, ahora entrenador del Chelsea, explicitó su posición al respecto y comentó estar muy contento por formar parte de este momento en la historia.
Fue histórico que una mujer arbitrara la final de la Supercopa europea. Claro que sí. Pero más histórico es igualar, dar oportunidades, repartir más equitativamente las oportunidades. Frappart se suma a la pequeña lista de árbitras en partidos profesionales masculinos en Europa: la alemana Bibiana Steinhaus, primera mujer en dirigir en la Bundesliga; la suiza Nicole Petignat, quien arbitró en la Copa de la UEFA entre 2004 y 2009.
“No es mi primera misión, así que estoy preparada”, afirmó Frappart en la conferencia de prensa previa al Liverpool-Chelsea. Y planteó un desafío conjugado en presente y en futuro: “No hay mucha diferencia. El fútbol es el mismo. Son los equipos los que juegan distinto, pero es el mismo juego para hombres y mujeres, y para mí como árbitro es lo mismo”.