Nació el 28 de febrero de 1999. Saque usted la cuenta de sus años. Si emboca o si le erra, da igual. Algunos le dicen El niño maravilla, otros lo llaman Luka Legend. Para niño ya se le pasó el cuarto de hora y para leyenda le falta un hervor, tal vez. Da igual: los mayores, los niños, las viejas y las jóvenes, es decir, cualquier persona que mire básquetbol, por mucho o poco conocimiento que tenga, aunque le sobren las palabras o no sepan cómo explicarlo, como si se tratase de un truco de magia, todos, pero absolutamente todos, deben coincidir en algo: Luka Doncic es un fenómeno.
No es un libro exitista. Podría serlo, porque si algo no le falta a Doncic son laureles: oro con Eslovenia en el Europeo de 2017; tres ligas, dos Copas del Rey, una Intercontinental y una Euroliga con el Real Madrid; más muchos premios individuales, entre los que se destaca haber sido el novato del año en la NBA en 2019, haber jugado dos All-Star, integrar dos años seguidos (2020 y 2021) el mejor quinteto de la NBA, ser el segundo jugador que ha logrado más partidos consecutivos (20) con al menos 20 puntos, 5 asistencias y 5 rebotes en cada juego, superando los 18 partidos de un tal –nos ponemos de pie, por favor– Michael Jordan, entre muchos récords más. Pero no, no va por ahí el libro. Sí los destaca, claro, porque ganar forma parte de la carrera de Doncic. Es una apuesta muy inteligente de Ernesto Rodríguez, el escritor, porque en la era de la hiperinformación, para tener un panorama del básquet de Doncic basta con ver partidos o, si son más quedados o necesitan adrenalina rápida, resúmenes.
Lejos del exitismo, la biografía novelada de Doncic destaca su humanidad. Quiero decir: la relación con sus padres en Europa del Este; el talento innato desde que tenía ocho años y lo mandaron jugar con chiquilines cuatro o cinco años más grandes; sus gestos, esa sonrisa que tanto muestra en una charla con sus amigos, luego de embocar un triple sobre la bocina o después de que un entrenador lo retara a los gritos; la relación con sus pares, el respeto, la buena energía, la naturalidad en la derrota y la mesura en las victorias. En conclusión: la persona en tanto deportista, el basquetbolista en tanto individuo. Lo que llamamos integridad, en suma, mucho más interesante que conocer las ganadas de cualquier deportista.
Ilustraciones excelentes
En la contratapa el libro dice ser apto para lectores de diez a 99 años. Es genial. Pero, además, pongamos que para las franjas que quedan fuera, los menores de diez y los de 100 en adelante, hay una muy buena alternativa que hace al goce: las ilustraciones.
Su nombre es Luka tiene el lenguaje del cómic. En muchos de sus capítulos el autor apela a los dibujos para graficar situaciones puntales de Doncic: su viaje a Roma para definir un torneo juvenil, la vez que Andrés Nocioni le gritó en la cara, cuando Sergio Llull le sacó conversación, ilustraciones de las veces que levantó títulos o sus postales en la NBA son algunas de ellas. Todas aportan a la subjetividad del relato, y cada uno, será con 11 o con 85 años, armará la historia de Doncic en su cabeza.
En el final diré que no me gustan las biografías de deportistas vigentes o, como este, recién salidos del cascarón. No me gustan por inconclusas, porque queda vida por delante, no porque las encuentre mal ni nada parecido. Pero es en esto donde, justamente, le hallo otro punto a favor al libro: cierra diciendo continuará. Será con una biografía más, con otro libro o libros añadidos, con una edición actualizada, no lo sabemos. Lo que sí sé es que la honestidad intelectual juega de titular en mi quinteto.
Tipografía para disléxicos
Las definiciones de dislexia van desde que es una dificultad en el aprendizaje de la lectura o la escritura hasta una incapacidad parcial o total para comprender lo que se lee. Va por ahí. Una persona con dislexia suele tener errores que son variados: cambiar una letra por otra, sacar o agregar letras que no corresponden, sustituir las palabras, invertir el orden de las letras formando otra palabra que no es, etcétera. La mayoría de errores surgen al leer (por lo general en imprenta, no en la escritura a mano) letras que son visualmente parecidas: p/q; d/b; b/g; u/n; p/d; g/p; a/e. Y claro, como la mayoría de los libros están escritos en imprenta (por no decir todos los libros), el autor y el editor de Su nombre es Luka decidieron que estas páginas estuvieran escritas en una tipografía adaptada para personas con dislexia, como forma de hacerlo más inclusivo.