Mikael Aprahamian llegó a su debut olímpico con la ilusión de poder dar pelea, y vaya si lo hizo. El uruguayo, número 82 del ránking clasificatorio, se enfrentó al sueco Robin Pacek y, tras cuatro minutos de combate en los que la igualdad se mantuvo, consiguió forzar el punto de oro.
Aprahamian, siempre agresivo en busca del movimiento ganador, tenía sumamente estudiado a su rival. La mano en la solapa, siempre molestando al sueco, mientras que su entrenador español elogiaba desde el costado del tatami, el kumi kata (técnicas de agarre) de Mika.
Finalmente, en un intento de entrada del uruguayo, Pacek, número 28 del mundo, consiguiño contraatacar y vencer por ippon al judoka celeste. Fue una lucha larga, que ambos terminaron exhaustos.
Lamentablemente, en el movimiento de la derrota, Mika se abrió de piernas y sufrió una lesión que lo obligó a dejar el área de combate siendo asistido por su entrenador. Fue el final de su participación en estos Juegos Olímpicos de Tokio, pero fue una presencia que no pasó desapercibida en la sede mundial del judo, el Nippon Budokan, centro de artes marciales construido para Tokio 1964.
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