En el estadio de Al Thumama, en el segundo partido del grupo A, Países Bajos derrotó 2-0 a Senegal con dos goles en los últimos minutos del partido de Gakpo y Klaassen, y quedó junto a Ecuador liderando la zona. Fue un partido interesantísimo con verdadero clima de campeonato mundial.
Vengo del futuro a decirles que dentro de unos años habrá una rectificación histórica, que dirá que el Mundial de Qatar empezó verdaderamente el día que jugaron en el estadio Al Thumama Senegal y Países Bajos. Todo podría haber sucedido por una crónica de la diaria en la que se establecía que en ese partido sí se había sentido el espíritu, el clima, la sensación única de un mundial con las lonjas de Senegal repicando como banda sonora de un espectáculo sin igual, con los holandeses tiñendo de naranja las tribunas y el campo.
Meta lonja y tangerina
Un clímax excepcional y que coincide con las principales sensaciones y lineamientos tanto técnicos como emocionales de un mundial. Senegal puso a los holandeses entre su campo y los miles de hinchas africanos, que bajaban abundantemente en la tribuna de atrás del arco de Noppert, el cuidacaños de Países Bajos. Un infierno, incontenible Ismaila Sarr a pura potencia y destreza, enloqueciendo a la defensa naranja.
Los holandeses salieron de la asfixia pasados los 10 minutos de juego al demostrar con largos y precisos ataques la extrema peligrosidad de sus avances. La primera de Holanda fue una trepada por derecha de Daley Blind, que en su centro de la muerte salvó con un cierre excepcional Koulibaly.
En uno de esos largos contragolpes sobre patines, a Frenkie de Jong le sobró tijera como si estuviese recortando cintas de inauguración, y recortó tanto que estando solo frente al arquero terminó dando oportunidad a la zaga a despejar. Virgil van Dijk fue decisivo en la última línea naranja y le puso cabeza literal y metafóricamente a su defensa, salvando con esa parte de su cuerpo un disparo que iba al gol.
Fue una primera parte disfrutable y extenuante, para un rato después volver a empezar con la incertidumbre de si el partido se volvería a presentar con esas condiciones de dominio africano, y de expectante respuesta de los holandeses.
El fútbol es divino, es raro, muestra nuestras costumbres, nuestro lenguaje táctico, nuestras formas de arriesgar o conservar. En Uruguay, desde chatitas en el baby, el golero saca con dos opciones de pase a sus zagueros que están clavados como futbolito en el área chica. Seguramente el fornido aspirante a la promoción en jardinera le pegara un dedazo para sacar, sí, pero sacarla bien lejos del arco.
En Senegal no debe haber baby fútbol, pero sus fornidos y potentes futbolistas se paran en los extremos del área chica para el saque de meta y arriesgan hasta lo indecible jugando en esos pocos metros tan cercanos a su propia meta para hacer que los rivales presionen y les quede cancha libre. ¡Mamita! Dejate de cosas, si soy senegalés me viene un ataque.
Fue más parejo en cuanto a posiciones de ataque el complemento, y casi que se invirtieron los roles, porque los holandeses atacaron con más continuidad y los senegaleses debieron redoblar su atención defensiva y salir de contra.
Todo hasta que, faltando cinco minutos para el final, Cody Gakpo se anticipó por un microsegundo a la salida del arquero senegalés y cabeceó a las redes. Ni justo, ni injusto: fútbol.
Casi lo empata enseguida Senegal con un impensado tiro de Pape Gueye y enorme atajada de Noppert, pero ya después no le dieron las fuerzas, y en lo último de lo último, en un contragolpe naranja llegó el segundo gol holandés de parte de Klaassen, que tras tomar un rebote del golero Mendy remachó el partido con fuerte zurdazo. Empezó el Mundial.
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