Nacional venció 3-1 a Peñarol en el Parque Central con goles de Mathías Laborda, Luis Suárez y Camilo Cándido, y mantiene el liderazgo absoluto de la tabla anual aumentando exageradamente la diferencia sobre sus perseguidores y dejando a Peñarol muy lejos de todo. El gol carbonero, que fue descuento cuando iban 2-0, fue de Kevin Méndez. Los tricolores fueron superiores en todo momento y jugaron al influjo de la indiscutible calidad de Suárez, que fue el eje virtuoso de la victoria y del juego de sus compañeros.

17:40 del domingo 4 de setiembre del 2022. Ha terminado el clásico con la victoria de Nacional por 3-1 en el día del retorno clásico de Luis Suárez. El 9 levanta los brazos, pero de inmediato se dedica a abrazar y saludar a sus vencidos. El Parque Central explotó de júbilo, gritos y festejos, pero para nada pasa desapercibida la acción del crack marcando el camino.

No, no es cierto que el clásico sea el partido más importante del fútbol uruguayo. El partido más importante es el de cada club, cada fin de semana; pero sí es cierto que se trata del evento sociocultural deportivo más removedor de la competición interna. Directa o tangencialmente todos estamos involucrados durante ese par de horas. Los hay los que lo viven por días y semanas, los hay los que les determina el ánimo y el humor por todo lo que venga, y los hay aquellos que sólo conectan cuando sucede, pero a nadie le pasa desapercibido tamaño acontecimiento.

A la cancha

La caldera del diablo hirvió. Como en 1929, cuando el último clásico con espectadores en el Parque Central, pero con todo lo que significan 93 años de evolución y crecimiento del espectáculo del fútbol.

Nacional tomó la iniciativa, tal vez por modelo de juego, por estar en casa y en un momento especial, por acumulación de buenos resultados, y claro está por la inocultable presencia de un crack de elite mundial como Suárez liderando todo. Es el Mago Scarone volviendo del Barcelona en 1927.

Con Alfonso Trezza, Franco Fagúndez y Camilo Cándido por detrás de Suárez, los tricolores armaron la telaraña con la que fueron envolviendo a Peñarol.

Durante todo el tiempo la pelota fue de Nacional, y aunque parezca un detalle accesorio, el juego de espaldas de Suarez fue el eje central de la posesión segura y con verticalidad.

Yendo 0-0, la acumulación de jugadas en el área aurinegra ya era un índice que no se podía pasar por alto en el mapeo del partido. Casi como un principio dogmático el equipo de Repetto nunca eligió el centro ni el pelotazo aún en situaciones en las que parecía podía correr ese riesgo de dividir. En el fin del primer tiempo, en el enésimo córner para Nacional, Fagúndez ubicó la pelota y le pegó fuerte, como para que un físico pudiera explicar en cuantos Newton se multiplicó la fuerza y velocidad de la pelota cuando el fraybentino Laborda se elevó solito e impactó la pelota con fortísimo cabezazo que venció a Dawson, como corolario de 45 minutos en los que Nacional había sido muy superior y era merecedor de esa diferencia.

Volver

La segunda parte comenzó con los mismos lineamientos de todo el primer tiempo, pero con la enorme variable de la ventaja en el gol de los tricolores.

Iban siete minutos. Luis Suárez andaba ahí. La pelota sobre el flanco derecho y el Gordo a dos manos, como queriendo disimular y ser ostensible a la vez, demanda que le den la pelota que viene saltando como una gimnasta sobre la barra. El goleador, que la condujo sin tocarla, uno, dos, tres saltitos del cuero sobre el verde, y Luis preparó su gastada pierna izquierda para colgarla inalcanzable al ángulo.

En medio de la exaltación por el gol de Suarez por el 2-0 de Nacional, llegó el descuento de los aurinegros a los 15' de la segunda parte con un ajustadísimo remate de Kevin Méndez contra el palo.

Inaceptables desbordes de violencia que desnudaron severas falencias en la seguridad con lanzamientos de bengalas y piedras, paralizaron el juego por varios minutos. Se desnaturalizó por completo el partido, que recién se reanudó casi diez minutos después.

Hubo cambios, pero la matriz siguió siendo la misma, y en otro ataque de Nacional, Trezza la peleó, la consiguió y tomó la mejor decisión: dejársela a Cándido, que enganchó de izquierda a derecha y la anidó en las redes contra el palo izquierdo de Dawson.

Nacional pudo haber hecho el cuarto, con Suárez con la batuta de su orquesta y el atril de la sensibilidad y la calidad sosteniendo su partitura. Fue un triunfo inolvidable, el del día que Suárez volvió a jugar el clásico.