Una locura.

Único.

Inexplicable.

Decenas de miles de personas que tal vez nunca lo han visto jugar, con una camiseta que hasta hoy nunca se ha puesto, en un idioma que no es el mismo, llenan y rellenan el Arena do Gremio para recibir y saludar a Luisito.

Cuando llegó el momento de que apareciera el 9 en la cancha, el conductor del espectáculo, enfervorizado después de repasar el increíble y gordo currículo de Luis, dijo aquí está nosso centroavante, y el foco seguidor iluminó el rostro sonriente de Suárez, como si recién hubiese mandado la bola a las redes, y su seriedad y responsabilidad germinara en alegría para todos, mientras de las tribunas, desde las casas, desde las calles, la gente gritaba a garganta pelada por él.

La llegada y presentación de Luis Alberto Suárez a Gremio de Porto Alegre fue apoteósica. La gente hizo explotar el estadio y gritó en portugués ¡Suárez! ¡Suárez! ¡Sua-riz! ¡Sua-riz! Parecía que estaban esperando a un rockstar, a un héroe, a un líder mundial.

Es inexplicable lo que irradia y reparte el salteño.

Es conmovedor, por Suárez y por el fútbol. En el momento cúlmine, cuando en el estadio gritaban enloquecidos y enfervorizados miles y miles de torcedores, y en la transmisión en vivo del canal de Gremio TV, y en los envíos también en directo de las cadenas comerciales deportivas brasileñas, los asistentes se sumaban en cientos de miles, apareció Luis junto al presidente Alberto Guerra, que al lado de Suárez, y antes de empezar a presentar al salteño, saluda a la familia de Pelé. La gente seguía gritando por Suarez, y antes de que Luis dijera sus primeras palabras en portugués, el presidente le entregó los carné de socios de toda la familia, y además se exhibieron saludos de Arthur, Lucas Leiva, Neymar, Sergi Busquets, Diego Lugano, y una grabación de sus hijos, Delfina, Benjamín, y Lautaro (que estaban junto a él) deseándole éxitos, goles y campeonato.

Luis explicó en portugués que se le haría muy difícil hablar en ese idioma, pero que lo haría, y se abrió para esos miles de torcedores contando su alegría de estar en el tricolor gaúcho. Después ya en español “para que pueda ser claro en lo que vengo a ofrecer” dijo “voy a jugar al fútbol, a hacer goles, y a tratar de ganar títulos para intentar devolver al Gremio al lugar donde tiene que estar”, al tiempo que hacía el rito de besar los tres dedos con el que festeja sus goles, agradeció y anunció que se viene un año de festejos.

Después la vuelta olímpica, con la familia, y a paso de Nasazzi y los suyos, cuando iniciaron e inventaron este símbolo único de satisfacción, educación y alegría hace 99 años, el 9 de junio de 1924 en Colombes, Francia, Luis Suárez, el más grande goleador de la selección uruguaya, fue devolviendo alegría y sonrisas a cada uno de los miles de torcedores que estaban allí.

El salteño tendrá su primera experiencia fuera de Uruguay en el continente americano, pero sin embargo la de Gremio será su camiseta internacional después de haber vestido la de Groningen y Ajax de Holanda, Liverpool de Inglaterra, y Barcelona y Atlético Madrid de España, además obviamente de la de Nacional en Uruguay que fue la última que vistió consagrándose campeón en el año que finalizó.

Suarez, que firmó contrato por dos años con el club tricolor de Porto Alegre, podría llegar a tener minutos ya el próximo 17 de enero en la Arena do Gremio, en el partido que da inicio a la temporada de la Federación Gaúcha con la disputa de la Recopa Gaúcha ante Sao Luiz. Gremio está temporada, la de su retorno junto con Vasco da Gama a la primera división brasileña, compite en el Gauchao, el campeonato estadual de Río Grande do Sul, después juega el Brasileirao, y en simultáneo tratará de ir avanzando en la Taca Brasil. Impactante.

Único.

Ele tem jeito.

Suárez, futebol e cimarrao.