Con dos goles de Federico Martínez, uno en cada tiempo, Nacional venció como visitante en el Centenario a Racing 2-1. El gol de los de Sayago lo anotó Octavio Rivero de penal en el primer tiempo.
Cuando algo, el fútbol, se transforma en un insumo emocional de nuestra vida cotidiana, su ausencia nos va horadando y una suerte de angustia como la de una llovizna fría se va apoderando de nuestros días.
Por el contrario, cuando como un sol de primavera vuelve a aparecer en nuestras horas, se sacuden nuestras vibras y parece que todo vuelve a florecer. No importa quién juegue, no importa qué tan cerca o lejos esté pasando, pero pasa y son los nuestros, nuestros jugadores, nuestras camisetas, las que dan vida al verde de los campos, y entonces todo es mejor, aunque después perdamos o ganemos, o ganen ellos, o empaten aquellos, aunque haya que volver en un ómnibus lleno, aunque te quedes sin vuelta.
Cuando Racing mandó
Ese entusiasmo por la vuelta, por vivirlo de nuevo tras un mes sin fútbol profesional, por alzar la bandera de los profesionales y sus condiciones de trabajo, se multiplicó para los hinchas de Racing o los seguidores en general de nuestro fútbol, o los anti Nacional, porque el nuevo equipo de Eduardo Espinel empezó de manera estupenda, mirando el arco de enfrente, cargando por las bandas a toda velocidad y poniendo pelotas difíciles para los defensas tricolores, que bartolearon como pudieron en los primeros diez minutos.
La decisión albiverde de salir a atacar desde el principio directamente activó que todos los futbolistas de acciones generalmente de ofensiva –José Rulo Varela, Jonathan Urretaviscaya, Tomás Verón Lupi, Martín Alaniz y Rivero–, la mitad de la decena de futbolistas que acompañaban al golero panameño Luis Mejía, explotaran sus mejores capacidades con la pelota desbordando en número y en creatividad a los tricolores que pretendían defender su zona.
Fue así por un buen rato, pero esto es fútbol y a los 26 minutos, en el primer ataque de Nacional, llegó el primer gol de Martínez, que de media vuelta y con gran poder de resolución, puso el 1-0 al tomar a un par de metros del arco un rebote de una gran atajada de Manotas Mejía a un cabezazo de Juan Ignacio Ramírez. No piensen que había sido una gran jugada de ataque, pero sí fue una gran acción de Diego Didi Zabala que, apenas pasando la media cancha, metió un pase puñalada para la carrera y el cabezazo de Ramírez.
El cambio en el resultado no cambió el partido. Por eso, después de un par de ataques picantes de los de Sayago, llegó el empate de penal que convirtió el olimareño Rivero tras una mano de Polenta que se cobró por el llamado del VAR.
Angustia y afloje
Puede que haya habido unos minutos de menor angustia para los tricolores, con la prensa filtrando lo que aparentemente decían en off algunos directivos: que si Nacional no ganaba, Álvaro Gutiérrez sería cesado. Pero no fue más que eso. Racing siguió con su impostura de poblar el área contraria y mostrando que podía hasta que se fueron al descanso.
¿Por qué Nacional no logró nunca imponer su juego? Porque fue superado en desarrollo y propuesta por su rival, porque no lograba, a pesar de la reaparición de Francisco Ginella después de una larga ausencia por lesión, controlar y crear desde el medio, pero en el equipo de Gutiérrez tampoco funcionaba el pase largo ni la capacidad individual de algunas de sus figuras.
En el segundo tiempo la desesperación de los tricolores fue in crescendo hasta los 12 minutos, con una jugada que otra vez arrancó con una habilitación al Colo Ramírez, que definió, volvió a atajar Mejía y, nuevamente al borde del área chica y pescando, Martínez metió su doblete para dejar las cosas 2-1.
Faltaba media hora y parecía que podía establecerse Nacional, pero apareció la tensión nuevamente porque Diego Polenta, con doble amarilla, dejó a su equipo con uno menoscuando todavía faltaba mucho. Un rato después también quedaba Racing con diez por la expulsión por doble amarilla del argentino Leandro Vega. Ambos directores técnicos decidieron que debían rearmar su línea defensiva y promovieron el ingreso de centrales –Franco Romero en Nacional y Emiliano Velázquez en Racing– y quitaron volantes ofensivos.
El partido cambió. Pareció que Racing sintió el desgaste, mientras que Nacional, con el objetivo central y casi único, no podía hacer mucho más que tratar de defenderse y tener la pelota. Esa sensación de todo puede pasar, todo puede derrumbarse se mantuvo hasta que con el pitazo final, por lo menos por unos días, cesó la tormenta para los tricolores.