Boston River consiguió una estupenda victoria ante Nacional 2-0 con un gol en cada tiempo, se reacomodó en el Clausura e indirectamente hundió a Nacional, que quedó a gran distancia de Peñarol: a 9 en la Anual y a 5 en el Clausura, lo que lo aleja de la posibilidad de pelear el Uruguayo.
Los goles del equipo de Alejandro Apud, que planteó muy bien el partido, fueron anotados por Juan Manuel Gutiérrez y Gianni Rodríguez. Ahora Boston River sigue bien de cerca a Peñarol y Liverpool en el Clausura y además se mete en el pelotón de los que van a copas internacionales. Nacional quedó muy mal, y no se sabe cómo evolucionará la situación de cuerpo técnico y plantel, que no pudieron dar vuelta una situación complicada.
Todo mal
El comienzo del partido fue lento, inconexo, trabado. Las razones de la falta de acierto pudieron deberse a la postura que tomaban ambas oncenas, con Nacional tal vez con el foco de protagonista pero sin apurar las acciones y buscando encontrar la conexión que lo hiciera desnivelar.
Esas jugadas no aparecían. Sí lo hacían las frustraciones por la falta de conexión, las fallas en la entrega, los errores no forzados, mientras que Boston River, que había armado una estructura con tres zagueros centrales que permitía que fueran cinco los defensas o los mediocampistas, recuperaba la pelota y en ocasiones procuraba salir en velocidad, cosa que logró con el riverense Emiliano Gómez, que pareció desequilibrante en un par de oportunidades, lo que generó ataques casi mano a mano.
Había tenido una jugada de extremo peligro el elenco rojiverde, un rotundo casi gol, y varias de las que generan manos en la frente, giros de no creer, como mirando el pizarrón de la quiniela. Parecía que en la gestión de ataque estaba dejando pasar alguna oportunidad hasta que Gómez le robó una pelota a Diego Polenta, que estaba claramente mal –en los pasillos se había escuchado que estaba con malestares–, abrió hacia la izquierda y Gutiérrez sacó un fierrazo impresionante que se metió en el ángulo superior derecho de Salvador Ichazo.
Por varios minutos se había advertido que la extrema defensa tricolor estaba fallando, tal vez por algún problema de Polenta, que no se veía en su plenitud, pero también por la desconexión en la gestión colectiva de neutralizar y armar era notoria.
“No jodan, muchachos”, les gritó retando Álvaro Gutiérrez con la intención de pegar un sacudón en un momento que podía iniciar una situación de colapso.
El trámite de juego siguió siendo el mismo a pesar de que el resultado había cambiado. Nacional siguió fracasando en todos sus intentos, en los defensivos y en los de concepción de juego, y Boston River siguió generando sensaciones de ofensiva que ponían en riesgo el arco de Ichazo, como por ejemplo en una definición cara a cara de Gómez, que le pasó la pelota entre las piernas al golero, pero la guinda salió apenas contra el caño.
Ganas e ilusiones
Ese cuarto de hora en los vestuarios, esos 15 minutos en la tribuna, con el campo vacío a veces funciona como nivelador emocional o como lanzador de mágicas ilusiones que a veces empujan junto con los gritos del técnico.
A los 15 del complemento llegó lo largamente esperado por el Turco Apud y sus futbolistas, que los conmovió de alegría; también un golpe duro, una sensación de oscuridad y estremecimiento para Álvaro Gutiérrez y sus jugadores: fue el segundo y merecido gol de Boston River. Llegó con una pelota que devolvió pobremente la defensa tricolor y, sin que nadie le impidiera llegar de frente al arco, desde la medialuna Gianni Rodríguez metió un zurdazo poco ortodoxo, como barriéndose hacia adelante y llegando con el puntín para ponerla contra el caño de Ichazo.
Bostón River siguió haciendo músculo de ilusiones y certezas, y Nacional, aún con los cambios, los que había hecho 15 minutos antes en tríada cuando entraron Gonzalo Carneiro, el Indio Emiliano Velázquez y Lucas Morales, y los que hizo después, con los ingresos de Juan Ignacio Ramírez y Franco Fagúndez, quedó hundido en un mar de fallas y frustraciones. No había una sola jugada, un solo jugador que hiciera pensar que aquello podía cambiar.
Un gran triunfo de Boston River, una gran derrota de Nacional, que en ambos casos generará seguramente situaciones a futuro.