No fue un partido más. No fue una victoria más. Pase lo que pase, este plantel de Liverpool sigue haciendo historia. En la primera final por el Uruguayo en su casa, el viejo Belvedere, derrotó, y bien, por 2-0 a Peñarol con dos goles en el segundo tiempo de sus artilleros Thiago Vecino y Ruben Bentancourt.
El partido se resolvió en la parte complementaria, donde aparecieron nuevas variables: cambios oportunos, expulsiones tontas y manejo del juego de parte de los que sabían que estaban en condiciones de llevar a su equipo hasta el minuto final en victoria.
En tal sentido, fue estupendo el partido perfecto de Sebastián Britos en el arco, la línea de cuatro con amplios destaques para Federico Pereira y Miguel Samudio, y un parejo y muy buen partido del Mudo Martín Barrios, que fue titular, Luciano Rodríguez, Vecino y Bentancourt desde que entró.
El partido se pareció más a los cruces que antecedieron a la semifinal del Centenario, donde Liverpool fue un equipo sólido capaz de desequilibrar a cualquier rival, incluso a Peñarol, que venía de probar con éxito un planteo de competencia.
La gente se abrazaba con frenesí en las tribunas, los jugadores hacían lo mismo en el campo, todo era espontáneo, cargado de las mejores emociones, sin dejar de saber que esto no ha terminado, sin dejar de sentir que la épica de esta victoria marca un nuevo hito en la historia de Belvedere.
El sol sale para todos
Intenso fue el comienzo del partido, que tuvo el misticismo de una tarde de sol en una cancha chica en donde se empezaba a definir todo. Mucha magia artesanal en los viejos campos del Belvedere de los tanos quinteros de la cuchilla de Juan Fernández recibiendo el partido más importante de su historia clubista con Liverpool (porque con la selección alguna cosita que otra generó a partir de aquel 15 de agosto de 1910 donde para siempre puso la celeste en nuestras vidas).
Mucha tensión, mucha intensidad, concentración y ganas. Nervio mucho nervio en el campo y en las tribunas rebosantes de gente plena de sueños y esperanzas.
Repitió Peñarol su estrategia de tres en el fondo y dos carrileros con mucha, mucha ayuda en la marca y ello de alguna manera sirvió para limitar la intensidad de las llegadas por afuera de las duplas Rodríguez-Pereira y Medina-Samudio.
Después de un par de pelotas puestas en cortada por Matías Arezo para internadas de Ángel González en Peñarol, Liverpool comenzó a comandar las acciones con un juego de altísima intensidad que permitió generar peligro cerca del arco de Guillermo de Amores. Sin embargo, la más peligrosa de todas fue justamente en el minuto 15, cuando un centro muy bien puesto por Camilo Mayada fue cabeceado de mejor manera por Arezo y propició una estupenda atajada de Britos.
A los 17 minutos la voz estentórea de 1.000 carboneros sacudía Belvedere cuando, tras un rebote, Arezo convertía para los aurinegros, pero sin embargo la jugada estaba viciada de nulidad por posición adelantada de Speedy González.
Siguió intenso el juego de los locales, pero sin poder lograr meter el penúltimo pase. A pesar de estar dominado en su campo, volvió a generar una jugada de gol que sólo la estupenda intervención de Britos volando sacó el cabezazo de Leo Coelho.
Una serie de desaciertos de Ostojich en la administración de justicia elevó de otra manera la tensión en la cancha y promovió muchas protestas. Al final del primer tiempo un tiro libre de Medina hizo explotar el travesaño en la mejor de los negros. ¡Clank! Todavía se mueve
Naranjo en flor
En la segunda parte los técnicos determinaron variantes en los vestuarios, cambios de futbolistas, pero también cambios de estrategia. Fue más osado Liverpool al colocar a Bentancourt delantero de punta por Marcelo Meli, lo que hizo que los negriazules por momentos quedarán con hasta cuatro futbolistas en ataque. Peñarol los fue administrando. Diego Aguirre dio ingreso al campo a Franco González y Sebastián Cristóforo, pero apenas unos minutos después de estar en campo, el Cepillo González fue bien expulsado por una patada ya con el juego parado. En los remolinos de entrevero de jugadores que se empujaban y/o separaban, Gonzalo Napoli resultó también bien expulsado por otra tonta agresión, esta vez un codazo, y quedaron diez contra diez y allí se acrecentó la superioridad en la cancha de Liverpool.
A los 25 estalló Belvedere: el gol subió al marcador y fue para el Liverpool. La pelota recuperada en el centro derivó hacia Medina, que por derecha pudo mandar el centro en el segundo palo. Bentancourt la bajó al área y allí, a poco más de 2 metros de la línea, Vecino la empujó.
El gol sacudió el partido, Peñarol intentó otro tipo de rearme, impulsó a José Neris a acompañar a Arezo, Matías Aguirregaray quedó casi de punta por derecha, a donde volvió Camilo Mayada cuando ingresó Santiago Homenchenko, pero Liverpool estaba sólido y con aire.
A falta de 10 minutos para el final llegó el segundo de los de la cuchilla; fue un golazo cargado de calidad y emoción. Pereira, un metro dentro de su campo, metió un bochazo cruzado largo e indomable, que sin embargo Betancourt durmió en su pecho. El control sirvió además de gambeta y engaño, y un nanosegundo después de que la pelota golpeara su pecho metió un derechazo cruzado que hizo imposible cualquier reacción de De Amores. Golazo.
Después, qué importa ya el después, Liverpool abrochó con seguridad el 2-0 y hasta se dio permiso para buscar un tercero, mientras Peñarol siguió intentando achicar la diferencia para este partido de 180 minutos.
Ahora todo se decidirá el sábado en el Campeón del Siglo, cuando se juegue la segunda y última final en la que todo se decide por puntos, si igualan en puntos, por goles, y si siguen empatando en puntos y goles, alargue y, si es necesario, penales.