Como prueba de la inexistencia de algunos mitos, Defensor Sporting y Peñarol jugaron para dejar en claro que el mal estado del césped no es una limitante para ver buen fútbol, siempre y cuando los equipos tengan el talento y la intención de mostrarlo. El encuentro empezó tranquilo, los equipos se tomaron unos minutos y dieron pocos avisos de peligro. Pero los preparativos duraron poco, ya que a Defensor le tomó un poco más de diez minutos elaborar la mejor jugada del partido.
Luego de hilvanar varios pases, los atacantes violetas pusieron toda su inspiración en el último tercio y a puro toque dibujaron una jugada que desconcertó completamente a la defensa de Peñarol. En las puertas del área, donde sólo faltaba la habilitación final, el pibe, Matías Abaldo, no se fio del estado del pasto, que podía quitarle precisión a un pase rasante, y pinchó la pelota para Adrián Rocky Balboa, que picó a espaldas de la defensa mirasol. El delantero, en una gran interpretación, se dio cuenta de que su definición era clave para no quitarle belleza a la jugada y, en vez de patear, picó la pelota con mucha calma ante la salida de Thiago Cardozo: 1-0.
Abrir el marcador de esa forma motivó a los locales a seguir jugando bien y Abaldo, el faro ofensivo del equipo, estuvo a punto de poner el segundo. Pero Peñarol no se achicó, con el paso de los minutos asumió el golpe, empezó a dominar más y tuvo claras situaciones para empatar. Como respuesta, el golero local, Nicolás Rossi, acompañó el buen rendimiento de sus compañeros y evitó la caída de su arco. Su resistencia permitió que Defensor se volviera a acomodar en el partido y que empezara a lastimar de contra, con un Abaldo atrevido y gambeteador.
Pero los locales, pese al buen juego, no volvieron a tener la misma precisión en el último tercio que tuvieron en el gol, y la visita aprovechó. Lejos de contestar con un gol lindo, Peñarol empató fruto de un centro que encontró el área rival poblada, que primero rebotó en un jugador violeta y luego en Matías Arezo. El desvío en el delantero mirasol le dio a la pelota destino de gol, que con parsimonia entró y puso el empate.
El complemento comenzó parecido al final de la primera parte, el carbonero tuvo más la pelota y fue encerrando a Defensor, que apostó al contraataque. Alfredo Arias sacó a Abel Hernández, puso a Santiago Homenchenko y con el cambio Peñarol pasó a jugar con tres centrocampistas que afianzaron su tenencia de pelota. Luego de unos primeros minutos en los que al local le costó, tuvo un par de muy buenas chances para volver a ponerse en ventaja.
El duelo entre Abaldo y Valentín Rodríguez fue un partido dentro del partido. Defensor continuó apostando a su juvenil para sus contraataques y aunque hizo un gran partido, el lateral carbonero no se lo puso nada fácil. Peñarol continuó tejiendo jugadas, apoyándose en un Sebastián Rodríguez que, a pura suela, pase y movimiento, guio el camino de su equipo, que en el último tercio se estrelló una y otra vez contra la línea final de Defensor.
Ante un escenario tan parejo, al final la diferencia aparece por suerte o calidad. En este caso, hubo de ambas. Arezo, otra vez Arezo, el goleador del campeonato y figura de Peñarol, se inventó un remate dentro del área rival, pese a la clara inferioridad numérica con respecto a la defensa, y tuvo recompensa. Nuevamente, un rebote cambió la trayectoria de la pelota, esta vez en un jugador de Defensor, y la jugada terminó con el 2-1 a favor de la visita. Sexto gol de Arezo en cuatro partidos del Torneo Apertura.
El local no se dio por vencido ante la adversidad, empezó a tener más la pelota y fue por el empate. Pese a la ventaja, el carbonero tampoco resignó el dominio de la posesión. El partido no tuvo grandes sobresaltos hasta el gran final, en el que Defensor se fue con todo al área rival y consiguió que la pelota diera en la mano de un jugador mirasol. El árbitro Andrés Matonte tuvo que ir a verla al VAR ya que, en principio, había cobrado offside a favor de Peñarol. Luego de la revisión, Matonte cobró penal, aunque al final la jugada generó polémica porque había un jugador local fuera de juego. Al que le importó poco las posibles diferentes interpretaciones fue al interminable Álvaro Chino Navarro, que pateó el penal y puso el 2-2 definitivo.