Fue el debut histórico de Liverpool por fase de grupos de Copa Libertadores de América. Cayó frente al Corinthians de Brasil que hizo su negocio. El equipo uruguayo jugó un gran primer tiempo siendo protagonista, pero el equipo brasileño, sin lucirse, convirtió al final del primer tiempo y al inicio del segundo, lo que le dio comodidad para terminar de liquidarlo.
Los primeros diez minutos de partido, hubo un mantra en portugués bajando de la torcida visitante que repetía timão, timão, timão, timão. Una especie de campanario de garganta curada en bondis de largo aliento. Timão, timão, timão. En esos minutos Liverpool en el campo se plantó como anfitrión. En la Olímpica una cantidad de gente vistió con los colores de Belvedere, la tenida. Gaviões Da Fiel y Los Pibes De Siempre, Britos y Cassio, culturas cantoras.
En la primera patada fuera de tono de un uruguayo, otro, gritó en la tribuna “Bienvenidos a la Copa Libertadores”. Enfrente cortaban el mantra y comenzaba el repertorio, el hormigueo constante de samba. Corinthians midió al cuadro uruguayo, y Liverpool con ú y con acento, propuso, insistió, tuvo rendimientos superlativos que no son novedad, lo de Martirena, lo de Alan Medina, lo de Luciano, los últimos diamantes crudos. La primera clara sin embargo surgió con Juan Izquierdo que emergió elegante desde el fondo como un río. En la segunda Luciano Rodríguez de tiro libre hizo sonar el caño pero no se oyó.
La tercera estuvo en los pies del argentino Meli, y en la tardía respuesta visitante, Sebastián Britos se anotó una atajada pictórica. Ya se había escrito en los albores del primer tiempo, pero el línea condenó esa atajada al olvido. Puede decirse que el primer tiempo tuvo a un Liverpool aguerrido y proponiendo constantemente frente al arco de Cassio, por su parte un correcto Corinthians que sobre el final del primer tiempo encontró el descuento en un córner más que comentado.
A tres minutos de iniciado el segundo tiempo, Corinthians consiguió el segundo gol en una jugada rápida. Tronó la hinchada. El trabajado equipo corinthiano entonces se paró con otra comodidad. Es una receta lapidaria la de un gol en el ocaso del primer tiempo y otro apenas arrancado el segundo. A Liverpool le cambió la vida, aunque merecía otro destino. Otro destino estaba escrito. Corinthians puso a disposición todo su profesionalismo, lo más fino y táctico.
Liverpool creció, sólo hubo un momento de contemplación en los cánticos. Jorge Bava buscó en el banco. Un alcanzapelotas la bajó como los dioses. El Timão mostró la hilacha pero el colchón del dos a cero sostuvo. Encontró el tercero de puntín nuevamente del botín de Robert Guedes. En la torcida visitante cantaron algo que decía que “hay fiesta en la favela”. En la tribuna local jugaron al serio. Sin embargo le dieron al platillo constantemente.
A pesar de la insistencia del equipo negriazul, al partido le sobraron los últimos quince minutos. El equipo brasileño doblegó al cuadro uruguayo y terminó el partido antes. Incluso se dio el lujo de llegar con peligro un par de veces más. Fue superlativa la figura de Roger Guedes, pero es cierto que cuatro a cero hubiese sido demasiado. Perdió Liverpool en el debut por Copa, pero cantó al final que “esta campaña volveremos a estar contigo”. Y que eran “del negro”, dijeron, que “del negro” eran.