La magia de Abel Hernández apareció en el último minuto de juego para darle el triunfo al aurinegro en un partido que, con goles de Rodrigo Saravia a los 35’ y Christian Ebere a los 47’, se iba en empate.
Con este resultado los carboneros lideran la tabla del Torneo Apertura con 27 y mantienen la punta con cinco puntos de ventaja, cuando quedan nueve por jugarse. Los patablancas se mantienen en el puesto número 12 con 13 puntos.
Con dos partidos restantes para que culmine la decimosegunda etapa del Apertura, lo único que puede cambiar en los primeros lugares es que Wanderers y Nacional -que juegan entre sí y que tienen 19 cada uno- pueden quedar segundos para acompañar a Cerro Largo que tiene 22, pero el conjunto de Alfredo Arias tiene 27.
La tarde del domingo se fue volviendo fría a medida que pasaban las horas, y el clima se sintoniza con el ambiente del Estadio Centenario, que tuvo una baja concurrencia debido al bajón anímico de la parcialidad aurinegra que venía de ver una triste presentación del carbonero por Copa Sudamericana.
También hubo ausencias en la cancha: Leonardo Coelho se retiró en la mañana del domingo del entrenamiento por una sobrecarga muscular y estuvo ausente en el encuentro de la tarde.
Poco y nada
El partido empezó y enseguida tuvo que actuar Thiago Cardozo. Peñarol intentaba construir su juego por la derecha con la combinación de Aguirregaray y Carlos Sánchez, que pretendían acercarle la pelota a Matías Arezo, pero la cosa no salía y sólo lograban tibias aproximaciones que morían en la orilla del área.
El Pato Sánchez fue el que estuvo más cerca de generar la profundidad que faltaba pero no fue preciso en el remate, aunque la jugada de peligro que generó sirvió para darle confianza al aurinegro, esa confianza se sintonizó con el apoyo de la gente en la tribuna que comenzó a alentar con más fuerza y en ese momento se dio el mejor momento de Peñarol en la disputa.
Pero esa efusividad duró pocos minutos: el conjunto de Alfredo Arias tenía más la pelota pero no podía dominar el juego, algo que denotaba que Plaza, sin tener más el balón, también se las arreglaba para acercarse al área rival. Eso no le servía para nada a la visita, que se desgastaba sin conseguir el objetivo.
Joaquín Silva le tapó un tiro a Betancor. Y de tanto insistir llegó. Saravia puso el 1 a 0 para motivar al equipo y a la tribuna, que se activó nuevamente cuando esa pelota tocó el fondo de la red.
Por una falta de Kevin Méndez sobre Mathías Goyeni el juez pitó la pena máxima y Christian Ebere la cambió por gol. Y lo mejor del partido hasta ese momento se dio en los últimos minutos de la primera parte, idas y vueltas, acercamientos de ambos lados, y la sensación de que otro gol estaba al caer, pero había que volver a los vestuarios para el parate de 15 minutos.
La alegría del final
La segunda parte comenzó en la misma sintonía, Peñarol más activo, más cerca del gol y con Carlos Sánchez nuevamente como protagonista de esa búsqueda, pero el cansancio pesó, y el Pato se retiró dejándole su lugar a Brian Mansilla. Con ese y otros cambios, ambos entrenadores probaron acomodar las fichas para alcanzar el tanto que les diera los tres puntos.
La desesperación por ganar hizo que el partido se volviera friccionado y pausado, por las reiteradas faltas de ambos lados. En ese contexto el árbitro dio siete minutos de descuento, y ese fue el tiempo más vibrante del partido, la búsqueda del gol no llegó de todas formas hasta que Abel Hernández con una pirueta espectacular la clavó en el fondo de la red e hizo estallar la alegría aurinegra en el Estadio Centenario. Abel hizo magia para sus compañeros, para su gente y para elevar a su equipo más alto aún en la tabla del Apertura. Con esa pirueta a Peñarol le volvió el alma al cuerpo.