Montevideo se tiñó de celeste. La fiesta colmó la ciudad: los futboleros y la capacidad de dejar cualquier cosa de lado cuando la pelota nos da una alegría. Al término del partido del domingo hubo festejos en 18 de Julio, en la rambla y en diversas calles de todo el país, pero la mayor alegría comenzó este lunes cerca del mediodía, cuando los jugadores y Marcelo Broli cruzaron la puerta automática del aeropuerto de Carrasco y se toparon de frente con el bus que los llevaría a recorrer parte de la capital junto a un mar de uruguayos que los esperaban al ritmo de “dale, campeón”.
Acompañados por autoridades de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), como su presidente, Ignacio Alonso, Jorge Casales, el presidente de la Comisión de Fútbol Juvenil, Marcelo García, y otros integrantes de la delegación celeste, como el encargado del Departamento de Marketing y Comunicaciones, Marcos Méndez, el secretario de prensa, Diego Covucci, y periodistas de AUF TV, entre otros, los celestes partieron hacia el estadio Centenario.
Recorrido de alegría
Andrés Ferrari, Randall Rodríguez, Mateo Ponte y Fabricio Díaz fueron los primeros en acomodarse sobre la parte más alta del bus y en percatarse de que se tenían que agachar para pasar por el ingreso del aeropuerto.
Todos los jugadores, vestidos con equipos deportivos celestes, viajaron con las medallas de oro colgadas en el cuello y algunos, además, llevaban banderas. Fueron charlando, comentando sobre lo que veían, riendo, pero a ninguno se le borró la cara de felicidad por el triunfo en sí mismo y por ver a los miles y miles de uruguayos que tuvieron la chance de agradecer este logro tan importante.
El ómnibus partió por la ruta 101 para tomar Avenida de las Américas y continuó por Avenida a la Playa para acceder a la costa de Montevideo. Las calles montevideanas se llenaron de ancianos, de adultos mayores, de jóvenes y de niños. Muchos alumnos de los liceos cercanos a la rambla colmaron las veredas de la ciudad.
Los jugadores fueron reconocidos de diversas formas. Recibieron regalos como banderas, remeras y gorros, pero también fueron agasajados con alimentos y otros víveres que los hinchas les alcanzaban.
Un hincha más
En un momento del recorrido se subió al ómnibus un pasajero muy especial: Luis Suárez. El Pistolero saludó a los nuevos ídolos celestes, con los que se sacó fotos que rápidamente aparecieron en las redes sociales. Los juveniles estallaron de emoción al verlo.
La plaza Independencia estaba llena cuando el conjunto charrúa tomó por Ciudadela y luego por 18 de Julio: las personas que estaban trabajando en los comercios del centro se arrimaron para saludar a los juveniles, sumándose a los que esperaban en la principal avenida de Montevideo. Globos, vuvuzelas, serpentinas, banderas, gorros y variados artefactos de festejo eran sostenidos por niños, jóvenes y adultos, unidos por la misma pasión.
El recorrido fue bastante ágil hasta llegar a la altura de la Intendencia de Montevideo, donde fue difícil avanzar debido a la cantidad de personas que había. Luego de algunos minutos con el ómnibus detenido, los celestes continuaron su rumbo. El trayecto se volvió a enlentecer en el Obelisco; el mar de uruguayos con una sonrisa en el rostro estuvo presente en todo el recorrido.
Lugar de la historia
El vehículo recorrió el parque Batlle hasta llegar a la tribuna América del estadio Centenario. En la casa del fútbol uruguayo se concentraron otros miles de personas. El pueblo tuvo la oportunidad de celebrar la mejor campaña de la historia de una selección uruguaya en un Mundial juvenil. “Es una fiesta, que la gente lo reconozca es increíble. Ya lloré lo suficiente, ahora disfruto. Me emociona mucho tener a toda esta gente festejando”, dijo el capitán Fabricio Díaz al bajarse del ómnibus en el Centenario, donde la delegación celeste se reunió de forma íntima.
Anécdotas de un viaje por Montevideo
Alan Matturro y Díaz compartieron un video en el que iban tomando “jugo de uva”, según contaron en sus redes sociales. “Escucho borroso”, dijo el capitán en tono de chiste, y agregó una pregunta para la gente: “Si convido al Ruso [Pérez] con vino, ¿creen que aceptará?”, y le pasó la botella. El Ruso la recibió sin mayores pruritos y tomó un trago. Salud, campeones del mundo.
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