En la segunda presentación de Uruguay dirigido por Marcelo Bielsa, y en el último partido antes de jugar en setiembre ante Chile, en el inicio de la eliminatoria para el Mundial 2026, la celeste derrotó a Cuba por 2-0 con goles de Facundo Torres, de penal en el primer tiempo, y de Maximiliano Araújo en la segunda parte.
Como ya había sido anunciado, Uruguay jugó con otra oncena, y aun contando todas las variantes realizadas no llegó a jugar ninguno de los campeones sub 20 que había citado el técnico y que tuvo a disposición.
No pudo repetir el equipo uruguayo el dinámico y estimulante juego que había presentado días atrás, pero en el entendido de que son pruebas, el triunfo significó el piso de las expectativas del público, y seguramente muchas observaciones de Bielsa para el futuro de alta competencia, sin subvalorar a la selección cubana que jugó más de lo que las expectativas preliminares hacían esperar.
Otro comienzo
Por lo pronto, este partido con la misma circunstancia de un débil rival de la Concacaf, tuvo puntos de contacto con el de la semana pasada, aunque mostró menos aciertos en velocidad –lo que no siempre quiere decir menos dinámica– y mucho menos acierto en los pases, lo que determinó una gran pérdida de pelotas. Fue otra estructura táctica, 4-1-4-1, y una misma idea de presión sobre la pelota donde estuviere, cosa que no se pudo plasmar con tanto éxito al arranque.
En los primeros cinco minutos el equipo celeste llegó tantas veces al área contraria que provocó una media decena de tiros de esquina y otros tantos cruces que estuvieron por generar el primer gol del partido, fundamentalmente en un cabezazo de Torres, que oportunamente ocupó un espacio en el área apareciendo de sorpresa.
Le costó al nuevo equipo encontrar la diferencia. En principio por la ausencia de una aceitada mecánica colectiva que hacía fallar el último o el penúltimo pase, pero también incidió la fuerte postura defensiva de los cubanos, que agruparon cinco y seis futbolistas ante cada intento de ataque uruguayo.
Por fin a los 26 minutos llegó el gol de apertura celeste y fue de penal, ejecutado muy bien por Facundo Torres que de zurda engañó al arquero cubano. La falta que antecedió al gol celeste fue una torpe infracción sobre Araújo, que haciendo banda por izquierda con Joaquín Piquerez, y a veces con Torres, fueron determinantes en ataque.
Fútbol urgente y poco paciente
Otra vez estableciendo una comparación con el primer partido, el gol no liberó ni fortaleció el juego uruguayo que además perdió a Mauricio Lemos por lesión, lo que hizo innovar a Bielsa que sorprendió con la elección de Guillermo Varela para ingresar al campo jugando en su demarcación natural de lateral por derecha y pasando a José Luis Pumita Rodríguez como zaguero central.
Para la segunda parte el técnico celeste decidió otras variantes, y pretendió fortalecer el ataque con los ingresos del tranquerense Brian Rodríguez, y el montevideano Matías Arezo. También salió Sergio Rochet, que sobre el final del primer tiempo pasó en un minuto inesperada zozobra en dos pelotas aéreas.
Palo y adentro
Sin deslumbrar ni mucho menos, el elenco oriental generó situaciones para seguir sumando pero el caño a buen zurdazo de Piquerez –cómo en la eliminatoria ante Perú en Lima– y varias intervenciones de Raiko Arozarena, el golero isleño, fueron postergando el gol que a los 80’ llegó a través de Maxi Araújo –tal vez el mejor celeste–, que anotó al tomar el rebote en el caño tras remate de Piquerez después de una jugada con buena utilización de los espacios.
Como prueba debe haber sido extremadamente útil para Bielsa, que ahora ya tiene a estos futbolistas evaluados y seguramente sumará a una buena cantidad de los mundialistas para tratar de empezar con el mejor pie el camino hacia Estados Unidos, México y Canadá 2026.