La sociedad anónima que gobierna Boston River, a diferencia de otras, trabaja notoriamente no sólo en la calidad profesional, sino también en la identidad. Basta atravesar Manga una tarde y ver los equipitos verdes y rojos pulular. Los mismos quizás entraron al Parque Artigas para acompañar en la foto al primer equipo que enfrentó a Peñarol.
La hinchada carbonera transformó el escenario desolado de los sábados de tarde. Quienes toman decisiones en el Boston lo supieron previamente, ya que el Parque Artigas estaba bellísimo. Un pasto algo gastado y unos vestuarios chorizo terminaron por incomodar más al grande que al chico. Boston River se armó en su recinto prestado.
Peñarol presentó a Franco Cepillo González como el famoso nueve atrasado que inventó Messi. Boston River se la jugó por Hernán Novick, que además llevó la cinta de capitán y fue el dueño de las pelotas quietas.
Al minuto nomás avisó el local tras un córner de los pies del susodicho, un anticipo en el primer palo y un cabezazo hacia abajo, que está en la tapa del libro. El pique movió el mundo y la pelota dio en el palo. Guillermo de Amores, en gran esfuerzo, evitó la caída.
Peñarol respondió con Ángel González y con Valentín Rodríguez. En Arezo estaba la llave. Lucas Hernández, que tuvo un partido accidentado, pudo abrir el marcador tras una gran jugada colectiva del equipo de Darío Rodríguez, que tuvo en el Cepillo la gran atracción.
El viento de Las Piedras sacudió las banderas, la de La Banda del Borro, la de La Barra Ámsterdam, la del Barradas, la de Lezica, la de Nuevo París. Peñarol pudo ponerse en ventaja por un cierre defectuoso del zaguero.
El partido fue intenso de principio a fin. Alejandro Apud tuvo en Emiliano Gómez la insistencia. En Ayrton Cougo, el pulmón de descarga.
Pero en una jugada fina, que tuvo que ser chequeada por Mathías de Armas y el VAR, Peñarol alcanzó el primero. Matías Arezo picó desde el medio de la cancha y recibió, según las líneas, la habilitación para definir contra el palo ante una floja reacción del guardameta sastre.
El partido se desdibujó por la ansiedad. La del manya por asegurar los tres puntos tan reñidos. La de Boston por saber que tenía con qué contrarrestar todo aquello de la parafernalia Peñarol y la calidad.
El Sastre se adelantó en el Parque Artigas. Novick condujo. Peñarol supo sostener, guapeó con Hernán Menosse y Leonardo Coelho. Apud probó con un venezolano que promete, de nombre Brayan Alcócer. El partido tuvo una decena de minutos de descuento, pero el carbonero supo conservar la ventaja sobre el sastre.