Peñarol ganó un triunfo clave para mantenerse arriba en la Anual, de esos que a fin de año se recuerdan como fundamentales. Fue de visitante, 1-0 ante Danubio, a quien lo dejó sin invicto en el Clausura. Leonardo Fernández hizo gala de su gran pegada en la hora y lo destrabó con un golazo que se coló en el ángulo de Mauro Goicoechea.

Quedó un tiro libre al borde del área, desde la medialuna hacia la izquierda. Primero se pararon frente a la pelota Gastón Ramírez y el Chicle Leonardo Sequeira. Leo venía de patear uno muy mal, pero de pronto apareció parado enfrente a la pelota y ahí todo el estadio supo que iba a ser el dueño de definir la jugada y la historia del partido. Desde que impactó el balón, el desenlace estaba escrito.

El delirio fue tan grande como el grito de desahogo porque al carbonero le estaba costando el encuentro y estaba a punto de dejarle la puerta abierta a Nacional de igualarlo en la tabla del año. Fue superior en un pasaje del segundo tiempo y poco más dentro de un trámite que, en lo global, fue de pierna firme en la mitad de la cancha.

El festejo de Diego Aguirre y la algarabía en las tribunas dejaron de manifiesto la importancia del triunfo. A una semana de jugar las semifinales de Copa Libertadores con Botafogo en Río de Janeiro, el aurinegro se sacó un peso necesario, ya que venía en una racha negativa donde no encontraba regularidad en el resultado y mucho menos en el juego. Ganó en la hora y se encontró con un golpe positivo de energía que hace rato no tenía.

Alan Medina, de Peñarol, y Emiliano Ancheta, de Danubio, en el estadio María Mincheff de Lazaroff.

Alan Medina, de Peñarol, y Emiliano Ancheta, de Danubio, en el estadio María Mincheff de Lazaroff.

Foto: Alessandro Maradei

Los goleros de espectadores

Con Goicoechea de un lado y Washington Aguerre del otro, seguramente, estábamos ante los dos mejores goleros de la primera división. Sin embargo, no se los vio trabajar mucho, porque en los primeros 45 fueron meros espectadores de un partido trabado, parejo y sin goles.

Danubio se replegó demasiado con dos líneas de cuatro y los diez hombres de cancha en campo propio. Le cortó caminos a Peñarol y obligó a que Leo Fernández bajara metros para tener contacto con el balón. Si bien la figura de la generación del aurinegro intentó generar circuitos, su equipo fue carente de peligro con juego asociado y necesitó de remates lejanos para intentar inquietar. En ese sentido, disparos de Alan Medina, Maximiliano Silvera y Maximiliano Olivera pasaron cerca.

Lo mejor de la visita fue cuando dotó de paciencia la tenencia de pelota, haciendo el clásico abanico para mover el balón de un lado hacia otro para abrir el cerco defensivo del oponente. Ni Javier Cabrera ni Medina estuvieron claros en la toma de decisiones y dio la sensación que a Silvera le faltó un compañero más cerca del área. 

Danubio buscó con juego directo, fundamentalmente por derecha, donde Christian Tizón corrió y complicó. Maximiliano Cantera —que tuvo la más clara en un remate que pasó cerca del palo derecho— perdió más de lo que ganó con Javier Méndez y Papelito Seba Fernández buscó sin éxito. Con el paso de los minutos se hizo un trámite de mitad de cancha con el balón lejísimos de los arcos.

Diego Aguirre, director técnico de Peñarol, en el estadio María Mincheff de Lazaroff.

Diego Aguirre, director técnico de Peñarol, en el estadio María Mincheff de Lazaroff.

Foto: Alessandro Maradei

Cambios tácticos por doquier

Aguirre leyó las falencias de Peñarol y mandó cambios para el inicio de la segunda mitad. Ramírez al doble cinco para sacar el balón con mayor limpieza del fondo sin necesidad de que Fernández bajara tanto y Sequeira a jugar más cerca de Silvera. Dio resultados.

El aurinegro anotó por intermedio del Chicle, pero a instancias del VAR, Mathías de Armas lo anuló por mano. Cabrera tuvo un remate cruzado y tanto Fernández como Ramírez dieron algunos tiros que terminaron siendo tímidos como para inflar la red. Sin la claridad de otras veces, el carbonero merecía la ventaja.

El Turco Apud leyó y formó una línea de cinco, que le dio seguridad y alejó el peligro del arco de Goicoechea. Al entrenador danubiano le faltó audacia, mantuvo hasta el epílogo a jugadores cansados y no arriesgó para ganarlo. El franjeado sólo tuvo un remate aislado de Tizón que sacó Aguerre de forma notable.

Al final se desmoronó el castillo de naipes. La expulsión de Santiago Romero por doble amarilla dio el tiro libre donde Peñarol se adueñó del resultado. Danubio perdió el encuentro, el invicto y quedó demasiado lejos de la lucha del Clausura. Además, llegó a cuatro encuentros sin triunfos.