En una campaña exitosa, compacta y cortita, en la que jugaron seis partidos en tres fines de semana, en Paysandú, Salto y Colonia del Sacramento, la selección femenina de Paysandú, con cinco victorias y un empate, se consagró campeona del primer torneo de selecciones femeninas del interior. La final fue con Treinta y Tres, pero antes había derrotado a San José, a Salto en dos oportunidades y a Rivera, y su único empate fue en el arranque del torneo, cuando como local terminó 1-1 con Río Negro.
El primer campeonato de la historia de selecciones departamentales o de ciudades disputado en Uruguay fue en 1922, cuando el médico sanducero Alberto Blas Langón, después de haber creado la Confederación de Fútbol del Litoral, organizó el campeonato del Litoral, que se jugó en Paysandú por varios fines de semana entre el 10 de setiembre y el 8 de octubre. Jugaron aquella histórica primera edición los combinados de Paysandú, Soriano, Salto, Río Negro y Artigas. Los sanduceros se quedaron con las ganas de campeonar –el título se lo quedó Soriano–, pero con el grito de haber sido la lanzadera de las más épicas competencias que tiene el fútbol uruguayo fuera de Montevideo.
A Paysandú le costó un poco completar el ciclo de crear la confederación, organizar el campeonato y por fin conquistarlo. Consiguió su primer título en 1929 y después, con el sedimento que fue formando año tras año, campeonato tras campeonato, se transformó en el más ganador del Litoral.
Hablamos de los hombres, porque nuestra sociedad machista y heteropatriarcal les negó e impidió a las mujeres el goce del fútbol y, con ello, la gloria de vestir la camiseta del pueblo.
¡Andá a colgarla del ángulo!
La deforme estructura machista del aparato de la sociedad mundial nos crio, nos adoctrinó y pretendió hacernos creer la naturaleza de la desigualdad establecida, de la incompetencia sugerida por el género, del infeliz reparto de responsabilidades, obligaciones y expectativas con que uno cargaba de acuerdo con su sexo. La ausencia de la posibilidad de practicar el fútbol es apenas un daño colateral de los muchísimos que han tenido que sufrir las mujeres en la historia de la comunidad. Pero es un daño más, contemporáneo y bastante actual, que despacito y para nuestro júbilo se ha ido corrigiendo.
Desde aquellos lejanos años 20, en Paysandú, en Montevideo y en todo Uruguay, miles de gurisas fueron conducidas a mirar con recelo el fútbol, su práctica, su placer, su inmejorable e inigualable condición de surtidor de emociones, roles, afinidades, expectativas colectivas e individuales, hasta que varias décadas después empezaron a poder ponerse los botines y a disfrutar en canchas y campitos.
Pasaron 102 años para que por fin las mujeres pudieran defender, igual que los hombres, la camiseta del pueblo, y quisieron la cancha, las muchachas y la globa que este primer campeonato del interior del fútbol femenino fuera para Paysandú.
Lo que fue y lo que debería ser en el futuro
El torneo fue corto, acotado y con muchísimas menos posibilidades de desarrollo y demostración de cada uno de los equipos. Pero fue, se jugó y eso ya vale como escalón inicial de algo que debe seguir y mejorar para robustecer la competencia.
Se jugó en muy poco tiempo e incluyó 20 selecciones: Paysandú, Treinta y Tres, Colonia del Sacramento, San José, Artigas, Bella Unión, Liga Regional del Este-Pando, Liga Regional Artigas de Tala, Federación de Colonia, Florida, Casupá, Lavalleja, Liga Mayor de Fútbol de Maldonado, Río Negro, Rocha, Rivera, Salto, Liga Regional de Ecilda Paullier, Carmelo y Nueva Palmira. En tres fines de semana, muchas selecciones debieron jugar dos partidos en menos de 24 horas, y la mayoría no pudo jugar por lo menos una vez ante su gente.
Las paymujeres fueron campeonas invictas tras seis partidos jugados. Como se dijo, arrancaron en la primera fase organizando el triangular que les correspondía y en el primer partido empataron 1-1 con Río Negro, pero dos días después derrotaron a Salto. Como primeras de su serie fueron a jugar los octavos de final a Salto, donde ya contando con Natalia Arbelo, una de las mejores futbolistas del interior, le ganaron 4-1 a Rivera, resultado que les otorgó el pase a los cuartos de final, que se jugaron 24 horas después en el mismo Dickinson salteño, donde las sanduceras ganaron 1-0.
Una semana después, ya en semifinales, en el estadio de Juventud de Colonia, las mujeres de la blanca sanducera derrotaron a San José 1-0 con gol de Arbelo. Al día siguiente, el domingo, jugando otra vez en el estadio del rojo de Pueblo Nuevo, a metros del Río de la Plata, en Colonia del Sacramento, consiguieron una enorme victoria ante Treinta y Tres, 3-0, con goles de Lara Jofre, Vanesa Villa y otra vez Arbelo.
Pasó la primera edición del campeonato femenino de selecciones y estuvo buena. La que viene y las que vienen pueden y deben estar mejor. Las mujeres merecen campeonatos y desarrollos iguales a los de los hombres.