Tal vez el Defensor Sporting-Danubio de este miércoles en el Franzini pueda servir de cuña definitiva para tratar de volver a elevar los niveles de contacto con la gente de esta construcción aún endeble, pero con mucho futuro, que es la Copa AUF Uruguay.
Esta parece ser la anteúltima posibilidad de volver a poner entre los cientos de miles de cultores del fútbol en todo el territorio nacional un torneo que merece y necesita mucho más sostén, más roce, más tema del día.
La Copa Uruguay es un proyecto largamente soñado por miles de nosotros, que bien o mal ha salido a la luz -y como proyecto desde estas mismas páginas-, y que con muchísimo esfuerzo y empuje tuvo una primera edición en la que el dirigente Jorge Casales abrió un camino que fue trillo para el futuro.
La Copa fue y es una instancia muy esperada, pero también muy necesaria, que en este corto tiempo de puesta en escena -dos años no son nada en el activo maravilloso del fútbol uruguayo- no ha logrado el aceitamiento, los arreglos y acuerdos que le permitan avanzar sin decaer.
Precisa aguante, presencia y empuje para su mejor desarrollo, pero además para contener los daños colaterales de ataques que la mayoría de las veces no apuntan a la competencia ni a sus participantes y sí a grupos y personas: hasta ahora, una serie de variables, algunas situaciones fortuitas, y la desprotección y el desinterés de operadores en el ámbito del fútbol la dejan de lado y sin atención.
Tránsito lento
De aquella primera edición 2022 obtenida por Defensor Sporting, que a pesar de su incomunicación audiovisual masiva pudo pegar y prender en todos lados con mínimas epopeyas, pequeñas hazañas y otras para siempre perdurables -como la de La Luz convirtiéndose en finalista en el mismísimo Centenario donde derrotó a Peñarol-, pasamos a la accidentada, descuidada y casi escondida segunda edición, la de 2023, donde a pesar de los esfuerzos de deportistas y dirigentes no fue regada con la continuidad, ni menos con información masiva, y no sólo sufrió el descalabro de no terminar en el año de su disputa, sino que sus fases quedaran desarticuladas como si las hubiese agarrado un temporal, jugándose en 2024 partidos de cuartos de final antes de que se hubiesen disputado todos los octavos de final, y que para esta temporada empezaron a quedar perdidos entre el Apertura, la Libertadores, la Sudamericana y el mercado de pases que modificó todos los planteles que empezaron la competencia, de manera tal que futbolistas que habían quedado eliminados ahora están en semifinales, y viceversa.
De todas maneras, todo ello ya ha pasado y ahora, de este Defensor-Danubio, saldrá el último de los semifinalistas y quedarán completadas las dos vías de acceso para la final, que aún no tiene fecha, ni mucho menos lugar ni estadio donde se desarrollará.
El primer semifinalista conocido fue Peñarol, que le ganó a Liverpool en cuartos de final, y el pasado lunes se supo que deberá jugar ante Torque, que eliminó a Barracas de Dolores, el único club amateur y del interior en llegar a esta instancia de definición, y que por ello se ganó el premio de 50.000 dólares que se había previsto para la institución no profesional que llegara más lejos en el campeonato.
El otro semifinalista, que espera por el ganador del juego del Franzini, es River Plate, que la semana pasada y por penales logró avanzar eliminando a Cerro en el Tróccoli.
Un día nadie discutirá lo clásico
Defensor y Danubio, que juegan en el Franzini este miércoles a las 20.30, apurarán en estos cuartos de final de la Copa el primer clásico profesional en la historia de los más de 150 partidos que se han jugado por el más grande torneo de clubes del Uruguay. Porque ya no importa si durante años hemos discutido si es clásico o no. Lo es o lo será, y ya llegará el momento en que nuestros sucesores no pondrán en cuestión si es clásico o no, porque simplemente la biología lo impondrá, como habrá pasado con Rampla-Cerro y antes con Peñarol-Nacional.
Seguramente hasta después del primer título de Defensor en 1976, hasta después de los primeros éxitos danubianos en la década del 80, y hasta su primer Uruguayo en 1988, a nadie se le ocurría definirlo como el clásico, pero ya está, ya lo es, y en esa condición indiscutible se enfrentarán tratando de encontrar el camino a una final que el violeta ya conoce.
Es un partido que tiene gente, que tiene barrio y un encono surgido virtuosamente por las camisetas, lo que trasladado a un partido definitivo viste de épica lo que pueda suceder en la cancha y eso se traslada en el ambiente a propios y extraños.
Defensor, el vigente campeón, viene de un proceso de crecimiento doloroso, que junta la eliminación en la Libertadores ante Academia Puerto Cabello con sus buenos desarrollos en el inicio del Apertura en donde viene de empatar con Nacional 3-3.
Danubio también está pasando un buen momento, ha avanzado a la fase de grupos de la Copa Sudamericana y se ha posicionado bien en el inicio del primer módulo del Uruguayo, en donde viene de derrotar a Liverpool en Belvedere.
Precios de las entradas
El partido que se juega en el Franzini a las 20.30 será televisado por VTV y tiene sus entradas en venta a un costo de 500 pesos las generales para la platea Punta de las Carretas, a donde va la parcialidad violeta y en donde sus socios entran gratis; y también de 500 pesos la tribuna Alfredo Ghierra a donde irán los danubianos y en donde sus socios tendrán bonificación y pagarán la mitad, 250 pesos. Las entradas se compran por Tickantel y los menores de hasta 11 años ingresan gratis.