Walter Domínguez, el goleador del interior campeón de la Copa Nacional de Selecciones con Soriano, será convocado para la selección uruguaya que jugará el 31 de mayo en San José de Costa Rica ante la selección tica que se prepara para la segunda ronda de las eliminatorias mundialistas de Concacaf, en las cuales enfrentará el 6 de junio a San Cristóbal y Nieves.
¿Y está bien que Waltercito, el jugador del pueblo, esté en la selección integrada por futbolistas que juegan dentro del territorio nacional? Claro que está bien. Está perfecto. Lectores de la diaria lo saben, y reconocen el nombre de Walter Domínguez, hermano de Mauricio Quique Martínez.
¿Qué? ¿Walter Domínguez y Quique Martínez son hermanos? Sí, lo son, por parte de madre.
Porque los lectores de la diaria conocen a Walter, pero no tienen por qué conocer a Quique, el Loco, el extraordinario futbolista por el que en 1997, su novia Jenny, familiares y vecinos del pueblo juntaron miles de firmas que llenaban cuadernolas y cajas de cartón de las que se les piden al almacenero del barrio para que el Loco fuera citado a la selección uruguaya que en ese momento dirigía Juan Ahuntchaín y trataba de hacer pie para llegar al Mundial de Francia 98 (ver recuadro).
A Quique y a su pueblo no le dieron el gusto de verlo con la celeste, pero ahora a su hermano Walter tal vez sí. En su página de Facebook, Quique Martínez saludó a su hermano chico: “Éxitos hno bien Merecido. Walter Domínguez soy tu hincha Loco Bielsa que lendo”.
El minuano Santi Castro en su crónica de la cuarta estrella sorianense les presentaba a Walter Domínguez para quienes no lo conocieran: “Un puñado de gurises por entrenamiento, un enjambre por partido, se enfilan para pedirle fotos al que le han dado por imponente sello ‘el jugador del pueblo’. Ve pasar su periplo vital, su vida de campito en una bocha. Controla orientado hacia afuera al tomar el desvío del arquero y altera el tiempo. Abre un derechazo al corazón de su gente. Enciende su nombre en serio en el sagrado fuego de las calles que lo vieron andar de pibe. Rompe el partido. De los Santos no es contundente en el desvío final y Domínguez ya se sacó la camiseta, cruzó el pelotón de suplentes que lo perseguían y se abrazó virtualmente con 42.000 de los suyos, todo un pueblo. Así de rápido todo: es una flecha. Principal recurso en el juego directo mercedario, de pícaro encare y gambeta de diablo, dice ‘no he caído’ en la transmisión televisiva al rato. Nunca cae”.
No es una locura
Oficialmente no sabemos aún quién fue el que nominó a Domínguez para la selección, pero sí sabemos que no se trata de ningún acuerdo de tipo político entre la Organización del Fútbol del Interior y la parte profesional de la AUF, y que su nominación seguramente fue hecha por sus méritos deportivos por la Dirección de Selecciones, que por estos días ha pautado la actividad de esta selección e inclusive ha designado a quien será su técnico para este partido, Diego Ruso Pérez. No será Marcelo Bielsa quien lo tenga a su cargo, pero de seguro no se perderá de ver al mercedario, por su labor profesional, pero además por el gusto que el entrenador tiene por los gambeteadores.
Walter Domínguez sigue jugando en su cuadro, Juventud Soriano, que este fin de semana jugará la segunda fecha de la Copa Nacional de Clubes B enfrentando, en el Alberto Suppici de Colonia del Sacramento, a los colonienses de San Carlos.
El Litoral celeste
Domínguez no es el primero de los futbolistas que, afiliados a un club de OFI, pasan directamente a vestir la camiseta de la selección nacional. Desde 1957 cuando el artiguense de Isla Cabelos, hoy Baltasar Brum, Néstor Tito Gonçalvez, llegó desde Universitario de Salto a ponerse la celeste, hasta 20 años después cuando los sanduceros Jorge Rodríguez Cantero y Enzo Ángelo llegaron de Paysandú a la selección para jugar las Eliminatorias para Argentina 1978, hay cuatro casos, todos de selecciones del Litoral, que pasaron del pueblo a la camiseta bandera color del país.
Tito Gonçalvez, desde el departamento de Artigas, se fue a jugar a Lima el Campeonato Sudamericano de 1957. Tito jugaba en el fútbol salteño, en Universitario, y por eso defendía a la selección de Salto que había participado en aquel Litoral. De ahí a ponerse la 5 celeste, dirigido por Juan López. Después se sabe, Peñarol y sólo Peñarol.
Algo muy parecido sucedió con el sanducero Omar Rey, Barroco, que de la blanca sanducera pasó a la celeste aun antes de jugar en Danubio, el club que lo había contratado.
Rey pasó de Estudiantil Sanducero a la selección, y su pasaje por Danubio fue tan fugaz que tras participar de la Eliminatoria para Alemania 1974 pasó directo al fútbol español.
Ni hablemos del caso de los únicos jugadores que, representando a clubes afiliados a la OFI, participaron en una Eliminatoria mundialista. Fue en 1977, cuando los delanteros sanduceros Jorge Rodríguez Cantero y Enzo Ángelo estuvieron en el partido con Bolivia. Ambos eran punteros de aquella selección sanducera que días antes había ganado una vez más el Litoral.
Tico Ángelo venía de Bella Vista de Paysandú y Manchado Rodríguez Cantero de Paysandú Wanderers. Llegaron en la Onda, estuvieron para los partidos ante Venezuela y Bolivia, y volvieron a sus pagos.
En 1997 el crack mercedario Quique Martínez fue promovido por medio de una recolección de firmas para que participara en la selección uruguaya, cosa que finalmente no sucedió. El Loco no pudo y se fue a Cienciano de Perú donde aún hoy es ídolo, pero su hermano Walter si lo hará. Cosas del fútbol, cosas de la celeste.
Las firmas
Lo loco de aquella situación es que fue este servidor, por jefe de Prensa de la selección uruguaya, quien recibió las firmas que avalaban el pedido de miles de sorianenses para que Mauricio se pusiera la celeste.