Defensor Sporting no le escapa a la historia, la quiere. Alguna vez pateó el tablero y salió campeón donde sólo dos podían y, como si fuera poco, dio la vuelta al revés. Aquel título fue en 1976, principio de su obra protagónica. Después ganó más: en 1987, en 1991, en 2007-2008. Hace dos años empezó la Copa AUF Uruguay y le tomó el punto. No se desprestigia lo que se quiere. Y mientras otros miran para el costado, el violeta se centró en escribir otra historia, un mundo donde sólo él es el campeón: título en 2022, título en 2023 (aunque sea 2024). Bicampeón y dale que sopla torcida, no se te vaya a caer.
Para el recuerdo el 2-2 en la noche del Centenario: empezó ganando Torque con gol de Andrew Teuten, empató el goleador Octavio Rivero, tomó ventaja otra vez el ciudadano con tanto de Joaquín Zeballos y, porfiado, empató el pibe Nicolás Wunsch antes de que la noche se hiciera larga. En los penales, para todos los contras, Kevin Dawson echó por tierra aquello de que “no es un arquero que ataja penales” y, qué saben ellos, paró dos que dieron el preámbulo para levantar la copa que trepó hasta el sol.
1. Donde pasaron cosas
A Eduardo Galeano, un reconocido mendigo del buen fútbol, le hubiera encantado la final de la copa. Yendo más lejos, conociéndolo, seguro ya había visto estas escuelas de Defensor Sporting y Montevideo City Torque, tal vez alternando las canchas de Primera con las de Segunda. Porque hay que decirlo: qué bien jugaron.
Hablando de escuelas y bibliotecas, hay quienes dicen que las finales son trancadas, duras, poco vistosas, todo esto como consecuencia de que hay mucho en juego y nadie regala nada. Está bien, puede ser así y cualquiera de nosotros vio finales que dejaron mucho que desear, más allá del deseo cumplido de los campeones –a los que, copa en mano, poco les importa si jugaron bien, mal, de forma vistosa o provocando dolor en las vistas–. Pero esta final fue todo lo contrario: permanentemente sacudió los ánimos de un estadio helado.
El buen fútbol para los mendigos: movilidad con o sin pelota, posicional o entre líneas; equipos abiertos, directos y hasta con necesidad ofensiva, es decir, con verticalidad hacia el arco rival; hasta en las pelotas detenidas hubo buenos movimientos que generaron peligrosas chances de gol. Y se pagaron con figuritas: una por una, otra por otra.
Incidió en que el juego fuera abierto el gol tempranero de Teuten. Lo que sucedió previo al tiro del lateral zurdo fue lo que dice un libro de táctica que tengo en la biblioteca: teoría del caos. Es bien simple: se concentra el peligro en un lado (en este caso por la derecha), el foco distrae la atención, pero el caos está en otro sitio (la izquierda), hacia donde fue el pase rastrero y entró Teuten sin que nadie pudiera hacer nada. Encima, le rompió el arco a Dawson.
Con el 1-0 la final fue una pista de patinaje. Por el hielo en el piso, pero principalmente por la velocidad en los desarrollos. Rivero estaba picante porque ese es su oficio. Intentó varias, se peleó con los zagueros rivales y, sobre el final, tuvo premio con un cabezazo en el área chica. Se fueron al descanso 1-1. Se merecían el descanso por todo lo que corrieron.
2. Camino a la copa
Lo de Torque era madrugar. A los 6 del segundo tiempo Zeballos encontró el segundo. Zeballos es otro que, como Rivero, lleva el gol como receta. Al centrodelantero lo asistió Franco Pizzichillo, un jugador que está en otra categoría.
¿Final picada? Tengo, también. El buen fútbol continuó, pero con otra dinámica: Torque metido un poco atrás para salir de contragolpe, el violeta tirando hombres al ataque para buscar la heroica. Las pelotas divididas empezaron a ser una lucha; más que lucha fueron riñas, tarjetas amarillas, pedidos de VAR, insultos y tumultos, esa historia. Uruguay for export.
Allá, cuando las papas quemaban, Franco Tinaglini, a los 76, le sacó del ángulo el empate a Rivero. El arquero lo festejó como un gol, el delantero no lo pudo creer. Goles también pudieron ser un par de contras de Torque, pero no lo fueron. He ahí la vieja historia de que los goles que no se hacen en un arco se hacen en otro, entonces Wunsch, uno de los más chicos de la cancha, recién ingresado, no fue marcado –¿se olvidaron de la referencia?– y atropelló por el segundo palo tras un centro. 2-2 y, con descuentos agregados, casi 20 minutos para jugar.
Fue de ringui ranga hasta que terminó, fueron a los penales y nació ese mundo donde Defensor Sporting es el bicampeón.
3. Para siempre
La murga del Tren Fantasma / bombo y platillo campeón.
Detalles
Estadio: Centenario
Árbitros: Hernán Heras, Mathías Muniz y Matías Rodríguez
Defensor Sp. (2)(4): Kevin Dawson, Nicolás Rodríguez, Guillermo De Los Santos (76′ Juan Viacava), Renzo Giampaoli, José Álvarez, Agustín Soria (70′ Nicolás Wunsch), Facundo Bernal (92′ Alfonso Barco), Fernando Elizari (92′ Sebastián Guerrero), Anderson Duarte, Octavio Rivero y Brian Mansilla. Entrenador: Martín Varini.
M.C. Torque (2)(2): Francisco Tinaglini, Franco Pizzichillo, Joaquín Pereyra, Maximiliano Villa, Andrew Teuten, Franco Catarozzi, Lautaro López (69′ Tobías Correa), Lucas Villalba, Lucas Rodríguez (69′ Santiago Costa), Esteban Obregón (88′ Kevin Altez) y Joaquín Zeballos (59′ Lucas Acosta). Entrenador: Pablo Marini.
Goles: 5’ Andrew Teuten (MCT), con zurdazo imposible; 43´Octavio Rivero (DS), de cabeza; 51’ Joaquín Zeballos (MCT), a la pesca; 82’ Nicolás Wunsch (DS), por el segundo palo.
Penales: Catarozzi (MCT), gol; Rivero (DS), cruzada y adentro; Villa (MCT), atajó Dawson; Duarte (DS), pimba; Pizzichillo (MCT), bien metida; Giampaoli (DS), abajo a la derecha; Teuten (MCT), otra vez Dawson; Rodríguez (DS), gol para la historia.