La Copa América navega mayoritariamente entre el desencanto y la incomprensión del gran público local. Se salva la genuina felicidad de la diáspora latina que vive en Estados Unidos y que puede por un rato juntarse en una tribuna que trae algo del país natal. El resto da la sensación de no estar funcionando.

Empecemos por antes del comienzo. Esta edición de Copa América originalmente estaba designada a Ecuador y el año en que debía disputarse era 2023. El cambio de fecha se hizo para sincronizarla con la Euro y así acompasar el calendario futbolístico europeo. El cambio de sede, por su parte, responde a la situación política ecuatoriana en 2022, una semana antes de la final de la Libertadores que se jugó en Guayaquil, cuando el presidente de la federación dijo “hay cosas más importantes que el fútbol” y comunicó que debían renunciar a la organización del torneo por cuestiones sociales, políticas y de seguridad.

Fue entonces que con poco tiempo de anticipación la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) recurrió al comodín de Estados Unidos: desde que Alejandro Domínguez preside la Conmebol se disputaron cuatro copas América, dos en Brasil y dos en Estados Unidos.

Bendito sea el fútbol

El partido inaugural entre Argentina y Canadá fue el momento de darse cuenta de que algo no cerraba. Lo primero fuera de lugar fueron dos pastores evangelistas que en español e inglés bendijeron el torneo. La International Football Association Board, encargada de definir las reglas del fútbol, deja bien claro que a nivel de selecciones “está estrictamente prohibido todo tipo de mensajes o imágenes políticos, religiosos o personales en todo el uniforme utilizado o llevado (de forma temporal o permanente) al terreno de juego”. Y allí estaba Gianni Infantino, sentado en la tribuna, viendo cómo se metía la religión en todo el terreno de juego. Eso sí: el uniforme utilizado por los pastores era un impecable traje y corbata.

El pastor paraguayo Emilio Agüero Esgaib, exluchador de kickboxing y fundador de la iglesia Más que Vencedores, con cuatro templos en Paraguay y uno en Argentina, fue el encargado de bendecir en español. Uno de sus feligreses es el actual presidente de la Conmebol, Domínguez, pero además Agüero mantiene vínculos con el Partido Colorado paraguayo y, particularmente, con el sector del expresidente Horacio Cartes. Es sobrino del exdiputado Yamil Agüero, que responde a Cartes, y también fue quien ofició la boda del hijo mayor del expresidente. Resumiendo, el presidente de la Conmebol se llevó a su pastor personal para bendecir la copa, una persona que en su cuenta de X ha dicho cosas como: “El feto no es el cuerpo de la mujer. El hombre tiene genitales masculinos y las mujeres, femeninos”.

Allí estaban pastores, jugadores, árbitros y la periodista Morena Beltrán, con la única tarea de entregarle la moneda del sorteo al árbitro central, algo típico de los deportes estadounidenses, pero no del fútbol. Todos dentro de un terreno de juego pequeño, porque las canchas de esta copa poseen las mínimas medidas permitidas, de 100×64 metros. La FIFA demanda para sus torneos una cancha de 105×68 metros, pero como 11 de los 14 estadios son originales de fútbol americano, cuyas canchas miden 110×49 metros, lo máximo que se pudo lograr son esos 64 metros de ancho que, entre otras cosas, generan que la estática esté más cerca de lo habitual. Los jugadores lo notan y lo hicieron saber: hay menos espacios. Cuando se supo que estas serían las medidas, Marcelo Bielsa mandó redimensionar todas las canchas del Complejo Celeste y de los centros de entrenamientos utilizados por Uruguay.

La otra queja que surgió de jugadores y entrenadores fue por el estado del césped. La mayoría de las canchas son de césped sintético. Para la ocasión se lo sustituyó por pasto natural, pero el resultado no parece que convenza a los protagonistas del juego.

Distintas Américas

Estados Unidos es un país muy diverso. Históricamente basado en la autonomía de cada estado, las realidades varían mucho de costa a costa y el fútbol es reflejo de ello. Para el grupo social conocido como WASP (blanco, anglosajón y protestante), el fútbol es un deporte principalmente femenino. Las niñas juegan al fútbol, los niños, al fútbol americano, básquet o béisbol. Además, a diferencia de esos tres deportes, el fútbol es un invento extranjero.

El primer impulso fue introducir elementos diferenciales, así fue que en la década del 90 el reloj corría al revés, de 90 a 0, no estaba permitido empatar y para decidir el ganador se realizaba el famoso shot gol. Ninguna de esas cosas funcionó, así que Estados Unidos tuvo que aceptar que debía jugar al fútbol como el resto del mundo. Eso sí, la organización de su liga doméstica siguió el modelo de sus otros deportes: ligas cerradas sin descensos y con franquicias como equipos. Sin embargo, la MLS no para de crecer, la temporada que viene serán 30 equipos los que la jueguen, sus derechos de televisación fueron adquiridos por Apple y lo primero es el negocio.

Hay una realidad demográfica que también sirve para explicar la suba de popularidad del fútbol. La población hispana actual es de 63 millones de personas, son el 20% de la población total y hay tres estados, California, Nuevo México y Texas, donde los latinos son más que los blancos no hispanos. Si hay tantos latinos viviendo, hay tantos latinos votando. Para la próxima elección de noviembre, 36 millones están habilitados para votar, son el 15% del electorado, un colectivo a atender para quien aspire a ser presidente. Por ejemplo, Biden ganó las elecciones pasadas, entre otras cosas, porque seis de cada diez latinos optaron por él. Pero en esta ocasión las encuestadoras marcan que la realidad es otra, incluso que Trump podría acumular más votos latinos que Biden.

La Copa América se presenta como una gran oportunidad de hablarle a ese electorado. La campaña de Biden diseñó una estrategia específica para este momento. El presidente tuiteó el mismo día de la inauguración un spot en el que se vincula a Trump con el cierre de los estadios y los tiempos de tribunas vacías por la pandemia de covid-19. Ese anuncio se verá en los entretiempos de los partidos, particularmente en los estados en los que no está clara la tendencia, entre ellos Florida.

El periodista argentino Ezequiel Fernández Moore recordaba estos días una frase de Marcelo Bielsa: “¿No notan que el mundo del fútbol cada vez se parece menos al aficionado y más al empresario?”. El precio a pagar por un buen negocio no puede ser ir dejando trozos de identidad del fútbol sudamericano por el camino.