Luego de tres buenas regatas, la última de este sábado opacó la actuación del uruguayo Bruno Cetraro en los Juegos Olímpicos de París 2024. Una falla en su bote hizo que no pudiera continuar en el ritmo en que venía –segundo y en la punta–; en los segundos 1000 metros se le fue la carrera y terminó último en la final B de remo single.

“Obviamente que ahora [estoy] enojado, frustrado un poco por la regata, porque queríamos ir por ese diploma y teníamos con qué”, comentó luego. “En la mitad de la regata se empieza a aflojar la chumacera, el tolete del bote, que es donde apoya el remo, y la pala empieza a no entrar bien, de forma incorrecta, lo cual te saca un poco de foco, de concentración”, explicó. “Seguimos tratando hasta que ya en los últimos 500 metros ya el tolete no aguantó y no había forma de aguantar el remo dentro del agua, hacía lo que quería, y es un poco frustrante porque se tenía con qué”.

Si mantenía el segundo lugar en la final B podía estar entre los ocho mejores de París 2024 y obtener el diploma olímpico. De los 2.000 metros de regata, a la mitad “fue cuando me di cuenta realmente de que no, que había algo malo, que no podía, no podía remar bien”, contó.

“Genera una impotencia tremenda ver cómo los rivales te pasan sin que te puedas defender”, lamentó, y comparó: “Cuando uno pierde, pierde o aprende, como yo siempre digo, porque el otro es mejor, es una cosa, pero cuando tenías con qué para aguantar, para estar ahí adelante, es duro”.

“Esto es deporte, y el deporte siempre da revancha”, concluyó apostando a sacar lo positivo. “Al fin y al cabo hice tremendas regatas estos Juegos Olímpicos, y hay que quedarse con eso, yo me tengo que quedar con eso, y ya apuntar a Los Ángeles”. Valoró que los juegos sirvieron para “darnos cuenta de que estamos, que podemos pelear contra los mejores”.

Sobre la posibilidad de obtener algún aprendizaje tras el desperfecto técnico, para evitar que suceda en el futuro, Cetraro dijo que la rotura de una pieza “es algo que no se puede controlar, se rompió y ya está, es algo que es del bote”, y marcó que antes de la regata el equipo había chequeado el bote.

“Lo único que está en nuestro control es qué hacemos con eso que pasó: ¿nos cruzamos de brazos y nos quedamos sentados en el sofá diciendo ‘teníamos la oportunidad y no se dio’ y ya está? ¿O ‘no me importa y voy a seguir hasta lograrlo’? Cuando uno quiere llegar arriba, también van a ser más las que uno va a estar aprendiendo, por diferentes motivos, y hay que sacar el lado positivo de todas las cosas, capaz que esto nos enseña todavía más resiliencia”, comentó.

Yo hago esto no por el resultado o por la medalla, es por la persona en la que uno se tiene que convertir, y todo el camino hasta acá fue perfecto y me encantó, así que me voy a quedar con eso, tratar de despejar la cabeza ahora porque, obviamente, que lleva su proceso poder digerir todo esto, pero no cambia nada, el sueño sigue estando”.

Cetraro recordó que él competía en la categoría de peso ligero y hace un año y medio cambió a single abierto: “Recién hace medio año que uno se va sintiendo cómodo con el aumento de peso, entonces, hasta el momento es sumamente productivo, sabíamos que el camino iba a ser largo, que iba a ser difícil para ahora, en París lograr el objetivo, pero no iba a ser imposible, así que, se intentó; esta vez no se dio, pero para Los Ángeles vamos a seguir con todo”.

La actuación de Cetraro fue histórica para Uruguay, ya que la última vez que un remero uruguayo estuvo entre los 12 mejores en singles fue en 1988, cuando Jesús Posse logró el puesto 11.

Finalmente, en París el oro fue para el candidato, el alemán Oliver Zeidler (6:37.57); la plata, para el bielorruso Yauheni Zalaty, que representa al equipo de deportistas neutros (6:42.96); y el bronce, para el neerlandés Simon Hendrik van Dorp (6:44.72).