Justo antes de que se cumplan 30 años del último festejo, Porongos pudo volver a levantar otra orejona. El plantel dirigido por Román Torres y que a principios de año recibió las distinguidas incorporaciones de Diego Godín y Gonzalo Chory Castro derrotó 2-0 a Melo Wanderers y, tras empatar en cero en el noreste del país, gritó campeón.

El propio Chory y Mauro Portillo firmaron los tantos y desataron una fiesta interminable en una ciudad que agotó cervezas y hamburguesas, y que volvió a cantar a los gritos hasta el amanecer la tradicional canción de Pinocho que el Pato Marengo convirtió en himno.

De mascota a campeón, de campeón a parrillero

Toda gran hazaña esconde otras pequeñas hazañas que la alimentan. La consagración de Porongos también cierra el círculo familiar de la familia Castro. Papá Mario, campeón en las tres copas anteriores del club, comenzó a sudar la final antes que su hijo, autor del primer gol. Es que la previa incluyó un gran asado en la sede auriazul.

“Para mí esto es un gran orgullo, siendo que él en las tres copas siempre me acompañó como mascota, ¿no? Y bueno, hoy se da el privilegio de venir al club. Trajo a Godín, a Gonzalo Viera, y quiero agradecerle porque honorariamente se acercó, y eso es lo que lleva a ser un club grande: que sea familia, que no sea siempre por dinero, que el fútbol del interior también existe”, expresó el Chory grande a la diaria.

Y agregó: “El Porongos de Flores es familia, amistad. El orgullo es ganar una copa en el interior y siempre estar ahí adelante. Y estar con familia, que la familia es la que te banca, está con vos todos los días. En esa época yo jugaba y mi mujer andaba en la cocina, que hacía la comida junto con otras muchachas cercanas acá, y eso es del fútbol interior, es familia”, dijo.

Gonzalo, el Chory chico, recuerda sobre todo las dos últimas copas ganadas por su padre, las del 94 y 95, cuando él apenas tenía diez años.

“Esto es un sueño hecho realidad, una locura. Yo sabía que iba a tener la oportunidad de volver a Porongos en algún momento si la parte física acompañaba. Y bueno, después se embarcó el Gonza Viera, se embarcó el Diego [Godín], y hoy culminamos un campeonato súper difícil donde tuvimos grandes rivales”.

Consultado sobre su influencia para que Godín termine en Flores, el ahora exjugador respondió: “Costó, hubo un trabajo ahí. Diego recién había dejado el fútbol y un día en un asado nos dimos la mano y acá estamos. Una locura linda”.

El retorno del Faraón

Aquella decisión de regresar al fútbol y jugar para Porongos fue acertada, según lo reconoce el propio Godín.

“Esto se disfruta de manera especial porque acá nadie me obligó a venir, acá nadie me pagó, acá vine por el sentimiento de amistad y eso es lo más lindo que hay: ganar con amigos. Ganar es lindo, pero ganar con amigos no se explica con nada”, afirmó a la diaria antes de confirmar que ahora será tiempo de cuidar a sus hijas, la más chica nacida hace menos de 20 días.

“Jugué con un amigo, con el padrino de mi hija, con un montón de amigos que están en este club y, bueno, la diversión, el compañerismo, los ratos lindos se fueron convirtiendo en este sueño hermoso”, añadió.

Mauro Portillo, de Porongos, tras convertir el segundo gol de su equipo a Melo Wanderers, el 28 de setiembre, en el estadio municipal Juan Antonio Lavalleja, en Trinidad, Flores.

Mauro Portillo, de Porongos, tras convertir el segundo gol de su equipo a Melo Wanderers, el 28 de setiembre, en el estadio municipal Juan Antonio Lavalleja, en Trinidad, Flores.

Foto: Fernando Morán

Y completó: “Yo les decía a los muchachos que he perdido mucho más de lo que he ganado y, bueno, me tocó ganar. En lo personal, me quedo con el cariño de un montón de gente, porque me recorrí el Uruguay, y un montón de niños y de gente grande que me respetó, que me mostró cariño por lo que hice en la selección, y eso es lo más lindo que hay”.

Ante la pregunta “¿En qué lugar colocás este título?”, Diego contestó: “En un lugar especial, pero muy especial, porque es el sentimiento del amateurismo más puro que hay”.

Construir un campeón

Lo entrenadores Román Torres y Matías Quagliotti tuvieron la difícil tarea de construir al equipo antes de conocer los arribos de Godín, el Chory y Gonzalo Viera, con las limitaciones de un equipo del interior, pero también con una buena dosis de confianza por parte de los dirigentes.

“Esto lo arrancamos a armar, en realidad, hace dos años y medio cuando arrancamos. Empezamos a armar una base, una construcción. Y este año, obviamente con la llegada de Diego, Gonzalo y el Chory se potenció mucho más todo. Empezó a caer gente de todos lados, se pudo traer algún jugador más desequilibrante a nivel del interior”.

Sin embargo, la fecha de refundación del proyecto Porongos campeón 2024 es el 14 de diciembre pasado, cuando los entrenadores se juntaron con las estrellas y “esto empezó a formarse”. Luego de eso, recibieron cientos de llamados que buscaban acercarse al auriazul.

“No puedo olvidarme de la gente del club, de la base del club”, advierte Torres, “los Diego de Carlos, los Heber Collazo. Los Fede Rodríguez, los Copete, que son los referentes del club, los históricos, más toda la camada de gurises que arrancaron un poco con nosotros. Nosotros cuando agarramos subimos siete gurises. Son todos parte de esto. Están muchos en la cancha, otros en el banco. Lo más importante para mí es eso, la construcción. Y la unión, la unión que se ha generado hoy”.

Además de los futbolistas, Torres y Quagliotti arriesgaron con métodos poco vistos en la categoría y que, al principio, costó introducir. Uno de ellos fue la decisión de concentrar las noches previas a las finales y de incorporar al cuerpo técnico a un videoanalista que no sólo aporta en la semana, sino que ayuda durante el encuentro, sobre todo en pelotas paradas.

La dirigencia de Porongos entendió el valor de esto último cuando el golero brasileño Matheus Brandão contuvo tres penales en las semifinales ante San Carlos. Era el único de los arqueros que tenía referencias de su rival.

“La verdad que uno siempre soñó con salir campeón del interior. El 28 de enero es mi cumpleaños. Y cada vez que tenía que soplar la velita, un deseo era este. Obviamente que uno le hubiese gustado terminar de otra manera dentro del campo. Pero por circunstancias de fútbol, por lesión, no pude llegar. Pero bueno, estoy deseando estar en casa, apoyar la cabeza en la almohada, mirar el techo y decir ‘lo logré, logré el sueño que tenía desde niño’”, afirmó De Carlos.

Ignacio Alonso, presidente de Asociación Uruguaya de Fútbol, fue otro de los presentes en el Lavalleja, y describió al fútbol del interior como “la manifestación de fútbol amateur más importante y la manifestación de fútbol popular más fuerte que hay en Uruguay. Solamente este campeonato mueve lo que mueve a nivel de fútbol amateur”.

Consultado sobre qué fue lo que motivó a las flamantes incorporaciones jugar en Porongos, el dirigente respondió: “Yo creo que el sentirse jugador de fútbol de nuevo, ¿no? Lo he hablado con Diego, lo he hablado con el Chory, ellos sienten esto como una casa y se sienten sustanciados con la identidad, con un sentido de pertenencia que no se logra en cualquier lado. Entonces, acá, vos ves que disfrutan, están disfrutando el fútbol desde otro lado”.