Los clubes sociales y deportivos tienen un acento importante en la especificidad deportiva, sea cual sea la actividad que desarrollen las instituciones. La competencia activa se convierte en uno de los principales engranajes que hacen mover la maquinaria del club, dotándolo de sentido y otorgándole visibilidad más allá de su propio enclave.

Pero no puede dejarse de lado la arista social. En un barrio, una ciudad pequeña del interior del país, un pueblo, un balneario, o en cualquier lugar que continúe encendida la llama de un club, asume las funciones de ágora, en donde los vecinos se reúnen bajo premisas evidentes e implícitas. La unión de las voluntades genera la fuerza necesaria para que la identidad del lugar y sus pobladores se mantenga en pie. Pero el club no sólo es motivo de encuentro y forjador de idiosincrasia, el club también es una herramienta que tienen sus socios para el hacer con la mirada puesta hacia afuera en acciones concretas y participando de manera activa en la construcción de una comunidad.

Otro azul, otro oro: Crónicas de San Rafael, de Regina Ramos y Agustín Lucas, celebran el 80° aniversario del club social y deportivo San Rafael de la localidad de Rafael Peraza. Los autores les echan mano a las crónicas de Edmundo Yiyo Fernández, revisan la documentación disponible, el acervo fotográfico y se entrevistan con varios de los protagonistas para darle cohesión a un libro que, a través de la historia del propio club, también reconstruye la historia de Rafael Peraza.

Un periplo que comenzó a comienzos de la década del 30 con la llegada de Peraza a la zona, las primeras construcciones civiles, un incipiente movimiento comercial que fue creciendo y, en pocos años, ante la necesidad de actividades recreativas, nace la práctica del fútbol. Una etapa embrionaria bajo el nombre Boca Juniors da cuenta de los colores que lo identifican y, posteriormente, el 4 de marzo de 1944, la fundación oficial del club San Rafael, en homenaje a aquel personaje que se instaló en la zona varios años antes y a quien continuaron rindiendo tributo en el futuro, al bautizar al pueblo con su nombre.

Durante el trayecto de la obra aparecen anécdotas, gestas deportivas, estadísticas y planteles. Movimientos claves como la incorporación del fútbol femenino, el rol socializador en el seno de la comunidad, el surgimiento de nuevas actividades. El reconocimiento de figuras fundamentales que edificaron al San Rafael, como fue la de Ricardo Reyes, o el traspaso del testimonio a nuevas generaciones a modo de símbolo de pertenencia. En ese sentido apuntan las palabras de Noel Lemes: “Uno ve que el árbol sigue creciendo […] y eso es satisfactorio”.

Uno de los entrevistados, Leonardo Castillo, dice: “Es difícil pensar si el club no estuviera cómo sería el pueblo”. Para que un club de una pequeña localidad perdure durante ocho décadas es imprescindible el esfuerzo de muchas personas; ese mismo esfuerzo es válido pensarlo en clave comunitaria, haciéndose extensiva al lugar, cuestión que la lectura de Otro azul, otro oro permite entrever.