Al igual que en el primer libro de María Zulema Arena, Mi casa fue la cárcel del pueblo, Macachín, hacedor de libros hermosos, recibió como una guinda la idea de la autora de intercalar tipografías con los capítulos. Arena tiene entonces dos voces y lleva en ellas otras tantas. Una es la que narra, la que ficciona, la que teje la historia del Chino Sosa en Zaguero como tejió la suya y la de su casa, la cárcel del pueblo, en su primer libro, que también diseñó Gustavo Wojchiechowski, el Maca. La otra es una voz parienta del registro. Es una voz que encauza en la historia universal o criolla o ambas, lo que teje la anterior. Ni la voz ficcionada es meramente ficción, ni la voz histórica está sola.

El libro de Zulema construye en sí mismo otro pilar, el valor de hacerlo: tomar la posibilidad de pararse en la línea de cuatro del periodismo, en la zaga de la escritura, y jugar un juego por momentos desconocido y por momentos de toda la vida. Dice Zulema que juega a ser periodista y a ser escritora –lo que no quiere decir que no lo sea–, habita la tarea como habita las historias. En Zaguero narra la historia del novio de su nieta, esposo después, padre de sus bisnietas, un futbolista que pisa los 40 años. Criado en Defensor Sporting, con todo lo que implica la formación en una de las más grandes escuelas de América del Sur, el Chino Cristian Sosa también vistió la camiseta de Plaza Colonia en el fútbol uruguayo. Partió hacia Italia en busca de un sueño. Pero la historia del Chino y el sueño de llegar es una historia de a dos o de a más, es una historia plural.

La Melu y el Chino se fueron en 2008 a Italia no sin antes casarse de apuro en una boda íntima y familiar. La boda, una especie de despedida y de recibimiento, una suerte de cambio de pantalla, un repaso para registrar que los que estuvieron ese día estarán a la vuelta, o estarán sus almas. La esquina donde la vuelta se pega ni se sabe dónde queda.

No la han encontrado el Chino y la Melu siquiera alrededor de la cancha del Târgu Mureş de Rumania. Es probable que a esta altura la esquina de volver sea la de su casa, con sus hijas, cerca del estadio Domenico Iorio de Real Casalnuovo. La casa es otra. El sueño también. Llegar quizá sea eso, la posibilidad de soñar cosas simples. O la posibilidad de haberlo cumplido a su manera. Lo que Zulema registra es esa chance de vivir el sueño a la manera de su nieta y de su novio, con los dolores que no vienen de las patadas y la suerte que no es la misma que la de las cartas. Eso de vivir a su manera lo empuña la escritora como propio.

La suegra y las hijas juegan de titulares en el cuadro de la vida de ambos, donde también juegan los compañeros aquellos de las inferiores del tuerto, que son amigos para toda la vida, porque para eso son las inferiores: para hacer amigos de toda la vida. Los colores de este libro son el azulgrana de la camiseta de Taranto, a donde llegaron desde Montevideo. Las voces migratorias que narró el Atlántico pueblan la narrativa de Zulema, las jugadas de Cristian, la vida de Melu. Los colores de Defensor como los del muro de una escuela.

Los colores de Gallipoli como los de Progreso, los de Cittadella, los de Venezia, los de Alessandria. La camiseta amarilla de Módena, la granate de Fano, los bastones de Leoncio. Dice el Chino sobre su etapa en Módena, citado por Zulema: “A los pocos meses, el equipo se ponía las armaduras y salía a ganarle a la directiva del club, que trataba de convencer a los jugadores de aguantar el cero de salario por un tiempo. Con el apoyo de la Associazione Italiana Calciatori, el sindicato de futbolistas, el equipo de Módena logró que la directiva se declarase en quiebra, lo que daba lugar a que se abriera un ‘calcio mercato’ para todos los jugadores. Así, como casi todos, enseguida tuve mi nuevo cuadro, Fano, lo que implicaría jugar para no llegar al descenso”.

Lo que vivieron el Chino y Melu pertenece a la historia innominada de nuestro fútbol uruguayo. La que no sale en los diarios ni en la televisión, la de soñar bajito y acumular partidos en canchas inhóspitas atrás del mango que te permita seguir, de la mano de alguien que marcó tu vida, en la mano de alguien con un lápiz que la registra.

Presentación del libro Zaguero, de María Zulema Arena. Martes 9 de diciembre a las 19.00. Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT (Jackson 1283).