La noticia de Peñarol y Nacional jugando el Gauchão en 2026 pegó fuerte en los medios de prensa uruguayos a principios de la semana pasada. La difusión del tema en principio tuvo pocos cuestionamientos, tal vez por la legitimidad y el conocimiento dirigencial e institucional de quienes tiraron la idea, pero casi de inmediato cualquier análisis formal mostraba la falta de viabilidad casi absoluta de la idea por una cuestión que empezaba en lo institucional y se encontraba con lo comercial y económico: no hay posibilidad de que Peñarol y Nacional jueguen el Gauchão 2026.

¿Então?

Hablando desde Asunción, el presidente de Peñarol, Ignacio Ruglio, expresó en el programa Minuto 1 de Martín Charquero, en Carve Deportiva, que plantearía la idea de jugar junto con Nacional el campeonato estadual de Rio Grande do Sul, el Gauchão, regido por la Federación Gaúcha de Fútbol (FGF), una de las federaciones estaduales que componen la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF). “Hace mucho tiempo lo tengo pensado; el Gaúcho se juega del 17 de enero al 15 de marzo, es un viaje corto, se juega en tres series de cuatro equipos y estoy obsesionado con romper la monotonía del fútbol uruguayo. Cuando vas a jugar internacionalmente es otro fútbol; entonces Peñarol y Nacional damos mucha ventaja, y cuando llega la Copa Libertadores das una ventaja por cómo competís a nivel interno, y tenemos que ver cómo salir de eso”, dijo Ruglio.

Planteado como una idea disruptiva está muy bien, pero cualquier acercamiento a la institucionalidad del fútbol rompe la concreción y hasta el planteo de la propuesta: ningún club puede estar afiliado a dos asociaciones nacionales simultáneamente, y entonces el Gauchão queda inhabilitado para que participen dos clubes de Montevideo.

Antes de algún comentario o aviso de la FGF respecto de lo que Ruglio planteó al presidente de Inter de Porto Alegre, Alessandro Barcellos, y Andrés D’Alesandro, director deportivo del colorado portoalegrense, el presidente de la FGF, Luciano Hocsman, manifestó en Porto Alegre que “recibimos esa información por la prensa. Nunca la FGF, por lo menos en esta gestión, fue buscada por nadie para tratar este tema; además de muy interesante, porque muestra la fuerza y la importancia del fútbol gaúcho en el escenario internacional, es un tema muy complejo y difícil de que se pueda concretar, porque el primer paso sería que Nacional y Peñarol se desafilien de la AUF, después necesitarían regularizar su situación en Brasil con toda la documentación; hecho eso tendrían que iniciar el proceso de afiliación a la FGF y siguiendo los estatutos de la entidad entrarían en la serie B del Gauchão para, recién después de años, poder llegar a la serie A de este campeonato. Esos serían los pasos. El fútbol gaúcho está siempre de puertas abiertas para recibir a los clubes uruguayos para jugar torneos de integración o preparación con los clubes de Rio Grande do Sul”.

Ignacio Alonso, presidente de la AUF, también en Paraguay y enterado de la situación por el propio Ruglio, manifestó que la idea de enfrentarse en un torneo internacional con los rivales de Rio Grande do Sul era buena, pero no lo pensaba en el Gauchão porque ese ya es un torneo regido por otra asociación, pero sí alguna forma de integración con la FGF y con más uruguayos que Nacional y Peñarol.

De categoría internacional

La necesidad de competencia entre equipos o núcleos que juegan o desarrollan de manera articulada, institucionalizada o espontáneamente es tan antigua como el fútbol mismo.

Una vez establecida en zonas o regiones, ciudades y países, los diagramas de competencia se fueron abriendo y extendiendo hacia otros lugares, al principio por el espíritu lúdico de la competencia y del juego en sí mismo. Un barrio se interconectó con otro, y otro lo llevó a jugar y competir en casi toda la ciudad; eso se proyectó al país, con desarrollos institucionalizados con el único afán de jugar y competir, y casi de inmediato surgió la necesidad de cotejarse con otros países.

El desarrollo del juego en las islas británicas, primero, y en el Río de la Plata inmediatamente después, con diez o 15 años de diferencia y con 6.670 millas náuticas de distancia por el Atlántico (12.000 kilómetros), disparó en ambos conglomerados de comunidades la competencia entre sí, mucho antes de los torneos entre otros países y otros continentes, y con notoria anticipación a las organizaciones y competencias continentales e intercontinentales, con partidos de lado a lado de clubes y selecciones: en 1884 se jugó el primer campeonato entre las naciones del Reino Unido de Gran Bretaña y en 1902, el primer juego entre las instituciones que regían el fútbol en Uruguay y Argentina.

Entre 1889 y 1894 hubo partidos en Montevideo y Buenos Aires que cruzaban a equipos de residentes ingleses en cada ciudad –el de 1889 fue entre un combinado del Montevideo Cricket y el Montevideo Rowing contra un club, el Buenos Aires FC–; después desde 1901, el primer partido de combinados con criollos, y desde 1902 el primer partido con selecciones de las ligas y representando al fútbol de esos países.

Antes de ello los clubes del Río de la Plata jugaban contra equipos de ingleses, mayoritariamente de flotas de buques, y en 1901 el CURCC (Peñarol) jugó contra el Alumni de Argentina, mientras que en 1902 Nacional jugó contra Barracas Athletic Club (no era el Sportivo Barracas). En 1904, por primera vez, llegó un equipo inglés que revolucionó el fútbol rioplatense, el Southampton, un año después desembarcó en nuestras costas el Nottingham Forest, y en 1909 lo hizo el Tottenham Hotspur.

Para ese tiempo ya se jugaban numerosas copas y torneos internacionales entre uruguayos y argentinos, que por una década estuvieron enriqueciendo con su competencia el desarrollo del fútbol de esta región y, por transitiva después, del continente.

Hubo ediciones de la Cup Tie Competition (1900-1919) con participantes porteños, rosarinos y montevideanos (el primer uruguayo en ganarla fue Wanderers en 1911), la Copa de Honor Cusenier (1905-1920), que de entrada la ganó Nacional, la Copa Aldao, jugada con interrupciones hasta la década del 50, y la Copa Confraternidad Escobar-Gerona.

No hay antecedentes, sin embargo, de torneos oficiales con clubes brasileños, que recién se empezaron a enfrentar institucionalmente con los uruguayos en 1916.

Chimarrão no es lo mismo

El fútbol fue primero un juego. Rápidamente se convirtió en deporte, después en una oportunidad comercial que lo volvió primero un negocio y, concomitantemente, un centro de poder. En esa cadena, que sumó eslabones viciados, el fútbol fue mutando –lejos de aquella todavía intacta pasión lúdica que hoy nos hace correr detrás de una pelota– en una gran oportunidad económica.

El Gauchão es un torneo vendido para la televisión, negociado con patrocinadores, que tuvo en su serie A de 2025 a 12 participantes divididos en tres grupos que jugaron un piso de ocho partidos (jugaban a partido único contra los integrantes de los otros dos grupos). Los cuatro primeros definieron el título (lo ganó Inter ante Gremio) y jugaron 12 partidos; los que quedaron ordenados del quinto al octavo juegan la Copa Farroupilla y sus finalistas también totalizaron 12 encuentros y los últimos jugaron un cuadrangular para evitar el descenso (11 partidos en total); los que bajaron fueron los dos equipos pelotenses, Brasil y Pelotas.

Hubo diez partidos con más de 15.000 entradas vendidas, pero también los hubo de menos: 500 en por lo menos diez oportunidades. Además, como dato, el torneo empezó el 25 de enero y terminó el 16 de marzo, con partidos cada tres o cuatro días.

Una copa o uma taça en portuñol

La última temporada de clubes de la AUF, esta de 2025, arrancó con la Supercopa el 27 de enero, y el Uruguayo con el Apertura empezó el 31 de enero, por lo que ya en calendarios, aunque fuese posible que Peñarol y Nacional u otros clubes pasaran a jugar el torneo regular de la A de Rio Grande do Sul, no es compatible.

¿Cómo encuadrar una competencia con los equipos gaúchos? Es difícil concebir como preparación antes de sus competencias (los uruguayos el Apertura y la Libertadores o Sudamericana y los brasileños su torneo estadual y Copa Brasil o fase 2 o 3 de la Libertadores), pero no parece que hubiese más fechas que las de las últimas tres semanas de enero, con una competencia internacional parecida a la que tienen en la actualidad –que tal vez ya esté enajenada al organizador televisivo de la Serie Río de la Plata–, o jugar a fines de enero en paralelo con el Gauchão un torneo reducido que involucre y mezcle en dos series a Peñarol y Nacional y dos clubes uruguayos más junto con Inter, Gremio y los dos equipos de Caxias, o aquellos que puedan llegar a participar, incluyendo partidos en el Atilio Paiva Olivera, lugar que, además de prepararse y venderse para la televisión, podrían llenar cada vez que se cruzaran los cuatro clubes más populares de la región.

Podrían programarse semifinales y finales para la primera quincena de febrero y allí pasar a jugar en Montevideo, Porto Alegre o Caxias si sus equipos clasificaran.

No cambia mucho a lo que juegan hasta ahora, pero por lo menos avanza en la idea original de jugar con nuestros hermanos gaúchos.