El gol de Ignacio Sosa cambió todo. Peñarol pasó de ser un equipo dominado a irse al descanso con la ventaja y volver al complemento para transitar el partido sin problemas, en un cotejo que se liquidó con el segundo tanto.

Después de una derrota siempre es importante ganar, y eso le sucedió al equipo de Diego Aguirre, que quedó muy cerca de sellar el primer lugar de su grupo, porque tiene una diferencia de goles muy grande a su favor. Si le gana a Cerro el próximo fin de semana en el Campeón del Siglo, habrá final clásica por el Intermedio. Si pierde o empata y gana Defensor Sporting, entonces el finalista será el violeta.

Injusticia divina

Wanderers fue muy superior en el primer tiempo, pero se fue 1-0 abajo. Una muestra más de que el fútbol no sabe de merecimientos. El bohemio tuvo la virtud de generar muchas chances, pero falló en dos cosas que, en este deporte, son lapidarias: la definición y la solidez defensiva para frenar el único ataque del rival.

Las frases hechas marcan que en los partidos de visitante contra los grandes errar goles es un pecado imperdonable. Para los del Prado lo fue. Joaquín Zeballos tuvo la más clara en una incidencia en la que recuperó en su campo y corrió toda la cancha para definir apenas ancho. El delantero rochense fue un problema sin solución durante los primeros 45 minutos para los zagueros rivales.

Wanderers avanzó por izquierda, con proyecciones de Andrew Teuten y Leandro Zazpe; incluso Nicolás Ferreira, que se movió por todo el frente de ataque, muchas veces llegó por ese lado. La pelota fue de dominio visitante, que controló la mitad de la cancha con buen trabajo de Martín Suárez.

Era un primer tiempo para el olvido de Peñarol, que preparaba tres variantes en el descanso, cuando Ignacio Sosa recibió el balón en campo propio, se sacó un jugador de encima sobre la divisoria y enfiló rumbo al arco oponente. Cuando llegó a zona de peligro con balón dominado, sin que nadie le saliera, puso una puñalada perfecta para Héctor Villalba, que falló el mano a mano, pero Sosa, que siguió corriendo, en el rebote la mandó a guardar.

El 1-0 que se llevó el carbonero al vestuario fue inmerecido, pero el fútbol no entiende de estas cuestiones y los cuadros grandes menos.

Leandro Umpiérrez, de Peñarol, y Andrew Teuten, de Wanderers, el 22 de junio, en el Campeón del Siglo.

Leandro Umpiérrez, de Peñarol, y Andrew Teuten, de Wanderers, el 22 de junio, en el Campeón del Siglo.

Foto: Ernesto Ryan

Un minuto le alcanzó

La misma pasividad defensiva que tuvo Wanderers en el primer gol la tuvo en el segundo, cuando cayó un balón al área que nadie despejó. Maximiliano Silvera, recién ingresado, sacó un remate potente aprovechando el cachón, como cuando te tiran el 1 en la conga y tenés que achicar por el corte.

Suficiente. Lo liquidó Peñarol, que, desde ahí, lo que generó fue un trámite de mayor paridad, aunque en tenencia de balón la visita siguió liderando la estadística, pero ya sin crear grandes situaciones de peligro.

El segundo tiempo fue a ritmo de amistoso, el resultado ya no estaba en disputa. En los últimos 15 minutos el carbonero se defendió con la pelota, aunque le costó profundizar para llegar a un nuevo gol. Wanderers se hundió bastante y se replegó para cuidar su arco y evitar la goleada.