Así debe sonar el corazón. Como un gimnasio abovedado de Tres Cruces. A chapa y a dolmenit debe sonar. Cada tanto, un silbato domina las acciones. El juego se detiene porque la pelota da en una nariz y con este frío montevideano, que no es el mismo frío que en Cochabamba, mejor parar, hacer el ritual del agüita y rezarles a todos los santos. Algo así le pasó al número 4 del Cochabamba FC. Pero claro, el partido frente a La Máquina del Mal estaba dos goles abajo, así que había que seguir. El número 4 se acomodó el rostro, el juez volvió a pitar y el vaho de sueños y esperanzas subió de nuevo.

Hinojosa es un futbolista retacón amateur, entrado en las cuatro décadas. Tiene miles de partidos sudados. Se pone el equipo al hombro porque Cochabamba se acomodó el rostro y quiere. Tiene cositas de Limberg Gutiérrez, se combina con Arispe, que es espigado, pero devuelve al pie la pared. Hinojosa no duda en calzar unos botines blancos que lustró anoche. Asegura el partido luego de una serie de rebotes, y su mirada cuelga de un cielo de chapa. Papelú nació casi al mismo tiempo que Joselito Vaca. Cuando lo vio debutar en la selección boliviana con tan sólo 17 años, se emocionó como si fuera él. Colgó una figurita en la heladera de la que todavía es la casa de su madre en Oruro, la figurita sigue ahí.

Con el mismo gesto de pisarla, tranca con el rival en una acción temeraria. Papelú logra zafar de la marca y patea, pero el arquero, que hizo inferiores en Jorge Wilstermann, se queda con el útil en dos tiempos; se juega la ropa de su cuadro, va al piso en el rebote, su rostro se acomoda contra una rodilla, los cuerpos caen, el caucho salta, todo vuelve a empezar. La camiseta de Atlante tiene la propaganda de Eddy el Chichero Internacional.

Trinidad pasa corriendo con el teléfono en la mano. Es la única que sabe los nombres de los 20 equipos que participan en el campeonato “200 años de la Independencia de Bolivia”. Sabe quiénes son los candidatos y sabe quiénes pelearán hasta el final. Cuando me ve, me dice: “Esta es mi gente” y abre la imagen con la palma de la mano y en el gesto no deja a nadie afuera. Hay más de un centenar de jugadores y más de un centenar de hinchas. Trinidad me pregunta si conozco un árbitro, porque uno falló y tuvo que agarrar de juez el panchero. Parece que se cayó de la moto. Todos esperamos que no sea nada.

Campeonato de fútbol por los 200 años de la Independencia de Bolivia.

Campeonato de fútbol por los 200 años de la Independencia de Bolivia.

Foto: Martín Hernández Müller

“Vivo desde hace 40 años en Uruguay, en la costa. Fui mamá muy joven en Bolivia, a los 15 años. A los 16 ya estaba en Uruguay con mi hijo, que es el que está en la mesa”. Edgar anota todo lo que pasa en el campeonato: resultados, próximos partidos, las llaves de la final. “Edgar nació en La Paz, capital. Se crio en Uruguay, es uruguayo, pero tiene su corazón en Bolivia, la sangre tira”, dice Trinidad Gerónimo, que es quien organiza todo el evento en el fútbol 5 de Cufré y Miguelete.

“Anoche vine a adornar todo esto”, dice Trinidad. Vuelve a abrir la imagen con la palma de la mano. Una bandera de Bolivia flamea, los globos verdes, amarillos y rojos están por todas partes. Los equipos se pasean con sus colores. Afuera y adentro hay fiesta de la tradición.

“Estoy contenta pero triste, porque no tengo árbitro. Ahora hay un compatriota arbitrando, y algunos se enojan porque hay una cancha con un árbitro que sabe arbitrar y otra con uno que no. Pero después sí, estoy contenta. Organizo partidos todos los sábados acá en esta misma cancha, y no sólo bolivianos: hay de Lituania, Armenia, País Vasco. Y también hay fútbol femenino, jugamos con las ecuatorianas, con las paraguayas, con las colombianas y uruguayas también. Podríamos hacer un partido con ustedes. Jugamos hasta con los rusos. Nosotros somos todos estos”.

Campeonato de fútbol por los 200 años de la Independencia de Bolivia.

Campeonato de fútbol por los 200 años de la Independencia de Bolivia.

Foto: Martín Hernández Müller

Un padre cubre los oídos de su niña porque el gol suena como el corazón y el corazón es un galpón de chapa. Imperio Construcción es un cuadro aguerrido. Los globos amarillos, verdes y rojos se sacuden con los pelotazos que se dan contra la red. Carlos hace un golazo y se aferra a la camiseta de Imperio Construcción, su semblante se frunce, besa los colores que lo apañan. En la tele hay fútbol del campeonato uruguayo, pero nadie le da bola. Hasta el clásico pasará desapercibido: juega Real Sucre contra Los Malditos, suenan los parlantes, las tibias y los tobillos.

El partido se pica porque falta el árbitro. La hinchada de los azules se mete al campo y pide explicaciones. El árbitro las ofrece y cada quien vuelve a su sitio. Trinidad observa, me ofrece ser árbitro pero le digo que mejor escribir. Los azules juegan mascando coca. Pregunto por la canción que suena y es del Pacha, se llama “Son tantas noches” y me acompaña luego, al volver.

“Me gusta hacer todo esto porque estoy en contacto con mi gente”, dice Trinidad. “Puedo hablar mi idioma, sé la expresión de las caras, la expresión de todo, sé si están enojados, si están rabiosos. Si les tengo que rezongar o tengo que decirles que no me hagan renegar, siempre en quechua, claro. En quechua o en aymara, pero sobre todo en quechua. Es lindo, ahí está, esta es mi cultura, pa que veas”.

Campeonato de fútbol por los 200 años de la Independencia de Bolivia.

Campeonato de fútbol por los 200 años de la Independencia de Bolivia.

Foto: Martín Hernández Müller

La patasca boliviana es un guiso preparado con carne de cerdo que incluye la cabeza del animal, aunque su principal ingrediente es el maíz. Dicen que donde sabe mejor es en Tarija, aunque también en Santa Cruz y en Beni se dan maña. La otra opción es sándwich de Chola, con un poquito de escabeche, también hay Somó en la fiesta de los 200 años de Bolivia en el Indoor 3 del barrio Tres Cruces: un jugo de maíz que, según me explican, “te saca el hambre”.

En Bolivia, pelar el maíz con ceniza es tradicional. “Se le va la piel como a la serpiente”, me dice alguien que sale a fumar. “Estar acá es como estar en mi país”, retoma Trinidad, que fue a buscarle un lugar a una familia que trajo comida boliviana para vender. “Están los nueve departamentos de Bolivia acá, toda gente que trabaja en la construcción”, continúa, y explica: “El 6 de agosto es fecha patria de la Independencia de Bolivia. En la embajada invitaron sólo a los diplomáticos de corbatita. Este pueblo no participó. Tenemos un grupo de 140 y otro de 30 personas, y me mandaron sólo a mí una invitación individual, pero no fui porque no me identifica, yo me identifico con esto, esta es mi gente, los que estamos día a día manteniendo las familias. Esto me representa y soy feliz haciendo esto”.

El teléfono vuelve a sonar y puede ser un árbitro.