Era una tarde ideal para que la gente fuera a la cancha. Invernal pero soleada, de esas que se disfrutan pese a la poca temperatura. El ambiente fue frío, lejos de lo que generalmente pasa en los clásicos. Poco más de 200 personas habilitadas para ingresar al Campeón del Siglo, una de las expresiones masivas más grandes del Uruguay.

Peñarol fue absolutamente superior, desde lo futbolístico, lo técnico, lo táctico y lo anímico. Dominó todos los aspectos del juego, ganó 3-0 y pudieron ser más. Maximiliano Silvera con gran remate cruzado y Emanuel Gularte de rebote, anotaron en el primer tiempo. Sobre el final convirtió Matías Arezo.

Pese a la falta de gente, los jugadores de Peñarol festejaron y saltaron en la mitad de la cancha con la algarabía de un triunfo clásico que, además, marca mucho. Peñarol es uno de los líderes del Clausura con puntaje perfecto en dos fechas, se puso a tres del tricolor en la anual y además tiene un envión anímico tremendo para recibir a Racing por los octavos de final de Copa Libertadores.

Dos goles en dos colores

Peñarol se fue dos goles arriba al descanso, con más diferencia en el score que en el juego. En materia de clásicos poco importan los merecimientos e interesa bastante más la efectividad, eso fue lo que hizo el carbonero.

Arrancó mejor Nacional, con dominio de balón y parándose en campo rival. Ese dominio de posesión nunca lo pudo transformar en situaciones. Peñarol bancó bien el primer temporal y la presión alta del rival, de a poco comenzó a salir del fondo y adueñarse de la pelota. La primera media hora fue lo clásico de los clásicos: trámite entreverado, mal jugado, sin grandes chances de gol. El carbonero comenzó a inclinar la cancha sobre el arco de Luis Mejía por el flojo desempeño de Juan Pablo Patiño en la banda izquierda, el aurinegro apostó a ir a la espalda del lateral izquierdo y encontró dividendos.

Maximiliano Silvera tuvo un cabezazo solo entrando por atrás de Sebastián Coates pero no le dio bien y se fue desviado, en la segunda chance no falló. Le quedó en el área tras un pivoteo de Emanuel Gularte, y el delantero remató cruzado y potente para meter el primero.

La mejor de Nacional fue en un centro de punta derecha que Maximiliano Gómez llegó a puntear obligando a una buena atajada del debutante Brayan Cortés, la pelota recibió el manotazo del golero y luego dio en el horizontal.

Sobre la hora llegó el segundo de Peñarol, en error doble de la zaga tricolor, Julián Millán cabeceó hacia atrás, y cuando Coates intentó sacarla sobre la línea se la reventó en el cuerpo a Gularte que, de rebote, anotó su primer gol con la nueva camiseta, en un clásico.

Emanuel Gularte y Javier Méndez de Peñarol, y Exequiel Mereles de Nacional, durante el clásico por la fecha 2 del Torneo Clausura, el sábado 9, en el Campeón del Siglo

Emanuel Gularte y Javier Méndez de Peñarol, y Exequiel Mereles de Nacional, durante el clásico por la fecha 2 del Torneo Clausura, el sábado 9, en el Campeón del Siglo

Foto: Rodrigo Viera Amaral

Lo liquidó y lo disfrutó

Pablo Peirano buscó cambios de nombres y de formación. Primero fue Lucas Villalba por Otero, con el objetivo de tener mayor desborde por la punta derecha, intentando un tándem con Emiliano Ancheta que había cumplido una buena primera mitad. No funcionó. Ahí probó pasando al 4-3-3, con los ingresos de Mauricio Pereyra y Nicolás Lodeiro pero tampoco dio resultado más allá de que el bolso mejoró el criterio del manejo de balón, pero sin ser punzante.

En el contexto de descontrol absoluto dónde Nacional no tenía idea de juego ni se acomodaba en cancha, Peñarol fue dominador claro del segundo tiempo. Cuando tuvo el balón, la movió con criterio haciendo correr al rival, siendo un equipo con manejo y claridad. Diego García tuvo dos situaciones para ampliar la ventaja, pero en ambas definió desviado.

Sin balón, el carbonero se replegó, permitió que decidieran los zagueros rivales que se repitieron en pelotazos sin éxito. Los de Aguirre presionaron mucho y bien en la mitad de la cancha, ganaron los duelos aéreos y las segundas pelotas. Dominio táctico y anímico.

En el cierre, con el trámite totalmente quebrado, Matías Arezo anotó su gol ingresando por el segundo palo y cabeceando cruzado, sin estridencias, un claro reflejo de su calidad para definir.