Luego de idas y vueltas entre la Mutual de Futbolistas y la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), el Clausura se hizo carne y lo estrenaron Peñarol y Progreso, sin gente, en el Campeón del Siglo.

El elenco aurinegro sufrió la sanción a su público y el clásico de la segunda fecha también será en un silencio parecido. Pero además, el Tribunal de Ética sancionó a Ignacio Ruglio por 30 días sin acceso a la cancha, por lo que el presidente se perdió el encuentro con el gaucho del Pantanoso, y se perderá también el tradicional encuentro con Nacional.

Al mismo tiempo, Peñarol agotó entradas en Avellaneda para la Copa y cerró el conversado pase del arquero chileno Bryan Cortés, que viene a suplir a Guillermo de Amores y que disputará la titularidad con un Martín Campaña, que parece estar cada vez más firme en el famoso arco aurinegro.

El gaucho, por su parte, presentó cierta renovación. El equipo de Alejandro Larrea, que se solidificó en la dirección técnica de El Gaucho, quiere asegurar la permanencia. Para eso repatrió a dos de la casa, Franco López e Ignacio Lemmo. Con otro tipo de urgencias, el equipo de La Teja se plantó en el Campeón del Siglo porque sabe que todos los puntos valen lo mismo.

En lo que pudieron hacer López y Lemmo estuvieron todas las intenciones de la visita. Progreso jugó un partido serio. Sabe que es resbaloso el último tramo de la tabla. En Peñarol debutaron como titulares Jesús Trindade, que la quiso todo el partido, y Emmanuel Gularte, que jugó en Progreso y que llegó a Peñarol a cumplir un sueño.

Todos los ojos estuvieron en Matías Arezo, que inició el trámite en el banco de suplentes. Sin embargo, la primera clara llegó tras un centro de Matías Suárez que ubicó a Maxi Olivera. Olivera, quien lució la cinta de capitán, intentó con un gesto técnico lustroso que dio en la pared del arco. Tuvo las más claras Peñarol, una tras un taco de Leo Fernández, otra que se quedó en la humanidad de Nicolás Gentilio. Pero el primer gol del Clausura se lo anotó Ayrton Cougo, un gol de 30 metros que nunca olvidará.

En el segundo tiempo se dio el regreso a las canchas con la camiseta de Peñarol de Arezo, un querido de la gente y un enamorado de Peñarol. En Progreso salió lesionado un pilar de su defensa, Marcos Paolini, y aquello quizás supuso un contrapunto. Fernández reventó el travesaño para equiparar. Progreso contestó con López que desvió una pelota para encontrar a Alejandro García que pateó desviado. Pero el mismo Fernández, desde lejos, su especialidad, empató el partido. El gol tuvo que ser revisado por el VAR.

A lo Peñarol, pisando los 90 minutos, en un entrevero, Lucas Hernández convirtió el gol de la victoria. En realidad, Hernández remató y Arezo, que se había tirado al piso para evitar el rebote, terminó desviando el balón que infló la red, pero desató tan sólo algunos gritos de las delegaciones. Peñarol ganó en el debut frente a un Progreso que pudo facturar de otra manera.