Peñarol subió un escalón más para continuar en la lucha por el campeonato uruguayo. Le ganó con sobriedad a Racing 4-1 en uno de esos partidos donde el triunfo no deja una alegría significativa, pero la derrota pudo ser sinónimo de golpe al mentón. Como equipo grande, cumplió.

El carbonero es líder en el Clausura y está dos puntos arriba de Cerro Largo, que cierra la fecha el lunes recibiendo a Wanderers. En la anual continúa segundo, a cuatro puntos de Nacional, esperando un traspié tricolor.

Lluvia de goles

El primer tiempo empezó con el peor momento del prometido temporal de Santa Rosa, en la jornada de ayer. Mucha agua cayendo en el Prado, la cancha rapidísima, el balón difícil de controlar, y si había alguien vendiendo paraguas se fue a su casa haciendo el gran negocio de la jornada.

Racing hizo trabajar rápidamente a Brayan Cortés, que, a los cinco minutos, ya tenía dos tapadas de gol en su cuenta personal. La primera, ante un tiro cruzado de Thiago Espinosa, que invadió por izquierda, y la segunda, a un cabezazo de Hugo Silveira, que ganó bien en el área.

Peñarol salió del mal arranque con la zurda de Leonardo Fernández, que volvió a ser titular. Fue una pelota quieta, mitad centro y otro poco tiro al arco; Javier Méndez la desvió apenas, pero lo gritó un montón, pese a que enfrente estaba el equipo que lo formó futbolísticamente.

Las falencias defensivas de la escuelita no eran para enseñarle a ningún alumno. Javier Cabrera, con facilidad, trepó por izquierda, enganchó para adentro hacia su pierna hábil y levantó otro centro de gol; Ignacio Sosa lo gritó y Esteban Ostojich le asignó el tanto, aunque quedaron dudas de que el volante hubiera tocado la pelota.

En 15 minutos Peñarol estaba 2-0 sin merecerlo, con efectividad envidiable. Pudieron ser tres, ya que Leo quedó de macho ante Lautaro Amadé, pero abrió demasiado el pie y su remate se fue apenas ancho.

Hugo Silveira evitó la sensación de partido liquidado, aprovechó un error de Méndez, que no despejó, y la terminó empujando con arco libre ante la salida de Cortés, que también quedó por el camino. El resultado se ajustó un poco más al trámite.

El resto del primer tiempo transcurrió con Racing en la posesión del balón, pero con problemas para profundizar. Lo más claro fue por izquierda, con Espinosa dejando el surco y exigiendo nuevamente a Cortés. El problema del equipo de Cristian Chambian, sin dudas, fue el balón aéreo, cada pelota que cayó en el área de los de Sayago dio sensación de gol.

Maxigoles

Para el segundo tiempo ingresó Diego García por Remedi —que estaba amonestado— y Peñarol volvió a su formación habitual. Cabrera, que fue alternando las bandas en el primer tiempo, se paró decididamente por derecha para colaborar con Milans en las trepadas de Espinosa y ser salida constante; con cancha rápida, el carbonero decidió buscar en largo al Cangrejo como opción de salida.

El complemento podía ser de riesgo para el carbonero, que recuperó la tranquilidad rápido con otro centro al área, donde Maximiliano Silvera le ganó la espalda a Gastón Bueno y cabeceó al gol un gran centro de Fernández. El delantero aurinegro se las ingenió para ganarles toda la noche a los zagueros rivales, incluso tuvo un remate en el palo que pudo ser el cuarto.

Llegó Matías Arezo, uno de los principales delanteros de los últimos años, pero Silvera sigue aferrado a la titularidad, justificando con goles y rendimiento.

Al partido le sobraron casi 30 minutos, Peñarol lo llevó a tren controlado y Racing sufrió el desenlace. García, de gran ingreso, puso cifras definitivas con un buen remate sobre el final del encuentro.