Vuelve la Libertadores y con un partido que, por más que no se ha repetido tantas veces en la copa, lleva el sello de calidad y expectativa. Un encuentro de clubes largamente centenarios y que además asentaron dentro de aquel creciente y desequilibrante fútbol rioplatense una amistad que los identifica.
Un cruce de caminos de mucha atención y expectativa entre grandes. Un encuentro entre equipos parejos y de buenos desarrollos futbolísticos, con la coyuntura trascendente o anecdótica de que son dirigidos por técnicos plenamente identificados con sus clubes, como jugadores y como entrenadores.
Construcción
Desde 1960 hasta nuestros días, un partido entre uruguayos y argentinos en Montevideo por la Libertadores sugiere un gran espectáculo, mucha atención y un evento ineludible para los amantes del fútbol. Esta historia empezó cuando comenzó la copa, en 1960, y en aquel caso a Peñarol le tocó un cruce y definición de semifinales con San Lorenzo de Almagro. Pero año tras año, gota a gota, en el siglo XX los partidos entre uruguayos y argentinos movían la emoción de los torneos internacionales.
Para Racing, particularmente, Montevideo y el Centenario significan asociarlo con su más grande gesta futbolística: ser campeón del mundo. Para Racing de Avellaneda, Montevideo es una referencia, porque en 1967, después de haber conseguido la Libertadores, a partir de tres finales con Nacional, tuvo la definición de la Copa Intercontinental en el Centenario y consiguió, con aquel gol del Chango Juan Carlos Cárdenas, su más inigualable gesta frente al Celtic de Glasgow.
El buen presente carbonero
Este martes, y con entradas absolutamente agotadas –se ve por Disney+ y por ESPN–, el partido, a las 21.30, es en el Campeón del Siglo, que claramente no existía durante aquellos cruces del siglo XX. Y tal vez para esta crónica, para este anuncio concretamente, no debamos enfocarnos en Racing, sino en Peñarol, que, como el año pasado, intentará seguir avanzando paso a paso en las fases eliminatorias de esta Libertadores, procurando una vez más su camino para intentar llegar a las fases finales.
Diego Aguirre, el técnico mirasol, seguramente planteará una oncena muy similar –si no idéntica– a la que arrasó en el clásico con Nacional. Aguirre, que tras la victoria clásica dijo que no había nada más divino que lo inmediato fuera la serie con Racing, a estadio lleno y con todos los hinchas de Peñarol con confianza, es muy posible que juegue con el chileno Brayan Cortés en el arco.
Es probable que mantenga la misma línea de cuatro, aunque pueda recuperarse el pedrense Pedro Milans, que tal vez llegue a estar en el banco, pero es más difícil pensar que con su falta de fútbol pueda ser titular. La línea de cuatro quedaría con Emanuel Gularte, el largo zaguero que jugó el clásico de lateral y fue determinante en los goles carboneros, Javier Méndez y Nahuel Herrera como centrales, y Maxi Olivera por la izquierda.
En el mediocampo es probable que Aguirre mantenga a Jesús Trindade en vez del argentino Eric Remedi, que no estaba habilitado para jugar el clásico y sí puede jugar este partido, pero también le falta fútbol oficial, mientras que Trindade ha jugado los dos partidos del Clausura y se ha mostrado muy efectivo. Acompañando a Trindade estará el inamovible Ignacio Sosa, de enorme partido clásico, confirmando lo que ha sido el primer semestre de 2025.
Los tres delante de los dos del medio serían el floridense Javier Cabrera –a veces no tan ponderado por el público, pero al que Aguirre le tiene confianza, ya que el rápido y trabajador futbolista abre la cancha y desborda cuando hay que correr y marca cuando hay que retroceder–, Leo Fernández, el más determinante jugador de amarillo y negro de los últimos tiempos, y otra vez vuelve a aparecer la duda para el extremo izquierdo, aunque el DT lo debe tener recontra resuelto. Tras el clásico aparece como buen candidato el salteño Diego García, aunque en la lista siempre está bien posicionada la posibilidad de que David Terans ocupe ese lugar, o hasta el josefino Emiliano Umpiérrez. Por delante de estos tres estará el no siempre valorado como se debería Maxi Silvera.
Puesto en cancha
Este partido, como todos los que representan los encuentros de ida de las fases decisivas, puede tener un avance de estudio y especulación, a sabiendas de que todo se resolverá en la revancha, que en este caso es en Avellaneda, ante un estadio también repleto y con todos los riesgos que eso puede traer, ya sea para quien esté obligado a definir como para quien extienda o llegue con ventaja a esa situación.
De ahora en adelante, en cada una de las fases que le quedan a la Libertadores, a excepción de la final, los partidos de ida y vuelta se definen por puntos, diferencia de goles y, si hay empate en ambos ítems, definición por penales.