Si los aumentos salariales tienen consecuencias negativas o positivas es una discusión que frecuentemente se pone sobre la mesa. Y este artículo no es original por ello, sino por presentar algunas claves necesarias para pensar las consecuencias macroeconómicas de vaciar los sobres de la quincena1. Un pequeño spoiler: la evidencia empírica muestra que, a nivel global, los aumentos en la participación de los salarios en el ingreso son favorables para el crecimiento económico. Además, investigaciones realizadas para Uruguay, que toman datos de más de cien años, llegan a la misma conclusión.
Antes de introducirnos en el tema es importante hacer ciertas aclaraciones. Primero: cuando hablemos de cuota de salarios, haremos referencia a la participación de los salarios en el ingreso total. Segundo: cuando nombremos cuota de beneficios, haremos referencia a la participación de los beneficios en el ingreso. Ambos conceptos permiten hablar sobre la distribución funcional del ingreso, o sea, sobre cómo el ingreso generado se distribuye entre los grandes grupos de perceptores de ingreso: asalariados y perceptores de beneficios (propietarios del capital).
Mucho más que un costo
Entre los autores clásicos en economía (Adam Smith, David Ricardo, Karl Marx, entre otros) existía una larga tradición de analizar los efectos que los salarios podrían tener sobre los niveles de consumo y demanda agregada, así como de analizar el vínculo de ésta con el proceso de acumulación. Con el desarrollo de la ciencia económica moderna, el mainstream (la corriente mayoritaria de la disciplina) centró la atención en el efecto de los salarios como un costo que afecta negativamente a la inversión. En cuanto al análisis de los procesos de crecimiento, mirar la demanda dejó de ser relevante y el análisis quedó ceñido casi exclusivamente a consideraciones “del lado de la oferta”; esto se debe a que se consideraba que precios y salarios se ajustarían para garantizar el equilibrio de oferta y demanda en mercados competitivos.
Por fuera del mainstream, sin embargo, otras corrientes de pensamiento continuaron considerando los temas distributivos y la demanda como factores centrales para comprender cómo funciona una economía en el largo plazo. A mediados del siglo pasado, por ejemplo, el economista polaco Michal Kalecki formalizó matemáticamente la idea de que existe un vínculo entre distribución y producción. Planteó que existen dos grandes clases sociales, trabajadores y capitalistas, que tenían distinta propensión a consumir (y por tanto, a ahorrar).
¿Qué quiere decir esto? Básicamente que no todos destinamos el mismo porcentaje de nuestros ingresos a consumir o ahorrar. Pensémoslo así: una trabajadora que hoy en Uruguay gane $20.000 mensuales difícilmente pueda ahorrar una parte significativa de ese ingreso (y menos invertirla para adquirir capital). Si, a modo de ejemplo, suponemos que puede ahorrar un 5%, esto implicará que destinará a consumo un 95% de su ingreso mensual ($ 19.000). Muy distinta sería la situación de un empresario que perciba un ingreso mensual promedio de $ 300.000 por los beneficios que le reporta su capital. De este ingreso, podemos pensar que gastaría en bienes de consumo, por ejemplo, un 50% ($ 150.000).
¿Qué hace con el resto del dinero? Lo ahorra, y más adelante (si así lo desea), podrá volver a invertir el capital. Volviendo a la idea de Kalecki, en el ejemplo recién planteado la trabajadora tiene una propensión a consumir de 95%, en tanto la propensión a consumir del empresario sería de 50%.
Pero avancemos un poco más. ¿Qué sucedería si entre la trabajadora y el empresario hubiera una redistribución de ingresos? Supongamos que estos personajes son los únicos habitantes de la economía, y luego de una renegociación, se llega a una situación en la que el salario aumenta a $ 40.000 y el beneficio se reduce a $ 280.000. Si las propensiones a consumir se mantienen, la trabajadora ahora estaría gastando en bienes y servicios $ 38.000, en tanto el empresario estaría consumiendo $ 140.000. Antes, el consumo agregado era de $ 169.000; ahora, el consumo es de $ 178.000. Con el mismo ingreso total que antes, la redistribución generó un crecimiento del consumo de algo más de 5%. Si suponemos que la redistribución no generó una caída en otros componentes de la demanda (léase exportaciones o inversión), el aumento de 5% en el consumo va a traducirse en un aumento de 5% en la demanda total.
Está claro que el supuesto realizado es muy restrictivo. En una economía real, la caída en los beneficios podría implicar una caída considerable en la inversión, que contrarreste parcial o totalmente, en la demanda agregada, el aumento en el consumo. Más adelante veremos qué pasa con ambas posibilidades.
Cabe preguntarse si un aumento en la demanda agregada implica algo en términos de crecimiento. Según el planteo de Kalecki (y la evidencia empírica lo respalda), en las economías modernas la determinación de los precios se da mayormente en mercados oligopólicos, es decir, mercados en los que hay pocos oferentes. Estas empresas oligopólicas operarían con exceso de capacidad instalada, lo que implica, en otras palabras, que el capital de las empresas no está trabajando al máximo y, por lo tanto, estas podrían aumentar su producción en caso de ser necesario. Si esto es así, la economía en su conjunto tendrá exceso de capacidad instalada y, en consecuencia, lo que efectivamente se produzca estará determinado por lo que se demande. Sintetizando: si se asume que la economía opera con exceso de capacidad, la demanda agregada determinará los niveles del producto efectivo, por lo que un crecimiento de la demanda se traducirá en un aumento del nivel de actividad.
La obra de Kalecki (y otros autores) dio origen a una larga serie de modelos macroeconómicos poskeynesianos que otorgan a la distribución funcional del ingreso un papel central para explicar el nivel y evolución del producto. Dentro de esta corriente, destaca la literatura sobre regímenes de crecimiento, que analiza los distintos canales mediante los que los cambios en la distribución funcional del ingreso impactan sobre consumo, inversión, exportaciones netas y productividad del trabajo. En función de estos impactos, es posible determinar el régimen de crecimiento de la economía, que puede ser basado en salarios (dirigido por los salarios), o basado en beneficios (dirigido por los beneficios). Explicitemos estos dos conceptos:
Crecimiento dirigido por los beneficios: implica que aumentos en la cuota de beneficios serán positivos para el crecimiento de la economía. Los propietarios del capital, perceptores de beneficios, no destinan su ingreso solamente a consumo, sino que gran parte de éste se destina a la inversión. Si, por ejemplo, los salarios disminuyen y los capitalistas pueden apropiarse de una proporción del ingreso mayor, es probable que aumenten los niveles de inversión y aumenten las exportaciones netas (por un aumento en la competitividad originado en la caída de los costos de mano de obra), generando una mayor demanda agregada.
Crecimiento dirigido por los salarios: implica que aumentos en la apropiación del ingreso por parte de los trabajadores van a traducirse en aumentos significativos del consumo (por la alta propensión a consumir de los trabajadores). Es decir, al aumentar el consumo, aumenta la demanda agregada y por tanto la producción. Al mismo tiempo, la distribución en favor de los salarios puede generar incrementos en la productividad del trabajo, lo que también posibilitaría un mayor crecimiento.
Podríamos decir, entonces, que el crecimiento de una economía puede verse beneficiado o perjudicado por una redistribución en favor del trabajo (o del capital). En las economías modernas, ambos regímenes de crecimiento son posibles, al menos teóricamente2. Veamos ahora qué dice la evidencia empírica.
El crecimiento es –casi siempre– dirigido por los salarios
Determinar empíricamente cómo impactan los cambios distributivos sobre el crecimiento ha sido, en los últimos años, el objetivo de un grupo creciente de investigadores e investigadoras.
¿Qué se ha encontrado en sus investigaciones? En el siguiente cuadro se presentan las economías que se han analizado, el período cubierto por las investigaciones y su resultado. Como puede observarse, la mayoría de las investigaciones realizadas han encontrado un impacto positivo de la cuota de salarios sobre el crecimiento de la economía. Si tenemos en cuenta, por ejemplo, que los países del G20 representan en su conjunto aproximadamente 90% del PIB mundial, queda claro que, salvo excepciones, el crecimiento de la economía global tiene un crecimiento basado en salarios; aumentos en la participación de los salarios en el ingreso acaban siendo beneficiosos para el crecimiento.
Antes de profundizar en el caso uruguayo, veamos algunos apuntes sobre los casos en que se ha identificado un crecimiento basado en los beneficios. Dos “pequeñas” economías abiertas, como las de Países Bajos y Noruega, han mostrado un crecimiento dirigido por los beneficios. En el caso neerlandés es de destacar que si bien el impacto de los salarios sobre la demanda agregada es positivo, se ha estimado un impacto negativo de los aumentos de salarios sobre la productividad, lo que explicaría que en el análisis conjunto se observe un crecimiento dirigido por los beneficios. En el caso noruego, el resultado se explicaría por el peso de las exportaciones primarias en su producto bruto.
Resulta interesante el caso de Brasil, cuyo crecimiento dirigido por los beneficios se explicaría por la existencia de una muy elevada desigualdad y concentración de ingresos, así como por la enorme importancia de sectores de subsistencia que están “al margen” del proceso de acumulación capitalista. Estos factores debilitan significativamente el poder de negociación de las y los trabajadores brasileños, incidiendo negativamente en sus posibilidades de lograr una mayor participación en el ingreso total. El resultado para el conjunto de América Latina cuando se considera el período 1980-2014 tendría la misma explicación.
Uruguay: no somos una excepción a la regla
Los aumentos en la participación de los salarios en el ingreso han sido favorables para el proceso de crecimiento en Uruguay. La investigación realizada para nuestro país tuvo como objetivo analizar de qué forma los cambios en la distribución del ingreso entre salarios, beneficios y rentas de la tierra incidieron en el crecimiento económico en el largo plazo (1908-2017). Para entender los canales por los que la distribución impacta en el crecimiento, se estimó el impacto de los cambios distributivos sobre el consumo de los hogares, la inversión, las exportaciones y las importaciones. Estos impactos fueron ponderados luego según el peso de cada uno de estos componentes en el producto total. Cabe señalar que hasta el momento no se cuenta con una medición de cómo la distribución ha impactado sobre la productividad (que es el otro mecanismo posible mediante el que podría incidir sobre el crecimiento), pero existen investigaciones en curso que están abordando este asunto.3
¿Cómo se puede analizar el impacto de un aumento de la cuota de salarios (o de beneficios) en el crecimiento de un país? Las técnicas estadísticas y econométricas para analizar este problema son complejas, pero la lógica que permite interpretar los resultados de las investigaciones puede transmitirse mediante un concepto relativamente sencillo: la elasticidad. En economía, entendemos la elasticidad de una variable como su “sensibilidad” ante cambios en otra variable (suponiendo que no hay cambios en otras cosas); con palabras algo más formales: la elasticidad de una variable mide el grado en que varía la variable X frente a un cambio de 1% en la variable Y. Podemos usar el concepto de elasticidad para comprender cómo ha variado el producto de Uruguay frente a un aumento de 1% en la participación de los salarios (o de los beneficios) en el ingreso.
Las estimaciones publicadas para Uruguay muestran que entre 1908 y 2017, en promedio, un aumento de 1% en la participación de los salarios en el ingreso generó un crecimiento de 0,20% en el producto, en tanto un aumento de 1% en la cuota de beneficios generó una caída del nivel de actividad de 0,12%. El impacto de las rentas, por su parte, habría sido muy reducido (0,06%). Nuevas estimaciones han ajustado los resultados publicados, obteniendo que, en el mismo período, aumentos de 1% en la cuota de salarios generaron un crecimiento de 0,32% en el producto, en tanto aumentos de 1% en la cuota de beneficios generarían una caída del nivel de actividad de 0,25%; el impacto de las rentas habría sido de 0,12%. Se han planteado también estimaciones para períodos más cortos, pero más allá de las diferencias en el valor de las elasticidades, la conclusión siempre es la misma: el régimen de crecimiento de Uruguay ha sido basado en salarios, por lo que los aumentos en la participación de los salarios en el ingreso han sido positivos para la economía uruguaya.
Es importante resaltar, además, que Uruguay comparte el régimen de crecimiento de la gran mayoría de los países desarrollados para los que hay investigaciones disponibles. Sin embargo, mientras en Uruguay la participación de los salarios en el ingreso ha promediado 43% en 1908-2017 y ha tenido fuertes oscilaciones, en los países centrales ésta ha sido considerablemente mayor (65% en promedio). Si en vez de mirar las economías centrales comparamos Uruguay con otras economías que tenían características estructurales similares a inicios del período (ver gráfico), se observa una historia similar.
Las investigaciones realizadas indicarían que la baja participación de los salarios en el ingreso, con sus fuertes ajustes, podría contribuir a explicar parte del declive4 de Uruguay en el largo plazo. No es posible afirmar esto de manera concluyente, aunque es de señalar que investigaciones en curso están trabajando con esta hipótesis.
Reafirmando ideas
La forma en que se distribuye el ingreso en un país, además de ser relevante en sí misma, es importante para comprender qué posibilidades de crecimiento tiene una economía. Entre los canales mediante los que la distribución puede impactar en el crecimiento económico se encuentra la demanda agregada. El ingreso de trabajadores y empresarios afecta sus decisiones de consumo e inversión, componentes clave de la demanda. Una redistribución de ingresos que genere mayor demanda se traducirá en un crecimiento del producto efectivo de un país.
A priori, el crecimiento de una economía puede verse afectado positivamente tanto por un aumento de la cuota de salarios como por un aumento de la cuota de beneficios. La evidencia empírica, sin embargo, muestra que en casi todas las economías del mundo el crecimiento se ha visto favorecido por el crecimiento del ingreso apropiado por las y los trabajadores, y Uruguay no es la excepción. Cuando en Uruguay se ha redistribuido en favor de los salarios, el consumo de las y los trabajadores ha aumentado en términos absolutos bastante más que lo que se redujo la inversión, por lo que, en el resultado global, ha estimulado la demanda agregada y el crecimiento económico.
Corresponde señalar que la evidencia empírica muestra un análisis del pasado, por lo que la principal conclusión, más que darnos pistas sobre qué hacer hoy, nos da pistas sobre qué se debió haber hecho en el pasado. Nuestro país podía haber crecido más si no se hubieran registrado los fuertes ajustes distributivos que –gobiernos autoritarios mediante– se registraron en la segunda mitad del siglo XX. Más allá de esta mirada al pasado, conocer el régimen de crecimiento de nuestra economía nos permite poner sobre la mesa otras variables a la hora de diseñar y evaluar políticas para estimular el crecimiento. La distribución y la demanda importan. Mirando hacia el futuro, es clave que las políticas que busquen estimular el crecimiento consideren los efectos macroeconómicos que tendría vaciar los sobres de la quincena.
No se cuenta, aún, con estimaciones de la distribución entre salarios y beneficios para 2018-2021, aunque todo parece indicar que, con el inicio de la pandemia, los salarios perdieron participación en el ingreso total. Hoy sabemos que la caída del consumo privado es el mayor responsable de la contracción del producto desde el inicio de la emergencia sanitaria.5 En este contexto, las pautas de ajustes salariales presentadas por el Poder Ejecutivo para los próximos años6 pueden dificultar aún más la reactivación económica. Propuestas como la realizada por la Cámara de Industrias del Uruguay (CIU) y la Cámara Nacional de Comercio y Servicios (CNCS) –que las empresas puedan contratar empleados con salarios equivalentes a 70% de lo que establecen los laudos– requieren, como mínimo, una evaluación global de su potencial impacto, que considere los salarios no solo como un costo para las empresas sino como un componente clave para estimular la demanda agregada y el crecimiento económico.
Este artículo divulga resultados de investigaciones y discusiones realizadas en el marco de la línea de investigación “Desigualdad en Uruguay en perspectiva de largo plazo”, del grupo de Historia Económica del Instituto de Economía (IECON) de la Universidad de la República (Udelar). Para más información puede consultarse el Documento de Trabajo 19/21.
-
A principios de 1973, el Ing. José Luis Massera –reconocido matemático y dirigente del Partido Comunista del Uruguay– publicó su Manual para entender quién vacía el sobre de la quincena, libro que, en palabras del propio autor, pretendía ayudar al trabajador a “aclarar algunos misterios que lo están preocupando”. ¿Cuáles eran estos misterios? La forma en que se establecen los salarios, cómo se determinan los precios, cómo el salario tiene que ver con el funcionamiento de las empresas y cómo estas se integran en el sistema capitalista. ↩
-
Hay muchos manuales de macroeconomía en los que se puede profundizar en la teoría expuesta en esta sección. Una buena opción inicial para quien desee introducirse en esta literatura es Setterfield, M. (2005). La economía del crecimiento dirigido por la demanda, Ediciones Akal. ↩
-
Mi proyecto de doctorado, “Distribución, demanda agregada y productividad. La divergencia del Río de la Plata en el largo plazo”, aborda, entre otros aspectos, esta temática. ↩
-
Término utilizado por Oddone (2010) para referirse a la divergencia de Uruguay respecto a los países más ricos. ↩
-
Ver Informe de Coyuntura del Cinve publicado el 15 de setiembre de 2021. ↩
-
Consiste en sectores más afectados por la pandemia: un período puente sin ajustes hasta enero de 2022, con un aumento nominal de 3% en esa fecha; y sectores menos afectados: aumento nominal de 2,5% en julio 2021. Enero 2022: 3,5% (3,2% para microempresas). Julio 2022: 3,1% (2,8% para microempresas). Enero 2023: 3%. ↩