Con el comienzo del Renacimiento, en los inicios del siglo XV, aparecieron los primeros bancos en las regiones ricas de Italia, que luego se expandieron hacia los Países Bajos e Inglaterra. En este último país, casi 300 años más tarde, la corona estableció que la emisión de dinero era un privilegio exclusivo del Banco de Inglaterra, y así a las demás entidades financieras se les complicó entregar billetes a cambio de los depósitos en metálico. La solución fue crear un documento que permitiera a los dueños del dinero en custodia de los bancos emitir pagos a terceros, en lo que es el antecedente del cheque moderno.

Este instrumento de pago empezó a volverse más masivo entre los comerciantes con el correr de los años, y a mediados del siglo XIX en Francia ocurrió la primera regulación vía ley del funcionamiento del cheque. En 1931, en Ginebra, 31 países acordaron una legislación uniforme para los cheques, buscando dar mayor seguridad al comercio internacional.

En Uruguay la regulación –aún vigente con modificaciones– data de un decreto ley de 1975, que reconoce el cheque común y el de pago diferido. Pasadas varias décadas, “ha sido un instrumento de pago estable y confiable, que demostró que en general es posible recurrir ante su falta de pago a mecanismos jurisdiccionales de reclamo rápidos y útiles”, evaluó la abogada especializada en derecho corporativo Florencia Tarrech, de NT Advisors.

Con los avances de la tecnología y la disrupción que esto genera en diversas áreas de los servicios financieros, el papel quedó atrás y el uso de cheques digitales pasó a ser habitual en varias partes del mundo; Uruguay comenzará un proceso para su habilitación, luego de que el Banco Central (BCU) difundiera días atrás un anteproyecto en ese sentido. El regulador informó que el texto que envió al Ministerio de Economía y Finanzas –que lo remitirá al Parlamento– tiene tres innovaciones: “incorpora a la ley actual el reconocimiento de la imagen digitalizada del cheque físico como valor”; “reconoce expresamente la existencia del cheque electrónico”, que “nace, circula y se cancela de forma electrónica”; e incorpora a la ley el “instituto del truncamiento” de este tipo de documentos.

La medida se enmarca en una “hoja de ruta” que trazó la nueva administración del BCU que asumió en marzo, con Diego Labat a la cabeza, que persigue objetivos como modernizar el sistema de pagos, desdolarizar la economía y controlar la inflación. En virtud del avance y la importancia de la tecnología a nivel bancario, hay que “generar un terreno de juego nivelado que permita que los distintos jugadores se desarrollen, inviertan e innoven”, dijo Labat en setiembre.

Allí anunció que se trabajaba en un proyecto para los cheques digitales, en procura de solucionar “los problemas de interpretación de la ley” para su implementación. Según Tarrech, “la inmediatez y los costos –monetarios y temporales– transaccionales actuales imponen una actualización del instrumento”, porque está “perdiendo competitividad”. Esto vinculado a “lo que cobran los bancos por las chequeras, así como los posibles retrasos en su cobro cuando intervienen diferentes instituciones bancarias”.

Respecto de esto último, Labat cuestionó la situación actual el jueves en entrevista con el semanario Búsqueda: sostuvo que se necesitan “sistemas de compensación que sean mucho más integrales y ágiles”, porque es “inaceptable”, por ejemplo, lo que ocurrió a fin de año, cuando “los cheques o las transferencias hechas en la tarde del 30 [de diciembre] recién se acreditaran el 4 de enero” por los feriados y demoras. “Es algo que nos podía pasar en 1970”, pero no en la actualidad, remarcó, y señaló que este año comenzará a funcionar un sistema de compensación entre bancos en línea para disminuir los tiempos.

Los cambios legales y la visión de la industria

Los especialistas y los bancos de plaza consultados por la diaria coincidieron en que, más allá del proyecto de ley, será clave la futura reglamentación sobre el funcionamiento de los cheques digitales, que deberá hacer el BCU luego de aprobarse la iniciativa. A su vez, consideraron que el cambio reducirá costos y traerá ventajas para los clientes, por lo que prevén una buena aceptación del nuevo instrumento de pago electrónico.

Tarrech indicó que el proyecto del BCU mantiene “los derechos asignados al tenedor y obligaciones del librador y endosantes” de cheques tal como hasta ahora, “alterándose únicamente el medio o soporte en el que se emiten”. La firma de quien emite el cheque, así como el eventual endoso (que permite el pago al portador), serán mediante “la firma electrónica avanzada”, una figura que deberá reglamentar el regulador para “asegurar de forma indubitable la exteriorización de la voluntad del librador e integridad del instrumento”.

Otro aspecto clave de una futura reglamentación es la forma de accionar judicialmente ante el impago de un cheque, y se prevén cambios en el Código General del Proceso, que regula un método de reclamo “más expeditivo que el ordinario”, dijo la abogada. Ya el BCU estableció en el proyecto que podrá promoverse la acción judicial “con títulos tales como el cheque bancario cartular o certificado emitido por el banco en el caso de los cheques electrónicos”. También el regulador deberá establecer la forma de llevar adelante “el Registro de Infractores y la responsabilidad del banco receptor con relación a los cheques digitalizados”, advirtió Tarrech.

Respecto de este tema, el contador Nelson Chicurel –consultor financiero y perito concursal– alertó que el mayor problema surgirá para reglamentar el funcionamiento del cheque diferido, un instrumento que “en el mundo sólo lo tiene Uruguay” y en general usan las empresas como método de pago a sus proveedores. “Los cheques diferidos se cambian, descuentan, y nunca se sabe al momento que se emitió el pago quién lo va a recibir realmente. El pago diferido está condicionado a un ingreso futuro y si eso no llega sos insolvente, pero la chequera digital no permite que rebote. Por eso es un tema complejo y a estudiar, para el cheque digital tiene que haber una garantía de que se va a cobrar”, explicó.

La ley de cheques argentina como ejemplo

El BCU informó que tomó “como referencia” para la normativa que impulsa la ley de cheques argentina de 1995 y su actualización de 2018, “en virtud de su similitud con la ley uruguaya y por contener soluciones que se entendieron satisfactorias”. Tarrech señaló que “Argentina está mucho más avanzada en esta materia” e informó que el cheque digital en el país vecino comenzó a circular bajo la última regulación a mediados de 2019. Según un instructivo publicado en la web del Banco Central de la República Argentina, el cheque electrónico simplifica “la operatoria de emisión, endoso, negociación y circulación, a través de canales digitales”; disminuye costos operativos, brinda más seguridad y efectividad, y reduce los motivos de rechazo. También se destaca como “una fuente de financiamiento que tiene especial relevancia para el sector Pyme [pequeñas y medianas empresas]”. Ocampo, de BBVA, indicó que “en Argentina está siendo cada vez más aceptado el cheque digital, porque diseñaron un servicio muy ágil y sencillo”.

Por otra parte, el BCU proyecta mantener y adaptar al formato digital el sistema vigente de compensación y truncamiento de cheques, que opera desde 2015 la empresa Urutec –propiedad de la Bolsa Electrónica de Valores, que pertenece a los bancos–. Tarrech detalló que este sistema “es el que permite el pago de cheques entre distintas instituciones bancarias”, y mediante la Cámara Compensadora se logró “optimizar los procesos, con la compensación digital de cheques por datos e imágenes”. En el anteproyecto del BCU “se propone consagrar esta práctica por ley, otorgando mayores garantías y regulación al sistema”, añadió.

Estos cambios ya ingresan en la parte operativa del sistema financiero, donde los bancos deberán realizar modificaciones de cara a la implementación del cheque digital. La gerenta general del Banco República (BROU), Mariela Espino, dijo a la diaria que estos cambios “requieren desarrollos tecnológicos” por parte de las entidades, aunque como ventaja está “la experiencia” de ya haber pasado “gran parte de nuestra operativa a lo digital”.

“Hay todo un proceso en torno al cheque físico que no se eliminará, pero sí tenderá a minimizarse a medida que se haga popular el cheque digital. Eso reduce costos a nivel del proceso operativo y brinda más seguridad para los clientes, porque se evitan trasladar de un lado a otro un cheque y se reduce la adulteración”, señaló Espino.

Adriana Ocampo, jefa de Ingeniería del BBVA en Uruguay, manifestó a la diaria que para tener “una evaluación acabada de las inversiones y los cambios en los procesos internos” que serán necesarios debe esperarse la reglamentación del BCU, que “determinará el alcance de los cambios en la operativa”. Lo que sí dejó claro es que desde el lado de los clientes, esta nueva opción va a “agilizar y simplificar el uso del cheque, como pasó con otros medios de pago al introducir la tecnología, conservando la seguridad jurídica que tiene hoy el cheque caratular”.

Desde el Banco Santander se manifestó el apoyo a la iniciativa del BCU, porque busca “potenciar, dinamizar y modernizar el sistema financiero, y además toma como base la apuesta tecnológica, un pilar que se ha potenciado en la pandemia”. Además, se entiende que el cheque electrónico “puede brindar mayor capacidad de control y eficiencia y, por ende, una reducción de costos”. Asimismo, se hizo notar que mientras años atrás el nivel de cheques y transferencias era similar, hoy la relación es uno a cuatro, entonces “modernizar la herramienta es una forma de acercar más alternativas al cliente”.

Para Chicurel, el hecho de que “80% de la población tenga teléfonos inteligentes” hace prever que cualquier formato de pago digital tendrá aceptación por parte de los clientes de los bancos. Así y todo, marcó que aún falta para ver en Uruguay lo que pasa en China, “donde sólo existe el teléfono para los pagos, mediante una función que conecta con la cuenta bancaria y paga a los proveedores con el código QR”.

Espino, del BROU, acotó que en general hay dos tipos de reacciones ante los avances digitales: “Una parte de los clientes espera esas innovaciones y las adopta de inmediato, y otra parte de clientes más tradicionales prefiere seguir [con el sistema anterior]”. En el caso de los cheques electrónicos, dijo que habrá “buena receptividad”, asociada a su uso mayormente por parte de las empresas.

Mirando hacia adelante, Tarrech indicó que será “fundamental para el éxito” de este nuevo formato de pago el rol del BCU y sus acciones regulatorias. Esto porque “las cuestiones operativas necesitarán un conocimiento específico de las funcionalidades y las posibilidades del sistema de pago, así como de las condiciones que puedan adoptar y cumplir las instituciones bancarias”. Más allá de que aún queda camino por recorrer, el futuro de los cheques digitales está llegando a la industria financiera local, un avance que equipara a Uruguay con la región y el mundo.