Más de 31 millones de dólares por día es lo que Uruguay vendió al exterior en promedio en el año recién finalizado como exportaciones de bienes. No es novedad que un país pequeño y enfocado en la producción agropecuaria tenga en su balanza exportadora un factor clave de su crecimiento económico, pero sí podría serlo que, de un año a otro, los bienes exportados hayan crecido 43% y que se haya logrado superar por primera vez en la historia la barrera de los 11.000 millones de dólares en ventas al mundo.

Los factores detrás de la expansión, según distintos analistas, surgen de una combinación entre la recuperación pospandemia, marcada por un repunte de la demanda de los países centrales con China como compradora de alimentos a la cabeza, y un aumento “extraordinario” de los precios internacionales de las materias primas.

Estos procesos, cuando se extienden en el tiempo, son catalogados como un “boom de commodities” y resultan particularmente relevantes para las economías de la región, que son exportadoras netas de materias primas. Su antecedente más reciente se extiende a lo largo de la década que culminó en el año 2014 y, como ocurrió en su momento, su reedición comienza a encender el debate en torno a la importancia que tiene ese “viento de cola” sobre el desempeño de la actividad.

Para Marcos Soto, analista y decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Católica (UCU), los factores mencionados involucran las “dos caras de una misma moneda”: “El rebote en las economías trajo mayor demanda y a capacidad limitada de producción, mayores precios, sobre todo en productos vinculados con alimentos y de primera necesidad, que deberían ser los primeros en recuperarse. De este modo, lo que tenemos es un efecto retroalimentado entre recuperación y precios”.

Por su parte, el economista Aldo Lema, consultado por la diaria, resumió así lo ocurrido durante 2021: “El rebote de los precios estuvo asociado al fuerte rebote del crecimiento mundial, a la revaluación del yuan frente al dólar [lo que favorece la valuación de las ventas en la moneda estadounidense] y a problemas de oferta en algunos rubros, para los cuales fue inesperada una recuperación tan significativa de la demanda”. Tomando datos preliminares, mencionó que el índice de precios promedio de exportaciones de Uruguay “aumentó cerca de 15%”, por lo que el aumento en volumen de las ventas de bienes estuvo “en torno a 20%”.

Este contexto externo derivó en que, “en general, los rubros de base agropecuaria aumentaron sus ventas al exterior, con pocas excepciones”, según analizó la economista Florencia Carriquiry, socia de la consultora Exante, en el programa En perspectiva de Radiomundo. Esta evaluación incluye a la carne, producto líder del ranking exportador que más que duplicó las ventas de 2020 al vender 36% más de volumen con precios “récord”, según indicó el Instituto Uruguay XXI, así como también a otros rubros, como la celulosa (43% más), la soja (17%), los lácteos (14%) y la madera (64%).

El total en millones de la canasta exportadora también muestra una expansión considerable si se compara con los registros de 2019 (26%) y, “si bien en algunos casos se debe a mayores precios, el volumen físico exportado aumentó considerablemente para el caso de la carne y la madera”, señaló a la diaria el economista Nicolás Cichevski, gerente de Análisis Económico de la consultora CPA, quien como hecho “relevante” del año que dejamos atrás sumó también la exportación récord de energía hacia Brasil.

En este caso el Estado como exportador obtuvo ingresos excepcionales, tras un aumento de 632% de las ventas de energía, que tuvieron como motivo que una fuerte sequía afectó la generación eléctrica en Brasil. Los ingresos fueron a UTE, que para cumplir con los envíos prendió sus centrales térmicas –el método más contaminante– y compró para ello gasoil a Ancap, lo que también trajo ganancias para el ente petrolero y derivó en la decisión del gobierno de no ajustar los combustibles en el final del año.

Así como los niveles de venta de energía generaron ese efecto en el sector público, Carriquiry sostuvo que el “buen desempeño exportador se reflejó, a nivel de la oferta, en una expansión significativa de las actividades primarias, que pese a la sequía del verano acumularon un crecimiento de casi 3% en enero-setiembre según las últimas cifras publicadas, de la industria manufacturera, que se expandió más de 6% en el mismo período y se ubicó en los niveles más altos desde 2014, y también del comercio, por el impacto de las actividades de trading en este sector”.

Foto del artículo 'Uruguay, país exportador: el viento exterior que retornó y seguirá en 2022'

El contexto favorable

Por lo expuesto, los economistas coinciden en que hay un conjunto de factores externos que conformaron un escenario positivo para el Uruguay exportador, y que ello no tendría grandes cambios en el año que comienza. Ahora, ¿de qué magnitud es este fenómeno externo? ¿Puede ser comparable con el último superciclo de commodities, que derivó en una expansión sin precedentes de la economía local?

“En términos generales, 2022 va a ser favorable pero no tan bueno como 2021”. Tamara Schandy.

Soto apuntó que, de acuerdo al índice de commodities de Bloomberg –que contabiliza 23 materias primas de seis sectores–, “a fines de 2021 se alcanzó un pico máximo en cinco años en los precios”, por lo que consideró “indudable que hay una especie de ‘viento de cola’ para la producción uruguaya” de bienes primarios. En tanto, Lema expresó que “en promedio los precios de las materias primas han retornado al nivel observado al final del superciclo 2003-2014, aunque con cierta heterogeneidad; por ejemplo, la carne bovina está 25% sobre el promedio de 2014”.

“Es indudable que hay una especie de ‘viento de cola’ para la producción uruguaya”. Marcos Soto

En la misma línea, Cichevski explicó que el índice de precios relevantes elaborado por CPA, que pondera los rubros según la incidencia en las exportaciones uruguayas, mostró que “en 2021 los precios de los commodities relevantes para el país habrían alcanzado niveles similares a los del último boom”. A esto debe sumarse, como parte del contexto favorable, que el petróleo –precio internacional que impacta de forma inversa en Uruguay, ya que compra y no produce– “se ubicó por debajo de los niveles observados durante el último boom (2011-2013)”, lo que ha generado una “relación de términos de intercambio excepcionalmente buena en 2021”.

También “los estímulos monetarios y fiscales desplegados por Estados Unidos en 2020 e inicios de 2021 propiciaron un escenario financiero favorable para Uruguay y para el resto de los países emergentes, con tasas de interés en niveles históricamente bajos, lo que facilitó el financiamiento de los déficits fiscales y la atracción de inversiones”, manifestó Cichevski.

En línea con el análisis anterior, Tamara Schandy –socia de Exante– consideró que “el contexto internacional fue muy bueno para Uruguay” y detalló: “La reactivación de la economía mundial después del shock inicial de la covid-19 fue excepcionalmente vigorosa y más rápida de lo previsto. Ese contexto de reactivación intensa de la demanda mundial se combinó con un marco de abundante liquidez y con algunos factores de oferta en algunos mercados para dar lugar a precios de commodities realmente muy favorables para Uruguay. Y en lo financiero también fue otro año de ‘dinero barato’, por las bajas tasas de interés internacionales. Ahí tenemos las claves del buen desempeño de Uruguay”.

Lo que viene y los diferenciales

En términos financieros, 2022 encuentra a los bancos centrales en el proceso de reversión de las políticas expansivas que desplegaron para hacer frente a la pandemia. En particular, encuentra a Estados Unidos con un nivel de inflación no visto desde 1982 –cerró el año en 7% anual–. Esto supone que las tasas de interés van a comenzar a subir y eso configura un escenario internacional menos amigable para los países emergentes. De todos modos, al día de hoy los factores globales continúan apuntando en la dirección de un contexto favorable; el viento de cola seguirá soplando para Uruguay.

Dado que el nivel de precios internacionales de la canasta exportable se mantendría, se prevé un “sostenimiento” de los millones obtenidos por ventas al mundo en 2021. “Las principales economías seguirán creciendo a buen ritmo y eso generará un fortalecimiento de la demanda”, señaló Soto.

Igualmente, el decano de la UCU advirtió sobre los riesgos asociados a “los procesos inflacionarios” y su efecto sobre el dinamismo de las economías. Además, persiste “la incógnita de qué sucederá” con los vecinos: “Brasil está en estanflación, con riesgo recesivo en 2022, y Argentina es una bomba de tiempo”.

Para Cichevski en los próximos dos años “es mayor el riesgo para las economías emergentes, en particular para las que presentan fundamentos más débiles, sean económico-financieros o institucionales”. Sin embargo, esto se ve “relativizado para el caso de Uruguay dado el buen desempeño de la economía china, que valoriza el yuan en relación al dólar y por esa vía afecta positivamente los precios en dólares de los commodities exportables”. A su vez, destacó los diferenciales que tiene Uruguay por su “institucionalidad” y por “el hecho de que, a pesar de que el déficit fiscal es todavía elevado, nuestra posición relativa en términos financieros ha mejorado; actualmente el riesgo país es el más bajo de toda Latinoamérica”.

“En 2021 los precios de los commodities relevantes para el país habrían alcanzado niveles similares a los del último boom”. Nicolás Cichevski

En el mismo sentido, Lema auguró “un año de prolongación de los altos precios, incluso con algún sesgo alcista adicional”, producto de que “el crecimiento mundial sigue siendo superior al promedio histórico (4,5% versus 3,5%)”. En su opinión, “aun con retiro de estímulos y alzas de tasas, este ciclo se parece al observado en 2003-2007, cuando el crecimiento mundial se mantuvo y los commodities siguieron altos”.

“En términos generales, 2022 va a ser favorable pero no tan bueno como 2021”. Tamara Schandy.

Schandy, por su parte, adelantó que “en términos generales 2022 va a ser favorable, pero no tan bueno como 2021, porque en el mundo ya pasó el efecto rebote de la caída inicial de la covid-19 y porque las políticas monetarias y fiscales se van a ir haciendo más normales”. A su vez, coincidió con sus colegas al advertir sobre el repunte de la inflación en el mundo, y en particular en Estados Unidos, ya que de no ceder es posible “un giro más contractivo” en su política monetaria. Esto “encarece el crédito y puede tener consecuencias negativas para el crecimiento mundial, para los precios de los commodities y para los mercados financieros en general, y dar lugar a un fortalecimiento mayor del dólar en el mundo”.

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La lista de pendientes

Las previsiones del gobierno contenidas en la última Rendición de Cuentas, realizadas a mediados de 2021, proyectan un crecimiento de 3,5% para este año y una moderación hacia el final del período. Esto se sustenta en “la recuperación del efecto pandemia, el crecimiento global, el aumento de los precios de las materias primas y la implementación de reformas estructurales”, según el análisis del gobierno.

Los analistas se encuentran ahora recalibrando sus previsiones. A diferencia de lo ocurrido meses atrás, cuando el gobierno preveía una expansión que los economistas visualizaban menor, ahora proyectan un aumento de la actividad levemente por encima de la previsión oficial.

Lema marcó el 3% como un piso para el crecimiento de 2022, que señaló que puede llegar hasta 5%, “con una reducción adicional del déficit fiscal”. También Cichevski consideró que “el desempeño de la economía en el segundo semestre de 2021, a pesar de que no conocemos aún el dato del cuarto trimestre, junto con la vuelta del turismo en la temporada 2022, aseguraría un piso de crecimiento de 3%” para este año.

Por su parte, en Exante apuntan “a una expansión de casi 4% en el promedio del año”, aunque respecto de la caída del déficit fiscal marcaron cautela: “Hasta ahora buena parte del ajuste se debió a que se usó ‘a fondo’ la palanca de la inversión pública, que no parece tener mucho más espacio para bajar”, y “otro gran factor de ajuste fue la caída de la masa salarial del sector público, en un contexto de caída del salario real”, lo que debería revertirse “habiendo un compromiso político explícito de que este gobierno termine sin pérdida de poder adquisitivo”, subrayó Schandy.

Tanto las socias de Exante como el gerente de CPA apuntaron que Uruguay tiene por delante reformas estructurales y que del resultado de esos procesos dependerá el escenario pos 2022. “El plan económico debe enfocarse fundamentalmente en resolver –o al menos en comenzar– los problemas estructurales de la economía uruguaya para potenciar el crecimiento de mediano y largo plazo: productividad del sector no transable, capital humano (educación), apertura comercial, afinar y mejorar regulaciones”, sostuvo Cichevski, e indicó que parece “necesario avanzar” con alguna de estas reformas “para volver a crecer de forma sistemática a tasas de 3%”.

En la misma línea, Carriquiry expresó que “Uruguay debe apretar el acelerador a nivel de una agenda de reformas que contribuya a promover mejoras de productividad en la economía y, en última instancia, una mejor calidad de vida para todos los uruguayos. Concretar la reforma de la seguridad social y lograr avances relevantes hacia una mayor apertura de la economía son objetivos centrales para este año”.

Asimismo, Soto señaló una línea complementaria para sostener el crecimiento, que pasa por potenciar las exportaciones de servicios, como el sector tecnológico. Este sector alcanzó un hito recientemente, ya que en 2020 por primera vez las ventas al exterior superaron al mercado local en el marco de un proceso que no vislumbra freno. “El mayor desafío de diversificación de nuestras verticales productivas se encuentra en continuar profundizando actividades que generan valor y oportunidades de trabajo y son demandadas a nivel global. Por ejemplo, las exportaciones de servicios vinculados con las tecnologías de la información”.

A su vez, Soto subrayó que “sigue habiendo condiciones para que la carne bovina sea el principal producto de exportación” de Uruguay, pero analizando las dinámicas de crecimiento “no es loco pensar” que la tecnología y la venta de servicios al exterior la reemplacen. “Por eso, cuando hablamos de inserción internacional y exportaciones debemos pensarnos en un ranking de bienes y servicios”, concluyó.

Productos y mercados

Por tercer año consecutivo la carne bovina se ubicó en primer lugar en el ranking de productos exportados por Uruguay, sitio que había perdido en los años previos con la celulosa. 61% del total de carne vendido fue a China, casi el doble de participación que el año previo, lo que se dio en parte por ayudas externas: “En un marco de firme demanda desde el mercado chino, la oferta se encuentra limitada, ya que Brasil y Australia registran una menor producción por reconstrucción de stock y se presentaron algunos aspectos coyunturales, como el cese de exportaciones de Argentina, la interrupción temporal –entre setiembre y diciembre de 2021– de la producción brasileña con destino a China y la suspensión por parte de China de ciertos frigoríficos australianos”, analizó Uruguay XXI.

El segundo producto del ranking, la celulosa, también mostró una fuerte expansión (43%) respecto de 2020, que “se explica casi exclusivamente por mejores precios de exportación, que se recuperaron luego de ubicarse en niveles reducidos” el año previo. En tanto, las ventas al exterior de madera ascendieron 64% en el año, con mejoras en los volúmenes y los precios, nuevamente con China como factor clave –primer destino, duplicando lo exportado el año anterior–.

En materia de países compradores, Soto destacó a Egipto, sexto en el ranking de destinos de las exportaciones locales, que mostró un crecimiento anual de 158% por mayores envíos de soja así como por colocaciones de ganado en pie y trigo, dos productos que no se exportaron en 2019 y 2020. Además, el analista indicó que China “va a repetir con fuerza” su rol de principal socio comercial, ya que su economía “va a crecer otro 5% y eso alienta la demanda”. En tanto, alertó que los problemas en la economía de Brasil pueden traer “menores exportaciones a nuestro segundo mercado” y que los “excedentes de exportación” en el vecino “impliquen reducción de precios de exportación de productos competitivos con nuestra industria (lácteos, por ejemplo)”, que incluso pueden competir “con nuestros productos en mercados similares a costos menores”.

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