En las últimas semanas ha resurgido el debate sobre la escasa representación de mujeres entre las candidaturas a los cargos de mayor jerarquía, desde las intendencias departamentales hasta el rectorado de la Universidad de la República (Udelar). La participación femenina en posiciones de liderazgo continúa siendo un tema central en la agenda de la igualdad y es una preocupación que cobra especial relevancia en el ámbito académico y científico.
Aunque la participación de las mujeres en la actividad científica ha aumentado significativamente en las últimas décadas, persisten importantes desigualdades. Las científicas siguen recibiendo menor reconocimiento, perciben salarios más bajos y enfrentan mayores barreras para avanzar en sus carreras. Por ejemplo, tienen menos probabilidades que sus colegas varones de ser invitadas a exponer en conferencias o de liderar proyectos de investigación. Además, están subrepresentadas en disciplinas como la ingeniería, la matemática y la física. Incluso en aquellas áreas en que son mayoría, como las ciencias de la salud o las ciencias sociales, las brechas de género en el acceso a posiciones de liderazgo y en la consolidación de trayectorias académicas siguen siendo significativas.
En la Udelar, la institución que concentra la mayor parte de la investigación que se realiza en nuestro país, las mujeres representan la mayoría del estudiantado y del egreso a nivel de grado y maestría, pero su representación cae en el nivel de doctorado y se observa una clara estratificación por sexo en los cargos docentes. Estas inequidades se evidencian especialmente en los niveles más elevados de la carrera docente, en los que las mujeres representan sólo cuatro de cada diez docentes en el caso del grado 4, y tres de cada diez en el grado 5.1
La subrepresentación de las mujeres en los niveles más altos de liderazgo académico y científico no sólo refleja una desigualdad persistente, sino que también empobrece el sistema de ciencia y tecnología. Fomentar una mayor pluralidad y diversidad contribuye significativamente a mejorar su desempeño, potenciar la creatividad y la innovación, y ampliar el impacto positivo del conocimiento en la sociedad. Cuando las mujeres no están suficientemente representadas en los espacios de poder, se pierden experiencias, ideas y enfoques que son fundamentales para el desarrollo de una ciencia más robusta, innovadora y socialmente relevante. Por tanto, identificar los factores que limitan el progreso de las mujeres en sus trayectorias académicas no sólo responde a una necesidad de justicia y equidad, sino que también es clave para fortalecer el sistema científico.
La existencia de brechas de género en la ciencia es un fenómeno multicausal. Diversos estudios sugieren que las mayores barreras que enfrentan las mujeres se atribuyen tanto a la existencia de entornos más hostiles durante la evaluación de sus candidaturas (Wu, 2020; Sarsons et al., 2021; Bao y Huang, 2024), como al hecho de que ellas tienden a exponerse con menor frecuencia a concursos altamente competitivos (Bosquet et al., 2019; De Paola et al., 2017).
Asimismo, los artículos escritos por mujeres son evaluados con mayor rigor que los de sus colegas varones en revistas de economía (Hengel, 2022; Lundberg y Stearns, 2019), lo que se traduce en un menor número de publicaciones, aunque de mayor calidad (Card et al., 2020). Las mujeres también reciben menos aceptaciones para participar en conferencias, especialmente cuando sus trabajos son evaluados por hombres (Hospido y Sanz, 2021). Esto ha sido explicado, en parte, por los sesgos de género presentes en comités editoriales dominados por hombres, lo que afecta tanto la proporción de autoras como los estándares de calidad exigidos (Bransch y Kvasnicka, 2022).
Un factor que ha recibido escasa atención es la relación entre la maternidad/paternidad y las trayectorias académicas. Si bien las penalizaciones asociadas a tener hijos en los resultados del mercado laboral –como los ingresos, la participación y las horas trabajadas– han sido ampliamente documentadas (Kleven et al., 2019, 2024; Adda et al., 2017), se sabe poco sobre cómo la maternidad o paternidad afecta la productividad académica y las brechas de género en las carreras universitarias.
Dado que las madres dedican considerablemente más tiempo al cuidado infantil que los padres, esto podría impactar en la cantidad de horas y en el nivel de dedicación destinados a la investigación durante las etapas iniciales de las trayectorias académicas, lo que puede ser clave para explicar las desventajas acumulativas que enfrentan las mujeres en su desarrollo académico.
Penalidades por maternidad en las trayectorias académicas
Con el objetivo de investigar el impacto diferencial de la maternidad y paternidad en las trayectorias académicas, elaboramos un proyecto que en 2021 obtuvo financiamiento del fondo I+D de CSIC.2 Para ello construimos una base de datos que combina información de la plataforma CVUy y la ANII de investigadoras e investigadores uruguayos con datos de registros administrativos de la Udelar y el SNI e información secundaria sobre nacimiento de hijos e hijas.
En uno de los trabajos resultantes de este proyecto,3 utilizando un enfoque de estudio de eventos en torno a la fecha de nacimiento del primer hijo o hija, encontramos un impacto diferenciado de la maternidad y la paternidad en las trayectorias académicas. Nuestros resultados evidencian que la maternidad impone una penalización significativa en la productividad científica de las mujeres, medida a través de sus publicaciones en revistas académicas. En contraste, en el caso de los varones, no se registran variaciones significativas en su desempeño académico. En promedio, la productividad de las madres disminuye un 17%, lo que equivale a publicar tres artículos menos que los padres en los diez años posteriores al nacimiento.
Aunque la brecha en la producción científica derivada de la maternidad comienza a reducirse a partir del sexto año posterior al nacimiento, nunca llega a cerrarse por completo, generando una diferencia persistente a lo largo del tiempo. Estos efectos resultan especialmente significativos en el caso de las mujeres que aún no han completado su formación doctoral al momento de la maternidad. En este sentido, el grado de consolidación académica al inicio de la maternidad emerge como un factor clave para comprender las dinámicas que afectan las trayectorias académicas. Esta cuestión adquiere particular relevancia en el contexto latinoamericano, donde la finalización del doctorado suele producirse a edades más avanzadas que en los países centrales, lo que implica una mayor superposición con el ciclo reproductivo.
Además, encontramos que la maternidad implica una penalidad en la cantidad de presentaciones en eventos académicos realizadas por las madres, la cual está explicada por una fuerte caída en la probabilidad de asistir a congresos internacionales. Aunque esta diferencia es más pronunciada en los años inmediatamente posteriores al nacimiento de un hijo, persiste con el tiempo, lo que contribuye a explicar la menor participación general de las mujeres en conferencias académicas en comparación con los hombres.
Por otra parte, como consecuencia de estas penalizaciones asociadas a la maternidad en la productividad académica, encontramos que los padres tienen más probabilidades que las madres de ser promovidos a cargos de mayor rango académico en los años posteriores al nacimiento de un hijo o hija. En particular, encontramos que los varones experimentan una mayor probabilidad de ingresar al SNI y de acceder a un cargo de profesor adjunto o superior para quienes son docentes en la Udelar.
Implicancias de política
Estos resultados sugieren que el impacto desigual de los hijos en las trayectorias académicas de investigadores e investigadoras es una fuente importante de las brechas de género en la actividad científica. Parece necesario, por lo tanto, entablar una discusión profunda sobre las políticas más adecuadas para mitigar el impacto de la maternidad en la actividad científica y promover un sistema científico más equitativo.
Una política ampliamente adoptada para mitigar la “penalización por hijos” en las carreras académicas de las mujeres es la implementación de políticas de “stop the clock”, que consisten en retrasar la evaluación si el nacimiento de un hijo ocurre durante el período de evaluación. Estas políticas pueden estar dirigidas específicamente a las madres o ser “neutrales al género”, es decir, aplicarse tanto a madres como a padres. Sin embargo, la efectividad de estas políticas para promover y retener a mujeres académicas no ha sido estudiada en profundidad.
Las investigaciones existentes, particularmente en el contexto de universidades estadounidenses, sugieren que la adopción de políticas de este tipo para la obtención de la titularidad que son neutrales al género ha llevado a una reducción significativa en las tasas de titularidad de mujeres, mientras que ha incrementado sustancialmente las de los hombres (Antecol et al., 2018; Manchester et al., 2013). Esta evidencia sugiere que, dado que las madres suelen asumir la mayor parte de las responsabilidades del cuidado infantil, los hombres podrían tener más oportunidades de utilizar su tiempo de forma más productiva o estratégica, lo que se traduce en un aumento en el número de publicaciones académicas. En consecuencia, las políticas neutrales al género podrían, inadvertidamente, agravar las disparidades de género en el ámbito académico.
Además, la evidencia indica que no sólo existe una división del trabajo con perspectiva de género en el cuidado de los hijos y las responsabilidades relacionadas, sino también una distribución desigual de la carga laboral dentro de las instituciones de investigación. Las mujeres suelen dedicar más tiempo que los hombres a actividades percibidas como menos directamente vinculadas al éxito académico, como la docencia y las tareas administrativas (Misra et al., 2012).
Por ello, resulta pertinente cuestionar hasta qué punto la estructura organizativa de nuestras instituciones científicas contribuye a perpetuar las disparidades de género en las trayectorias académicas, y qué medidas proactivas deberían implementarse para abordar este problema. Afrontar eficazmente estos desafíos representa una tarea compleja para universidades e instituciones de investigación, que exige un diagnóstico profundo y riguroso capaz de identificar y abordar los sesgos de género presentes en distintos niveles del sistema, desde la formación y las evaluaciones para la titularidad hasta los procesos de postulación a fondos de investigación.4
Reflexiones finales
En el contexto de la discusión actual sobre una nueva institucionalidad para el sistema científico, es fundamental reconocer que avanzar hacia una sociedad del conocimiento requiere, de manera ineludible, un compromiso firme con la inversión sostenida en investigación. Asimismo, resulta clave el diseño de herramientas que promuevan el desarrollo de carreras científicas y su adecuada articulación con las actividades productivas y sociales del país. Sin embargo, este impulso no será verdaderamente transformador si no se acompaña con una mirada que garantice la inclusión y la equidad en el acceso y la participación dentro del sistema científico.
La política de desarrollo científico debe incorporar de manera integral un enfoque de igualdad con perspectiva interseccional, involucrando en la discusión a la Udelar y otros actores vinculados a la actividad científica. Esto es fundamental para abordar de forma efectiva las desigualdades de género y otras formas de exclusión que afectan a quienes producen conocimiento. La necesidad de avanzar en esta dirección ha sido ampliamente documentada y justificada, no sólo en términos de equidad, sino también por razones de eficiencia y de mejora en la calidad de la producción científica.
Referencias
Adda, J., C. Dustmann, and K. Stevens (2017). The career costs of children. Journal of Political Economy. 125 (2), 293-337.
Antecol, H., K. Bedard & J. Stearns (2018). Equal but inequitable: Who benefits from gender-neutral tenure clock stopping policies? American Economic Review 108 (9), 2.420-2.441.
Bao, Z., & Huang, D. (2024). Gender-specific favoritism in science. Journal of Economic Behavior & Organization, 221, 94-109.
Bosquet, C., P.-P. Combes & C. García Peñalosa (2019). Gender and promotions: Evidence from academic economists in France. The Scandinavian Journal of Economics 121 (3), 1.020-1.053.
Bransch, F. & M. Kvasnicka (2022). Male gatekeepers: Gender bias in the publishing process? Journal of Economic Behavior & Organization 202, 714-732.
Card, D., S. DellaVigna, P. Funk & N. Iriberri (2020). Are referees and editors in economics gender neutral? The Quarterly Journal of Economics 135 (1), 269-327.
De Paola, M., M. Ponzo & V. Scoppa (2017). Gender differences in the propensity to apply for promotion: Evidence from the Italian scientific qualification. Oxford Economic Papers 69 (4), 986-1.009.
Hengel, E. (2022). Publishing while female: Are women held to higher standards? Evidence from peer review. The Economic Journal 132 (648), 2.951-2.991.
Hospido, L. & C. Sanz (2021). Gender gaps in the evaluation of research: evidence from submissions to economics conferences. Oxford Bulletin of Economics and Statistics 83 (3), 590-618.
Kleven, H., C. Landais, & G. Leite-Mariante (2024). The child penalty atlas. National Bureau of Economic Research. Working Paper 31649.
Kleven, H., C. Landais & J. E. Søgaard (2019). Children and gender inequality: Evidence from denmark. American Economic Journal: Applied Economics 11 (4), 181-209.
Lundberg, S. & J. Stearns (2019). Women in economics: Stalled progress. Journal of Economic Perspectives 33 (1), 3-22.
Manchester, C. F., L. M. Leslie & A. Kramer (2013). Is the clock still ticking? An evaluation of the consequences of stopping the tenure clock. ILR Review 66 (1), 3-31.
Misra, J., J. H. Lundquist & A. Templer (2012). Gender, work time, and care responsibilities among faculty. Sociological Forum 27 (2), 300-323.
Sarsons, H., K. Gërxhani, E. Reuben & A. Schram (2021). Gender differences in recognition for group work. Journal of Political economy 129 (1), 101-147.
Wu, A. H. (2020). Gender bias among professionals: an identity-based interpretation. Review of Economics and Statistics 102 (5), 867-880.
Tomado de Razones y Personas. Esta obra está bajo una licencia Creative Commons Atribución 3.0 No portada.
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Se puede encontrar más evidencia descriptiva sobre las desigualdades de género en la academia en Uruguay en este trabajo: Fernández Soto, M, Galván, E, Robaina, S, Tenenbaum, V & Tomassini, C (2024). “Brechas de género en las trayectorias académicas en Uruguay: formación, producción y acceso a cargos”. Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad, 20(58), 65-89. doi.org/10.52712/issn.1850-0013-510. ↩
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Proyecto “El vínculo entre maternidad y paternidad y las desigualdades de género en la trayectoria académica”, financiado por el programa I+D, CSIC para su ejecución en 2021-2023. El equipo está compuesto por Estefanía Galván (Iecon, FCEA-Udelar), Mariana Fernández Soto (Programa de Población-FCS-Udelar), Sofía Robaina (CSIC-Udelar), Victoria Tenenbaum (Iecon, FCEA-Udelar) y Cecilia Tomassini (CSIC-Udelar). ↩
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Galván, E & Tenenbaum, V. Gender Gaps in Academia: The Role of Children. Preprint disponible en SSRN: ssrn.com/abstract=4834494 o dx.doi.org/10.2139/ssrn.4834494. ↩
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Aunque no se aborda en esta entrada del blog, el tema de las brechas de género en el acceso a fondos y redes de colaboración también forma parte de nuestra agenda de investigación. ↩